LA OBRA DE JUAN GONZÁLEZ MORENO (XI)
VIRGEN DE LOS BUENOS LIBROS - MURCIA

Jesús Abades


 

 

La advocación mariana de los Buenos Libros fue difundida por los Capuchinos, religiosos descalzos de la orden de San Francisco que siempre se han distinguido por el cultivo de la espiritualidad, el arte y el intelecto a través de la lectura. Es por ello que dicha devoción, pareja a la de la Virgen de la Sabiduría, tiene fuerte raíz intelectual y es tomada, tanto para el patrocinio de estudiantes y lectores, como, desde fechas más recientes, para el patronazgo de escuelas de biblioteconomía y documentación.

Su origen, según la tradición, se encuentra en un romance anónimo fechado en el siglo XVII: "Todo el amparo, Señora, de mi libro en ti le libro, pues eres libro en quién Dios enquadernó sus prodigios. Si al que es vida le ceñiste en tu virgen pergamino, ya libro eres de la vida; vida has de ser de los libros". 

En la iglesia murciana de los Capuchinos se veneran las últimas obras documentadas de Juan González Moreno; una de ellas es la Virgen de los Buenos Libros (1976) y otra San Francisco de Asís (1980), santo titular de la congregación religiosa. Ambas tallas presentan una gran calidad, visten el hábito capuchino y comparten la esquematización de los paños, el naturalismo anatómico y la levedad en la aplicación del color que permite ver al espectador las vetas de la madera, lo que supone otra admirable fusión artística del escultor murciano, todo un experto en su madurez a la hora de conjugar el rutilante barroquismo de la imaginería clásica con las corrientes más austeras impuestas por las vanguardias del arte sacro, muy en boga por aquellos años.

María, representada de pie y descalza, es hierática, estilizada y majestuosa. El juvenil semblante queda enmarcado por partida cabellera de la que se escapa un afilado mechón que cae en ondas sobre el pecho. Para romper un tanto la moderna verticalidad, el autor introduce cierto vuelo en la capucha hacia el lado derecho, así como ligeras curvaturas del hábito a la hora de cubrir el hombro izquierdo, aunque no llega a redondear del todo los contornos ni a jugar con los pliegues para no perder la concepción lisa y aristada de la figura.

No obstante, el elemento más novedoso de la composición lo constituye el libro que porta la Virgen entre sus finas manos, en alusión a su advocación, y del que emerge una candorosa figura de Jesús Niño desnudo para simbolizar la ejemplaridad de su contenido y la omnipresencia de Cristo en la vida de María, tanto en su designio divino de corredentora del pueblo cristiano como en los aspectos cotidianos de su existencia terrena.

 

 

Fotografías de Santiago Rodríguez López

 

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