VILLAMARTÍN

Sergio Cabaco y Jesús Abades (30/10/2008)


 

 

Nos vamos ahora a Villamartín, otro de los pueblos blancos de la serranía gaditana, para acercarles un patrimonio sacro que podríamos calificar de poco conocido y valorado si tenemos en cuenta la extraordinaria calidad de gran parte de sus piezas, repartidas fundamentalmente entre tres templos.

Las obras que analizamos se encuentran en la Parroquia de Santa María de las Virtudes, iglesia principal de la población, construida en el siglo XVI con importantes reformas en los siglos XVIII y XIX como consecuencia de los daños provocados por el Terremoto de Lisboa del año 1755.

Adjuntamos con el reportaje unos enlaces publicados anteriormente en el portal sobre dos tallas de gran interés: el Cristo de la Vera Cruz de la Iglesia de San Francisco, atribuido a Roque Balduque, y la Virgen del Buen Fin, atribuida a Lorenzo Mercadante de Bretaña y conservada actualmente en la Casa-Palacio de los Topete.

 

 

 

El Retablo Mayor de la Parroquia de Santa María de las Virtudes, labrado en madera de pino de Flandes sin policromar, es una de las piezas más significativas del arte barroco andaluz. Es obra de Francisco Dionisio de Ribas (1678) con esculturas de Pedro Roldán. Está compuesto por dos cuerpos y tres calles, separadas entre sí por columnas salomónicas -elemento introducido en sevilla por el escultor Felipe de Ribas, hermano del autor-, con remate a modo de copete que se adapta a la parte superior del ábside. Debido al fallecimiento de Francisco Dionisio de Ribas, fue concluido por su hijo Francisco Antonio.

Entre los años 1754 y 1759 se le añadieron los suplementos laterales con el fin de cubrir totalmente la cabecera ochavada del templo, siendo los trabajos dirigidos por el retablista y escultor Matías José Navarro. En la fotografía de la derecha, podemos ver la efigie de San Pedro, una de las más destacables de las piezas roldanescas junto con la talla de San Pablo y el altorrelieve de la Coronación de la Virgen.

 

 

 

El retablo de la Virgen del Rosario que preside la nave del Evangelio y da acceso a la sacristía es obra de Matías José Navarro, aunque la imagen titular es bastante más antigua, estando atribuida al escultor abulense Jerónimo Hernández (último cuarto del siglo XVI), maestro introductor del romanismo en la escuela sevillana de escultura y creador de unos modelos marianos de los que derivarían posteriormente las populares versiones de Juan Martínez Montañés o Alonso Cano.

La Madonna, concebida con clásica solemnidad, supone una reinterpretación de las maneras del flamenco Roque Balduque, avanzando en un naturalismo que comienza a preludiar las creaciones del barroco. Las efigies que la flanquean, San Pedro y San Juan Nepomuceno, son anónimas del siglo XVII.

 

 

 

En la línea de los anteriores, presidiendo la nave de derecha o de la Epístola, se halla el retablo barroco sin policromar del Cristo de Ruy Díaz, labrado también por el entallador Matías José Navarro. Según parece, el Crucificado titular, de limpia encarnadura y notables dimensiones, recibe su título por el nombre de su artífice, aunque otros expertos lo sitúan en la órbita del archidonés Juan de Astorga (principios del siglo XIX).

 

 

 

Imágenes titulares de la Antigua y Venerable Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno y María Santísima de los Dolores, Filial de la Archicofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno de Sevilla. La efigie del Nazareno, según Gómez Vidal, debió ser iniciada entre 1632 y 1639 por Francisco de Ocampo, siendo concluida en talla y policromía por un discípulo suyo de segunda fila entre 1640 y 1645 debido al lamentable estado de salud del maestro. Respecto a la Virgen de los Dolores, es un candelero para vestir anónimo del siglo XIX.

 

 

 

A la izquierda, imagen del Dulce Nombre de Jesús, atribuida también al manierista Jerónimo Hernández, si bien su estética parece corresponderse con los modelos barrocos dieciochescos, derivados del Niño Jesús del Sagrario labrado por el maestro Juan Martínez Montañés.

A la derecha, la Virgen del Tránsito, obra de vestir, fechable a finales del siglo XVIII, que es venerada en el interior de una urna acristalada. De esta obra llaman la atención su gesto de placidez, la extrema blancura de sus carnaciones y el perfecto acabado de sus extremidades; esto último, unido al hecho de llevar una larga cabellera postiza, hizo correr la tradición en el pueblo de que a la imagen le crecían el pelo y las uñas.

