DECOR CARMELI - PALERMO

Sergio Cabaco y Jesús Abades


 

   

 

Pietro Giovanni Novelli (1603-1647), apodado Il Monrealese por haber nacido en Monreale (Sicilia), fue la figura más prestigiosa de la pintura siciliana del siglo XVII. Su primer aprendizaje tuvo lugar en su localidad natal, al lado de su padre, Pietro Antonio Novelli, pintor y artista del mosaico. Posteriormente se trasladó a Palermo, capital de la isla, ciudad en la que falleció y donde estudió con profundidad el dibujo y la perspectiva.

Su obra siempre estuvo muy influenciada por Van Dyck, sobre todo en su primera etapa. El pintor flamenco estuvo un tiempo en Italia, visitando ciudades como Génova, Mantua, Venecia, Milán, Palermo -cuna adoptiva de nuestro artista- y, sobre todo, Roma, donde estudió a los maestros italianos del siglo XVI. Novelli toma del maestro de Amberes la elegancia, la ensoñadora dulzura y la refinada belleza de color de sus obras.

Otras influencias de Novelli las encontramos en los renacentistas de su país, debido a una estancia en Roma entre 1622 y 1625. Especialmente visible es el influjo de Giovanni Lanfranco, sobre todo en su economía de líneas, curvas llenas de gracia y formas abreviadas. Durante un viaje a Nápoles, en 1630, vio trabajos del español José de Ribera influidos por Caravaggio, de ahí que tomara también la estética realista y popular de éste último, en la que también tuvo puesta su vista el propio Van Dyck, sin perder su vigor ni su concepción plástica.

En 1637 Novelli vuelve a Sicilia, desarrollando principalmente, hasta el final de sus días, monumentales obras religiosas como la que nos ocupa: Nuestra Señora del Carmen y Santos (cuyo título original en italiano es La Madonna del Carmelo e Santi), pintada en 1641 para la iglesia palermitana de Santa Maria di Valverde, a la que volvió en el año 2005 tras conservarse una buena temporada en el Museo Diocesano de Palermo.

El cuadro muestra a la Virgen sedente en un rompimiento de gloria, sujetando al Niño con su brazo izquierdo, rodeada por querubines y venerada por cuatro santos carmelitas: Santa María Magdalena de Pazzi, que aparece arrodillada; Santa Teresa de Jesús, a la que un ángel se dispone a asestar el dardo divino de la Transfiguración; San Ángel de Jerusalén, también arrodillado, con una espada clavada en señal de su martirio, y San Simón Stock, que recibe el escapulario de Madre e Hijo, tal y como nos cuenta la tradición cristiana. Frente al acusado hieratismo de la Señora, las devotas expresiones de los santos adoradores son fuertemente llamativas.

 

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