MES DE JUNIO
LA ENTRADA EN JERUSALÉN

Sergio Cabaco y Jesús Abades


 

 
 

 

En la etapa del románico, la escultura asume una función decorativa y dependiente de los elementos arquitectónicos. Serán las fachadas de las iglesias y los capiteles, ya sean de las propias fachadas, del interior del templo o de los claustros, los soportes más utilizados para ejercer una plástica con claros fines ornamentales.

Al disponer de un espacio escultórico tan limitado, en los capiteles suelen quedar sumamente abigarradas las escenas multitudinarias a representar. Es el caso de la pieza que estudiamos, que recrea el pasaje de la Entrada Mesiánica de Cristo en Jerusalén, a lomos de un asno y seguido de otro jumento más pequeño.

Jesús, representado como Príncipe de la Paz, se sitúa en una esquina de la composición, al tiempo que se halla completamente rodeado por el pueblo hebreo, que le aclama y tiende ramos de palmera y prendas a su paso.

El altorrelieve, claro ejemplo del horror vacui o miedo al vacío que imperaba en la estética románica, se halla en el claustro del Monasterio de San Juan de la Peña, de Huesca. Fechado a mediados del siglo XII, su realización y la del resto de labras escultóricas del claustro del mencionado cenobio corrió a cargo de un obrador de la localidad conocido como el Taller de San Juan de la Peña.

 

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