 

 

 

A la izquierda, magnífico simulacro de San José con el Niño, pieza documentada del escultor jiennense, afincado en Sevilla, Francisco de Ocampo (1622). Según Hernández Díaz, se relaciona con la espléndida creación sobre el tema de su compañero Juan de Mesa que se conserva en Fuentes de Andalucía (Sevilla). El santo aparece representado itinerante, llevando de la mano al pequeño Jesús como su maestro y conductor. En este caso, es el Niño quien sostiene la vara florecida que simboliza la advocación josefina. Ambas piezas, independientes la una de la otra, se hallan sin embargo perfectamente interrelacionadas.

A la derecha, el Crucificado de las Aguas, piadosa obra del siglo XVII, de factura popular y brazos articulados para realizar la Ceremonia del Descendimiento de la Cruz, que recibe culto en el trascoro del templo.

 

 

 

El 5 de enero de 1652, el bordador, pintor y escultor Pablo Legot (1598-1671) recibió de Juan de la Calle, vicario por entonces de la iglesia de Villamartín, 200 ducados de vellón por el dorado y estofado del Retablo de Santa Ana. Es probable que Legot, luxemburgués afincado en Cádiz desde 1635 hasta su muerte, subcontratara la labor de talla y escultura y se ocupara exclusivamente de las trazas y las tareas de pintura.

De Pablo Legot son, a ciencia cierta, los lienzos situados en el interior de la hornacina; sin embargo, el del ático parece obra del siglo XIX. Respecto a la efigie procesional de Santa Ana, Patrona de Villamartín, es probable que se trata de una pieza flamenca anterior al retablo, quizás labrada en torno a 1598, año en que comienza a celebrarse su festividad en el municipio gaditano.

 

 

 

En la fotografía de la izquierda, podemos ver a la Virgen de las Virtudes, titular del templo que recibe culto en el magnífico retablo mayor de Francisco Dionisio de Ribas. Sustituye a una efigie anterior, aunque se desconocen los motivos del reemplazo y si la antigua talla se conserva. Es de candelero para vestir y fue labrada en el XIX por Juan de Astorga en la línea de su estética romántica, clásica y refinada.

A la derecha, magnífica talla procesional de Cristo Resucitado, atribuida a Jerónimo Hernández, discípulo del también abulense Juan Bautista Vázquez el Viejo. Es pieza heredera de los modelos miguelangelescos, dotados de elegante apostura y notable monumentalidad, al igual que la obra sobre el mismo tema tallada por Hernández que conserva la sevillana Cofradía de la Quinta Angustia. Sin embargo, presenta un carácter menos afectado y un modelado más expresivo que la va alejando del manierismo e introduciendo en los inicios del barroco sevillano. Recientemente, José Carlos Pérez Morales la ha relacionado con Pedro Roldán por sus semejanzas con el San Juan de la Prioral de El Puerto de Santa María, obra documentada de Roldán (1662).

 

 

 

A la izquierda, Inmaculada Concepción vestida con el hábito carmelitano, imagen catalogada en la primera mitad del XVII, aunque su factura pudiera adelantarse a los albores del siglo. Se caracteriza por la frontalidad y el arcaismo del semblante y por los ropajes simétricamente dispuestos al modo castellano.

La misma iconografía puede aplicarse a la talla mariana que vemos en la fotografía de la derecha, procedente de un antiguo hospital y usada como Virgen Madre o Virgen de Belén en el portal navideño de la parroquia. Es de finales del siglo XVI, de candelero para vestir, y muestra la rigidez y el estatismo habituales de su etapa de ejecución, visibles tanto en el modelado del rostro como de las manos, de tipo peine o tenedor.

 

FUENTES: PÉREZ REGORDÁN, Manuel. "Bosquejo biográfico del pintor Pablo Legot, autor del retablo mayor de la Iglesia Parroquial de Espera", publicado en Revista del Cristo, Espera, 2003. GÓMEZ VIDAL, Juan José. "Aproximación a la historia de la Hermandad del Nazareno de Villamartín", publicado en http://nazarenovillamartin.com/historia.htm; HERNÁNDEZ DÍAZ, José. "Los Ocampo, imagineros giennenses del siglo de oro", publicado en Boletín del Instituto de Estudios Giennenses, Jaén, 1980; AA.VV. Guía Artística de Cádiz y su Provincia (II), Cádiz, 2005.

 

Nota de La Hornacina: Nuestro más sincero agradecimiento a José Manuel Álvarez Benítez,
Párroco de Villamartín, por la información y las facilidades prestadas para elaborar este reportaje.

 

Fotografía del Coro de http://web.villamartin.es

 

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