PREMIOS LA HORNACINA - 10 AÑOS (VII)
RAMÓN CUENCA

Sergio Cabaco


 

 

El autor

La práctica, la experiencia y los años, por un lado, y la acertada colaboración artística, por otro, han convertido la trayectoria de Ramón Cuenca Santo (Elche, Alicante, 1975) en una de las más felices evoluciones creativas de los últimos tiempos en el mundo de la imaginería. Afincado en la pequeña localidad alicantina de Cox, donde posee una bonita casa-taller, su labor escultórica, actualmente impecable y equilibrada, es una de las que gozan de mayor proyección internacional. Todavía nos quedan por ver muchas cimas de sus habilidades.

 

 

La obra

La Soledad de María Santísima marcó un nuevo modelo dentro de la madurez artística del escultor, continuado en obras como el busto de la Virgen de la Amargura o la Virgen del Rosario Doloroso de la Cofradía de la Caridad, ambas en Murcia. En realidad, supone la reinterpretación que Ramón Cuenca lleva a cabo de uno de los tipos pasionistas más difundidos de la historia: la desaparecida Virgen de la Soledad del convento madrileño de la Victoria, labrada por el escultor Gaspar Becerra para la reina Isabel de Valois.

 

 

El proyecto

Según el autor, fue una apuesta arriesgada y valiente encomendada por un grupo de miembros de distintas agrupaciones, cuyo objetivo era crear una nueva procesión mariana que estuviese integrada dentro de la Cofradía de San Juan Evangelista del municipio murciano de San Pedro del Pinatar. Lo que en principio iba a ser una rutilante dolorosa con la advocación de la Esperanza, fue convertida, acertadamente a instancias de Ramón Cuenca, en una talla más sobria y austera, propia del ambiente de un Sábado Santo.

 

 

La acogida

Además del apoyo de San Pedro del Pinatar, muchos votos de la Región de Murcia en general, así como de otras zonas como Madrid o Sevilla, hicieron que la Soledad consiguiera ser la obra premiada. Aparte es obligatorio mencionar el caluroso recibimiento de la dolorosa en la pintoresca localidad marinera, donde poco menos que se venera como si tuviera el patronazgo de la misma. Incluso el escultor recibió una placa de pizarra con la imagen de la Virgen y se publicaron carteles de la misma alusivos al premio.

 

 

La opinión del experto

El sevillano José Roda Peña, magnífico como historiador y como persona, valoró por encima de todas las obras el Calvario tallado por su paisano Darío Fernández para un oratorio filipense de Londres, espléndido conjunto compuesto por las figuras de Cristo, la Virgen y San Juan Evangelista en la línea del barroco hispalense del siglo XVII. Otras piezas seleccionadas de interés -un total de 60, al igual que el año anterior- fueron realizadas, entre otros, por Alberto Pérez Rojas, José Antonio Cabello, Romero Zafra o Arturo Serra.

 

 
     
     
 

 

Fotografías de Santiago Rodríguez López

 

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