MES DE JUNIO
ECCE HOMO
Sergio Cabaco y Jesús Abades
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La Guerra Civil fue despiadada con la obra del escultor granadino José de Mora (1642-1724), formado en el taller paterno de Bernardo de Mora, donde coincidió con Alosno Cano, y en el madrileño de Sebastián Herrera Barrionuevo, tras cuya muerte fue nombrado escultor de cámara de Carlos II. Afortunadamente, esculturas claves de la producción del maestro como el Crucificado de la Misericordia, el San Bruno de la Cartuja de Granada o la obra que nos ocupa lograron sobrevivir a la destrucción. Siguiendo a Pedro de Mena, el imaginero ejecutó en varias ocasiones el tema de la pareja de bustos que representaban el pasaje del Ecce Homo y la Mater Dolorosa, siendo consideradas las más brillantes por la crítica especializada las realizadas para los granadinos conventos de Santa Isabel y del Santo Ángel Custodio. Precisamente, el Cristo de esta última pareja, hoy en día en el Museo de Bellas Artes de Granada, es la pieza que ocupa nuestro estudio. Se trata de una espléndida escultura en madera policromada, labrada hasta la altura de los hombros, que mide 48 cm de altura. En su línea de Cristos torturados, pues Mora sufría una enfermedad mental que frecuentemente le producía fuertes estados de depresión melancólica, el escultor muestra un semblante cabizbajo y abatido, extenuado tras los tormentos padecidos en la flagelación. Como atributo usual de esta iconografía, que se corresponde con el momento en que Cristo es presentado al pueblo por Pilatos, la hechura lleva una clámide púrpura y, antiguamente, también debió portar una corona de espinas ante las señales que presenta en la ensangrentada frente. |
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