ANECDOTARIO DE ARTISTAS
UN ENAMORADO DE LA VIDA

Carlos Cid Priego


 

 

Si podemos caracterizar a cada artista con el rasgo más acusado de su temperamento, de Tiziano hay que decir que fue un hombre enamorado de la existencia. Así lo siguen afirmando hoy los personajes de su enorme producción pictórica. En vista de sus tempranas aficiones, ingresó niño en el taller del mosaiquista Zuccato y, unos años después, en el de Giovanni Bellini. Giorgione, su malogrado condiscípulo, influyó mucho sobre su pintura y llegaron a fundar una especie de sociedad para pintar juntos. Lamentablemente, Giorgione falleció por la peste en 1510, con tan sólo 32 años, dejando sin terminar obras que fueron concluidas por Tiziano.

En la rica Venecia medieval, la tiranía ejercida por los Dux llegaba hasta el arte: la única pintura protegida y, casi consentida, era la de tipo bizantino; de ahí que el Renacimiento se retrasara en Venecia cerca de un siglo respecto a las otras ciudades italianas. En el último tercio del siglo XV habrá una mayor libertad, lo que facilitará que el mencionado pintor Bellini funde los principios de la verdadera escuela pictórica veneciana. Tiziano nació precisamente en esos años, aunque no se sabe con exactitud en cuál de ellos ya que falseaba constantemente su edad; contra la costumbre general, procuraba siempre añadirse algunos años más.

Son falsas las historias que le suponen vagando muchos años como un pordiosero, o pintando en un mantel o en la pared de un pajar cosas que sorprendían a las gentes. Fue un pintor aristocrático e independiente, pintó lo que quiso y para quien quiso, gozó de la confianza y la amistad del clero y la nobleza, y retrató a reyes y emperadores, siendo Carlos I y Felipe II de España sus mejores clientes; el primero lo llevó a su Corte y, cierta vez, se agachó para recogerle un pincel como demostración de reverencia hacia su arte.

Fue Caballero del Toisón de Oro y Conde del Sacro Imperio Romano. Enrique III de Francia se sentó a su mesa y el pintor le regaló cuantos cuadros le habían interesado en su taller. Tiziano poseía dos casas; una de ellas era un espléndido palacio que, a su muerte, asaltó la chusma ávida de rapiña. Además de ser uno de los hombres que más viajó en su tiempo, se dedicó a los negocios, más o menos limpios: préstamo de dinero, comercio con todo lo que se presentaba y propiedad de un almacén de carbón al por mayor.

La vejez del más formidable pintor veneciano, noble, rico y aficionado a los placeres, estuvo empañada por la muerte de su hermano, la de su hija Lavinia, el intento de asesinato de su hijo Pomponio por Leone Leoni y los múltiples desarreglos de su otro hijo, Horacio. Pero nada de esto pudo con Tiziano. Fue la peste, al igual que su compañero Giorgione, la que se lo llevó casi centenario; también a su hijo y discípulo Horacio, poco después del fallecimiento de su padre. En esa terrible epidemia murió la tercera parte de la población de Venecia.

 

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