Con este especial hacemos un repaso a lo más destacado de la imaginería española de la primera década del siglo XXI a través de sus creadores. Por supuesto, no servirá para hacer una aproximación valorativa de todo lo brillante -ya que preferimos quedarnos con lo positivo- que nos han ofrecido estos últimos diez años, sino para ofrecer un breve acercamiento de la evolución de una rama de la escultura, propia del peculiar sentimiento hispano, que últimamente es objeto de un arduo debate en torno a la búsqueda de nuevos caminos dentro de los conservadores esquemas a los que suele someterse un arte que arrastra en nuestro país una tradición de siglos, marcado especialmente por los cánones barrocos.

Una de las bases de la trayectoria artística del murciano José Hernández Navarro es el alejamiento de los manidos clichés en los que frecuentemente suele incurrir la imaginería del sudeste español, muy proclive a la mera reproducción de los modelos impuestos desde el siglo XVIII por Francisco Salzillo.

Entre las obras mas interesantes del autor en la pasada década se halla el Descendimiento (2001) de carácter procesional para Murcia, de ejecución complicada al trabajar parte del grupo en un sólo bloque sin renunciar a los marcados efectos del claroscuro.

En dicha época también realizó otros simulacros muy aclamados, aunque resulta más destacable la maestría desplegada en numerosas obras de los años 90 del siglo XX, caso de los Caídos para Cuenca o Alicante, o el Atado a la Columna de Torres de Cotillas (Murcia), arriesgado a la par que soberbio.

Como han comentado los expertos Zaragoza Braem y Alpáñez Serrano, Hernández Navarro, nacido en 1954, vive hoy día una etapa de madurez en la que se introducen innovaciones dentro de un estilo forjado en los 90, caso de la mayor esbeltez del canon, el alargamiento de los miembros y la inestabilidad de las composiciones.