PILAS

Jesús Abades


 

 

De Málaga volvemos de nuevo a la zona occidental de nuestra región, concretamente al municipio de Pilas, situado en el Aljarafe sevillano, cuyo interesante patrimonio escultórico se halla repartido mayormente entre la Parroquia de Santa María la Mayor, la Ermita de Madre de Dios de Belén y la Capilla del Sagrado Corazón de Jesús.

El conjunto histórico de tallas y retablos no conoció grave quebranto en los sucesos de 1936, si bien se han producido retiradas de altares con discutible criterio y algunas piezas reclaman una urgente y experta restauración. Es de destacar el papel de las cofradías de penitencia, que han experimentado un gran auge en los últimos años, a la hora de conservar las obras pasionistas que tienen como titulares.

 

   

 

A la izquierda, una vista general del Templete neoclásico que ocupa el presbiterio de la Parroquia de Santa María la Mayor. Habitualmente, se halla ocupado por una imagen de talla completa que representa a la Virgen sedente con el Niño en brazos, obra anónima de principios del siglo XVII con reformas dieciochescas que afectaron sobre todo a su policromía. En la parte superior de la fábrica se halla un Cristo Crucificado, también del XVII.
En el centro, imagen de la Virgen de los Dolores que, en el momento de ser tomada la fotografía, se hallaba presidiendo el templete con motivo de la celebración de su triduo anual. Titular de la Cofradía del Cautivo, es obra de la segunda mitad del siglo XVIII, de autor desconocido, caracterizada por el atribulado semblante y las manos entrelazadas, en actitud orante. Fue restaurada en el año 2003 por Francisco Berlanga de Ávila, quien le hizo un nuevo candeleró, restañó desperfectos y colocó nuevas pestañas postizas.
A la derecha, imagen montañesina del Dulce Nombre de Jesús, perteneciente a la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad, que es procesionada en Pilas cada Domingo de Resurrección para celebrar las famosas Carreritas junto a la Patrona de la villa. Los grandes ojos vítreos que presenta actualmente, enmarcados por pestañas postizas en los párpados superiores, son fruto de una remodelación, efectuada probablemente en el siglo XVIII. Porta en su mano derecha una cruz de metal en alusión al carácter pasionario de la iconografía.

 

   

 

A la izquierda, excelente escultura de la Virgen del Carmen, fechada a mediados del siglo XVIII y conservada en su retablo situado en la cabecera de la nave izquierda. Se halla en actitud sedente y a sus pies emergen dos almas del purgatorio rogando su gracia. El Niño, de gran expresividad, se sienta sobre su pierna izquierda, en divertido escorzo, y abre los brazos para ofrecer su protección a las ánimas. La disposición del manto en sinuosas curvas, las impecables carnaciones y el gusto por lo anecdótico denotan la influencia del arte de Hita y Castillo.
En el centro, imagen titular de la Cofradía de la Soledad, fechable en la segunda mitad del siglo XVII aunque muy restaurada posteriormente. Se trata de un Crucificado de hombros articulados, cuerpo de papelón, y cabeza, manos y pies de madera policromada, que recibe culto todo el año como Cristo en la Cruz pero cada Viernes Santo es dispuesto como Cristo Yacente para procesionar en el interior de una urna.
A la derecha, graciosa estatuilla en terracota policromada, recubierta de clámide púrpura bordada en oro por la devoción popular, que representa a un abatido Cristo de la Humildad y Paciencia. Es obra del siglo XVIII y se halla en una pequeña hornacina acristalada, situada a los pies del retablo de San José.

 

   

 

A la izquierda, imagen de San José con el Niño, fechada en el segundo cuarto del XVIII. La talla es digna sucesora del prototipo iconográfico establecido por Pedro Roldán que se conserva en la Catedral de Sevilla. Al igual que la Virgen del Carmen o el lienzo de las Ánimas Benditas, se venera en un magnífico retablo de estípites cuya labor ha sido relacionada con los ensambladores Manuel García de Santiago y los Hermanos Medinilla.
En el centro y a la derecha, tallas académicas del XVIII que representan a San Antonio de Padua y San Francisco de Asís. Pese al parejo trabajo de gubia en los hábitos, no parece que sean obras de una misma mano. La dulce imagen de San Antonio con el Niño presenta gran finura en su modelado, frente a la mayor tosquedad, especialmente en sus manos, de la imagen de San Francisco, que además posee ojos de cristal. Se hallan flanqueando el camarín de Nuestra Señora de la Soledad, antaño enmarcado por un retablo neoclásico que fue retirado ante su mal estado.

