GEORGES BRAQUE. 50 ANIVERSARIO
PUERTO DE AMBERES

Julián Gallego


 

Parece ser que fue Henri Matisse quien hablo de "cubos" al ver los paisajes expuestos en la Galería Kahnweiler de París (noviembre de 1908) por el artista francés Georges Braque, padre del cubismo al que está dedicado este especial con motivo del cincuenta aniversario de su fallecimiento.

 

 

A su muerte, el parisino Salón de Otoño del año 1907 organiza una gran retrospectiva de Paul Cézanne, contemplada con apasionado interés por los artistas jóvenes, como André Derain, Georges Braque o Pablo Picasso. Ellos se hacen eco de la tendencia a los planos simples y definidos, a los perfiles cortantes de Cézanne, de Seurat. A ello se añade su descubrimiento del arte negro. Las máscaras africanas ofrecen curiosas estilizaciones del modelo, expresando a veces en hueco lo que es prominente, en bulto lo que es ahuecado, y muestran una tendencia a líneas geométricas muy simples, pero a la vez muy inventadas.

El estudio de los planos en que puede descomponerse una cabeza, un torso, que apasiona a Picasso en sus retratos de Fernanda, de la escritora estadounidense Gertrude Stein (un cuadro que le ha costado ochenta sesiones de trabajo), en sus propios autorretratos, se acentúa desde que, en un nuevo viaje a España en el verano del año 1906, tiene ocasión de ver algunas pinturas románicas catalanas.

A su regreso, Picasso comienza un cuadro con un tema vulgar y profano, casi a lo Toulouse-Lautrec: mujeres desnudas en el interior de un burdel. Parece que vio algo semejante en una casa de la calle de Avinyó, en Barcelona. Su amigo André Salmon le ofrece el título, que es como una parodia irónica del simbolismo, del prerrafaelismo: Les Demoiselles d'Avignon, un título para Rossetti, para Puvis de Chavannes, etcétera.

En este cuadro, terminado en 1907, Picasso rompe con todo lo anterior y hace dar a la pintura universal un paso sin posible retroceso. Se rompe el respeto al modelo, el recuerdo de la belleza clásica, el espacio tradicional. Esas figuras, alargadas como un Greco, que hoy son la gloria del Museo de Arte Moderno de Nueva York, asustan a sus propios amigos, que aún no se han liberado de la armonía grecolatina que Picasso ataca.

Georges Braque, entonces militante del fauvismo, a quien el poeta Apollinaire ha llevado al Bateau-Lavoir, exclama: "Es como si nos quisieras hacer comer estopa o beber petróleo". Pero esa indignación traiciona la profunda impresión sufrida por Braque, que abandona sus colores "fauves" -visibles en obras como Puerto de Amberes (un óleo sobre tela de 38 x 46 cm, conservado en el Museo von der Heydt de Wuppertal), pintada en el año 1906 a raíz del viaje que realizó ese mismo año a la ciudad belga con su amigo y colega Othon Friesz- y ese mismo invierno de 1907 emprende un desnudo que imita, hasta cierto punto, los del cuadro picassiano.

 

FUENTES

GALLEGO, Julián. "El Cubismo", nº 6 de Los Ismos en la Pintura, colección de ABC, Madrid, Prensa Española, 1975, pp. 1-3.

 

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