BENITO DE HITA Y CASTILLO. TRICENTENARIO (IV)
INMACULADA CONCEPCIÓN

Con información de José Roda Peña


 

 

 

El 22 de noviembre del año 2009, La Hornacina presentó (ver enlace) el proceso de restauración de esta interesante imagen de la Inmaculada Concepción, perteneciente a los Padres Salesianos de la Trinidad de la capital hispalense, cuyo estado de conservación era deplorable.

La intervención, realizada por la escultora e imaginera utrerana Encarnación Hurtado Molina, consistió en una limpieza general de la obra; la retirada de grandes zonas de repintes que ocultaban el estofado en oro que llevaba, realmente perdido en algunas zonas -por lo que, en la medida de lo posible, se llevó a cabo una reintegración del mismo- la inyección de cola en los ensambles, con el uso incluso de chirlatas en algunas zonas, y la recomposición de la nuca, que tenía tal falta de materia hasta el punto de presentar un gran socavón, el cual se reintegró con madera y pasta de restauración.

También se retiraron varias capas de estucos y policromía en el rostro, en las manos y en uno de los tres ángeles de su base, y se le refrescó la policromía, ya que aunque se conservaba gran parte de la misma, presentaba algunas faltas. Los otros dos ángeles que presenta la Inmaculada en su peana de nubes se han policromado con el mismo tono y se les han limpiado las alas, que tenían una capa de purpurina.

Tanto la nube como el manto de la Purísima Concepción se han pintado, pero en lo alto de la pintura que tenía, ya que el trabajo consistió en un lavado de cara, pues no había tiempo para que Encarna Hurtado llevara a cabo una restauración a fondo. Además, se le reforzó la peana y se adaptó una cogida para su salida procesional a la Catedral de Sevilla, donde presidió la Vigilia de la Inmaculada de 2009.

Por último, se limpiaron y fijaron ensambles, pues algunos estaban totalmente desprendidos, y se le arregló a la imagen mariana -que recibe culto en un retablo situado en la nave de la epístola de la actual Basílica de María Auxiliadora- el ojo izquierdo, que estaba roto, siendo recompuesto con papel de cebolla, color y barnices.

 

 

 

A raíz de dicha publicación, y vistos los aspectos formales y estilísticos de su hechura, nos atrevimos a vincular esta efigie de la Inmaculada Concepción al círculo de Benito de Hita y Castillo (siglo XVIII). Dicha afirmación se ha visto debidamente refrendada por un historiador vinculado a este portal, el sevillano José Roda Peña.

En un reciente estudio, Roda Peña adscribe directamente la obra, de tamaño natural, al quehacer plástico de Hita. Según su criterio -comparándola con otras versiones inmaculistas ofrecidas por el escultor, en especial la de la capilla sacramental de Santa Catalina de Sevilla (1753) y la que se le atribuye en una colección particular de La Orotava (hacia 1768)- esta Purísima de los Salesianos resulta menos arrebatada de movimiento, seguramente porque carece de dinámicos y juguetones angelitos de cuerpo entero en la peana y su manto no se cruza por delante, encrespado y revoloteante, sino que se muestra recogido entre ambos brazos, describiendo su drapeado amplias y voladas curvas, terminando el pico derecho en una característica banderola.

Las tintas planas usadas en la actual policromía del manto, azul con el envés cobrizo, contrastan con el suntuoso estofado con que se dotó a la túnica, ceñida a la cintura con un lazo jacinto y decorada con extensos motivos vegetales en oro, salpicados de flores rojas, verdes y azules, sobre un fondo blanco, con las vueltas de las mangas en color celeste, dejando ver los puños dorados de una camisa interior. Los pies permanecen ocultos bajo la túnica, insinuándose mediante su plegado la flexión y leve adelanto de la pierna derecha. La orilla de esta prenda se desparrama sobre la peana, posándose sobre las testas aladas de los mofletudos querubines que se insertan en el frente del escabel, asomando en los laterales las puntas de la luna hacia abajo.

Las manos, unidas en gesto oracional, se ladean hacia la izquierda, contraponiéndose rítmicamente al giro e inclinación impresos a la cabeza de la Virgen, en dirección contraria. Una frondosa y compacta cabellera morena, peinada al centro, cae serpenteante sobre la espalda, aunque un largo mechón se le desprende para extenderse con ondulado recorrido sobre el hombro derecho.

Para Roda Peña el rostro, de forma oval, reproduce un tipo físico muy habitual en otras creaciones marianas de Hita, como las Vírgenes de la Cinta de Huelva, del Carmen de Barlovento (La Palma) o de los Remedios de la capilla universitaria de Sevilla, con las que comparte rasgos tan definidos como la frente alta, la arcuación de las cejas, la inserción de ojos de cristal y unos labios menudos y cerrados que dibujan una tenue sonrisa.

 

 

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Detalles del proceso de restauración

 

FUENTES: RODA PEÑA, José. "Nuevas atribuciones al escultor Benito de Hita y Castillo en el tercer centenario de su nacimiento", artículo publicado en Laboratorio de Arte, nº 26, Sevilla, 2014, pp. 169-171; www.lahornacina.com/noticiashurtado11.htm; www.encarnacionhurtado.com/restauros03.htm.

 

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