LUCENA DEL PUERTO

Sergio Cabaco y Jesús Abades


 

 

Nuestra ruta comienza con la localidad onubense de Lucena del Puerto, limitándonos a lo más interesante del patrimonio escultórico del templo de San Vicente, no destruido en 1936 y enriquecido con piezas artísticas procedentes del demolido Hospital de la Misericordia y de la Iglesia del Monasterio de la Virgen de la Luz, magnífica construcción de estilo gótico flamígero hoy en día desacralizada y en manos privadas.

La parroquia de San Vicente Mártir fue reconstruida entre los años 1758 y 1760 tras quedar gravemente dañada por el Terremoto de Lisboa de 1755. De época anterior se conserva la Capilla Mayor, de principios del siglo XVI.

 

   

 

A la izquierda, vista del Retablo Mayor, de líneas rocallas y consagrado al patrón de la localidad. Fue labrado en 1782, según consta en los archivos del templo, empleando elementos propios del estilo como estípites y fondos jaspeados y de tonos verdosos. Ha sido restaurado en 1998 por Paulino Palma y Carlos Núñez Guerrero.
En el centro, talla de San Vicente Mártir que, como titular de la parroquia, recibe culto en la hornacina central de dicho retablo. De concepción hierática y ropajes ricamente decorados, se trata de una obra manierista realizada en torno al año 1560. En el libro que sostiene en su mano izquierda consta que fue restaurado en el año 1891. Se exorna con interesante diadema de plata, cincelada por manos anónimas en el siglo XVIII.
A la derecha, el Cristo de la Sangre. Su retablo data de 1783 y está ubicado en la primera capilla del lado del Evangelio. Responde al prototipo de retablo-crucifijo, de un solo cuerpo y traza simple lineal, que se adapta al hueco del muro y descansa sobre un banco de obra. Aunque se trata de una obra de taller de factura popular, decorada con lienzos que representan a la Dolorosa y San Juan Evangelista, no cabe duda del interés artístico del conjunto en el que destaca la imagen del Crucificado, una escultura de bulto redondo del círculo de Roque Balduque (1565). La fotografía está tomada antes de la restauración a la que fue sometido el conjunto en el año 2004.

 

   

 

A la izquierda y en el centro, esculturas de San José con el Niño y la Inmaculada Concepción, encargadas en 1778 tal y como figura en el archivo parroquial. La imagen del santo sigue el modelo roldanesco, mientras que la Virgen remite al prototipo montañesino de la Cieguecita. Posiblemente salidas de una misma mano, suponen una imitación de modelos barrocos, tamizada por la plástica formal y depurada del neoclasicismo propio del periodo.
A la derecha, imagen del Cristo Yacente con la que antiguamente, al estar provista de brazos articulados, se realizaba la ceremonia del Descendimiento. Es obra de principios del siglo XVII, de rígido modelado, considerada por un sector de la crítica próxima al arte de Juan de Oviedo y de la Bandera.

 

   

 

A la izquierda, grupo de la Virgen de las Angustias con el Hijo muerto en su regazo. Se puede fechar en el primer tercio del siglo XVI, reflejando aún la herencia de las tallas góticas en una composición de evidente arcaísmo. Formaba parte del patrimonio de la Capilla del Hospital de la Misericordia, construcción de 1782 tristemente desaparecida en 1963 para levantar un moderno centro de salud. Ha sido restaurada por Pedro Jiménez (1998).
En el centro, magnífico altorrelieve de San Miguel Arcángel derrotando al demonio. Forma parte de la decoración escultórica del retablo de la Virgen de los Dolores, del siglo XVII, y hace pareja con otro que representa a San Gabriel. Puede relacionarse con el estilo de Francisco de Ocampo, aunque la airosa elegancia de formas acusa una corriente más avanzada, cercana al arte de los Hermanos Ribas. La Dolorosa es una mediocre obra de procedencia catalana, retallada por Antonio León Ortega.
A la derecha, imagen moderna de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder. Fue realizada en el año 1948 por el imaginero ayamontino Antonio León Ortega, reflejando su estilo dulce y austero. Es titular de una cofradía de penitencia, cuya titular mariana fue modelada también por León Ortega.

 

   

 

A la izquierda, interesante escultura de la Virgen del Rosario, obra sevillana de finales del siglo XVI o principios del XVII, heredera del modelo de Virgen con el Niño impuesto por el hispanoflamenco Roque Balduque y continuado por sucesores como Jerónimo Hernández o Miguel Adán. Fue retocada en el Setecientos, época en la que se le añaden los ojos de cristal y se le aplica la actual policromía, de ricos motivos vegetales.
En el centro, Retablo de la Virgen de la Luz, de 1560. Es de estilo manierista y de gran calidad tanto artística como técnica. Ubicado en la capilla mayor, está presidido por la imagen de la Virgen de la Luz y formado por un banco en el que están representados los cuatro evangelistas y los cuatro Padres de la Iglesia latina; dos cuerpos con San Pedro, San Pablo, San Lorenzo, las tablas de San Juan Bautista y la Resurrección de Cristo; y un ático de seis tablas policromadas al óleo y dos tablas de menor tamaño que muestran la Anunciación. Al igual que el retablo del Cristo de la Sangre, fue restaurado en el año 2004.
La imagen de la Virgen de la Luz es una obra anónima de 1503 procedente del Monasterio de la Luz, desde donde fue trasladada a la parroquia en 1837 con motivo de la exclaustración del mismo. Está esculpida en pasta de celulosa y se halla imbuida en la tradición tardogótica, con la incurvación característica, marcada por angulosos pliegues en el manto y contrapesada por la inclinación de la cabeza y las simétricas curvas de la silueta. Existen imágenes similares, probablemente sacadas del mismo molde, en Villarrasa (Huelva), Antequera (Málaga), Prádanos de Bureba (Burgos) y Hornillos (Valladolid).

 

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