 

   

 

A la izquierda, la mencionada Virgen de la Soledad, titular de la cofradía del mismo nombre. Se trata de una exquisita Dolorosa de candelero para vestir, atribuida con fundamento al malagueño Juan de Astorga Cubero, cuyos peculiares grafismos podemos observar en la grácil inclinación de la cabeza hacia la derecha, el rictus de dolor de sus labios, el cuello de tambor, las claras carnaciones y el cuidado trabajo de talla de las manos. 
En el centro, talla dieciochesca de la Virgen del Rosario, de agraciado semblante y cuello largo y estilizado. Imagen de vestir, se halla ataviada con tejidos de raso y brocatel. Porta en su mano derecha el cetro y en la izquierda al Niño, y entre ambas el rosario. Se exorna con corona, ráfaga y media luna de plata. Junto a su altar se conserva en una vitrina la magnífica Custodia Procesional del Corpus Christi, obra realizada en el sevillano Taller de Cristina Ysaura (1858) que ha sido recientemente restaurada.
A la derecha, imagen de Jesús Cautivo que recibe culto en la capilla situada a los pies de la nave izquierda del templo. Es una interesante talla para vestir del escultor sevillano Antonio Eslava Rubio (1962), que se halla ataviada con túnica de terciopelo morado, escapulario trinitario y potencias de metal dorado. El escultor e imaginero sevillano José María Leal Bernáldez, le hizo nuevo cuerpo interno en madera de cedro en 2007.

 

   

 

De la parroquia pasamos a la Capilla del Sagrado Corazón de Jesús, en cuyo interior reciben culto obras en su mayoría modernas como la imagen del Cristo del Amor en la Entrada Triunfal en Jerusalén, labrado en el año 2001 por el carmonense Miguel Ángel Valverde Jiménez. Como es habitual en sus creaciones, el autor recrea los  prestigiosos modelos de la escuela sevillana impuestos por Martínez Montañés y Juan de Mesa.
En el centro, el imponente Cristo de la Vera Cruz, una de las mejores obras de Francisco Buiza, quien lo esculpió en el año 1972. Heredero de los modelos mesinos del primer tercio del XVII, presenta un notable colosalismo en su concepción, tanto en su considerable altura (196 cm) como en su poderosa anatomía, de miembros robustos y alargados. Muy singular es la disposición de la barba, fruto de representar la cabeza rehundida sobre el pecho. La policromía del Varón es muy cruenta, insistiendo en las señales de la Pasión. Se venera en la Ermita de Belén, donde aparece escoltado por dos ángeles pasionistas de Emilio Pizarro de la Cruz (principios de siglo XX).
A la derecha, la Madre de Dios de Belén, patrona de Pilas. Es una imagen manierista de autor anónimo sevillano, catalogada en torno al año 1580, que sufrió una importante reforma en el siglo XVIII para adaptarla a los gustos de la estatuaria barroca. Fue entonces cuando renovaron la policromía, colocaron ojos de cristal y pestañas postizas, y labraron una nueva talla del Niño. Se halla entronizada en un espléndido retablo mayor de Francisco Dionisio de Ribas (1651), procedente del sevillano Convento de la Asunción.

 

Fotografías de la Virgen de la Soledad, Cristo del Amor y Cristo de la Vera Cruz
de Víctor Manuel Mudarra Fuentes para
Pilas Cofrade
Fotografía de la Virgen de Belén de Rosario Moreno Quintero para
Pilas Cofrade
Fotografía de la Virgen de los Dolores de Óscar Torres para Pilas Cofrade

 

Pilas Cofrade

 

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