DECOR CARMELI - LUCOLI

Sergio Cabaco y Jesús Abades


 

   

 

Más que por su innegable interés artístico, esta pintura al fresco, titulada Madonna del Carmelo tra i Santi Carlo Borromeo e Antonio da Padova, sobresale por la originalidad de su iconografía carmelita, al ser recreada la Señora junto con dos santos que no suelen acompañarla frecuentemente: San Carlos Borromeo, Arzobispo de Milán y Protector de la Orden del Carmelo, y el franciscano San Antonio de Padua.

La presencia de San Carlos Borromeo se justifica también por su relación con la orden de los benedictinos (vinculada a la abadía en la que se conserva el fresco) y por su condición de protector de la peste (hace siglos, la villa fue afectada por dicha enfermedad y la abadía usada como lazareto), mientras que la de San Antonio se halla en la inmensa devoción que despierta el santo portugués en todos los rincones de Italia.

La pieza adorna una de las paredes laterales de la Abadía de San Juan Bautista (hoy en día también Parroquia), situada en la pequeña localidad italiana de Lucoli. Su fundación se remonta al año 1077, aunque sufrió una importante reforma barroca (sobre todo en el interior) en 1703 por los daños causados como consecuencia de un seísmo (la región de Abruzzo, donde se halla enclavada Lucoli, es muy proclive a los terremotos).

La abadía-parroquia de Lucoli sufrió en 1994 una profunda restauración con el objetivo de devolverle, en la medida de lo posible, su aspecto original. Gracias a dicha intervención, fueron descubiertos una serie de frescos que decoraban los muros y columnas de su interior, entre ellos el que ocupa nuestro estudio. La crítica especializada lo ha fechado en 1640, si bien sigue desconociéndose su autoría.

La escena se desarrolla en el interior de un arco ojival, enmarcado a su vez por un marco que imita mármoles de colores. La Virgen, abrazada por el Niño, al que sujeta con ambas manos, surge de la gloria celestial y se halla flanqueada por los mencionados santos. San Antonio porta el libro, por su rango de Doctor de la Iglesia, y la azucena como símbolo de virginidad. Por su parte, San Carlos Borromeo viste las ropas de su condición.

 

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