LA OBRA DE ANTONIO CASTILLO LASTRUCCI (I)
JESÚS NAZARENO (VALVERDE DEL CAMINO - HUELVA)

Jesús Abades y Sergio Cabaco


 

Con motivo del 40º Aniversario de su fallecimiento, abrimos un especial sobre la obra
del escultor Antonio Castillo Lastrucci para divulgar sus creaciones menos conocidas entre el público

 

 

Las primeras obras del sevillano Antonio Castillo Lastrucci (1882-1967) tuvieron carácter profano, obteniendo el escultor con ellas un gran éxito por parte de la crítica especializada. Numerosos fueron entonces los retratos a personajes ilustres, los relieves tanto de carácter alegórico y mitológico como costumbrista, y los monumentos conmemorativos, caso del dedicado a las Cortes de Cádiz en 1915.

La producción religiosa de Castillo Lastrucci comenzaría con el encargo de las imágenes titulares de la cofradía sevillana del Dulce Nombre (1923-1924). El clamoroso éxito que obtuvo al realizar dichas tallas -el paso de misterio de Jesús ante Anás y la Virgen del Dulce Nombre acompañada por San Juan Evangelista- conllevaría una ascensión imparable en su producción sacra, más acentuada a partir del menoscabo artístico de 1936, lo que transformaría su obrador en "el taller de imaginería más importante que jamás se haya recordado en la historia del arte sevillano", en palabras del historiador Jesús Miguel Palomero Páramo.

Centrándonos en la imagen del Nazareno, titular de la popularmente llamada Cofradía de los Blancos por el color de sus capirotes, presenta los peculiares rasgos de las efigies de Castillo Lastrucci, en las que el autor, aportando su idiosincrasia particular, sintetiza las fórmulas paradigmáticas de los artistas de la escuela sevillana del XVII, en especial las empleadas por Juan de Mesa y Martínez Montañés. Se halla muy relacionado con los Nazarenos que el autor realizó para el municipio sevillano de Morón de la Frontera (1940).

La imagen fue donada a la hermandad por la Familia Fleming Rodríguez. Costó 12.000 pesetas y fue bendecida el 29 de septiembre de 1940. Vino a sustituir a una talla de Jesús Nazareno, destruida en 1936, conocida también por Jesús del Gran Poder, de la que ya se tenían noticias desde el año 1791 y que, en opinión del historiador José Hernández Díaz, podría tratarse de una obra de finales del siglo XVII.

El Nazareno de Castillo Lastrucci presenta una postura erguida, portando la cruz sobre el hombro izquierdo. Adelanta ligeramente el pie izquierdo, en suave pero decidida marcha, al tiempo que gira la cabeza hacia la derecha y muestra la mirada baja, en conexión directa con el fiel que lo contempla. La cabellera, con corona de espinas esculpida en la misma cabeza, al modo mesino, presenta raya al centro y, al igual que la bífida barba, ha sido meticulosamente labrada.

El rostro expresa un resignado dolor. Muestra los ojos entrecerrados por el cansancio y un marcado entrecejo en forma de uve. El bigote, muy espeso, impide la visión del labio de arriba, menos carnoso que el inferior. La carnación de la imagen, de candelero para vestir, es tostada, apareciendo finos y escasos regueros de sangre que salen de la frente y se desplazan hacia abajo, atravesando las mejillas y el cuello. Las manos poseen unos dedos torneados, en actitud de aferrarse al travesaño de la cruz.

El Nazareno valverdeño fue restaurado en el año 1978 por el imaginero ayamontino Antonio León Ortega con el fin de solucionar los graves problemas estructurales que presentaba.

Recibe culto en la Capilla de Ánimas de la Parroquia de Nuestra Señora del Reposo. Son también de Castillo Lastrucci otras dos imágenes de la cofradía: María Santísima de la Amargura -rehecha a partir de una Dolorosa del siglo XIX que se conservaba, muy deteriorada, en el hospital- y San Juan Evangelista, ambas encargadas al taller del imaginero junto con los pasos del Nazareno y del Cristo de la Buena Muerte. Todo ello importó la suma de 225.000 pesetas y las imágenes fueron donadas por el matrimonio formado por Diego Mora y Eugenia Morales. La Dolorosa presenta los rasgos típicos del autor en sus imágenes marianas: tez morena, cejas finas y levantadas, nariz recta, pómulos angulosos y boca entreabierta con los dientes superiores tallados.

 

 

Fotografías de Alejandro Cerezo y Sergio Cabaco

 

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