CAPUZ Y BENLLIURE O EL RETORNO A LOS ORÍGENES

Jesús Abades (30/11/2015)


 

 
 
El Nazareno del Paso de Benlliure pintado por Valentín Kovatchev

 

Desde la apertura del portal La Hornacina, hace ya diez años, hemos intentado siempre concienciar sobre los méritos artísticos del Resucitado malagueño de José Capuz. En ningún caso ha sido nuestro propósito adoctrinar ni mucho menos ser redentores de un escultor consagrado que labró para la ciudad de Málaga una pieza maestra a la altura de su prolífica obra para la Semana Santa de Cartagena. Simplemente hemos procurado hacer justicia a una escultura que, no sin muchas dificultades, ha conseguido mantenerse en un entorno hostil que cuestiona hasta su indudable valía.

A pesar de ello, somos conscientes de que la urbe malagueña, valedora del mestizaje pese a la globalización sufrida en los últimos cuarenta años, ha sido también el mejor destino en el que podía haber caído la obra de Capuz dentro de Andalucía. En cualquier otra provincia la imagen ya hubiera sido retirada; por no hablar de que en muchas de ellas su encargo hubiera sido fugaz o ni se hubiera producido.

No solo ha tenido delito el trato hacia la talla, sino la manera en que se ha desdeñado su marco histórico y compositivo, suprimiéndose las figuras de los soldados romanos que hacían guardia en el sepulcro, aterrorizados ante la presencia transfigurada del Cristo de Capuz concebido como un fantasmal pantocrátor que deshace los envenenados vocablos de la muerte.

Curiosamente, los mismos que se indignan ante el desmenuzado arte español -ese que se muestra hoy día a través de efigies desmochadas, retablos desmontados o lienzos cercenados, muchas veces repartidos entre museos y colecciones privadas del extranjero como consecuencia de los expolios de la historia- no siempre son igual de consecuentes con la integridad de conjuntos procesionales como el del Resucitado malagueño, perdidos muchas veces por los efímeros caprichos estéticos del momento y no por razones de exceso de carga, pese a que en ocasiones nos hayan intentado convencer de lo contrario.

Por todo ello, desde La Hornacina defendemos la presencia del Resucitado de Capuz como inigualable broche de oro para los desfiles penitenciales de Málaga y consideramos que el diseño del nuevo trono realizado por el gran artista Fernando Prini para el desfile de esta noble imagen, debería ampliarse para recoger el grupo escultórico del escultor valenciano en su totalidad.

No creemos que tal solución sea un menoscabo para remediar otro ni suponga alteración alguna del interesante catafalco neomanierista ideado por el diseñador. Todo lo contrario. Creemos que sería un enriquecimiento patrimonial completo que iría en beneficio de todo y de todos.

 

 
 
Romano labrado por Capuz para el grupo del Resucitado

 

Otra imagen malagueña, la del Dulce Nombre de Jesús Nazareno del Paso fue concebida por su autor, el escultor valenciano Mariano Benlliure, para procesionar con túnica lisa, dejando parcialmente descubierto el torso, y con un gran madero liso sobre el hombro, sobrio y de sección rectangular.

Con las evidentes distancias entre la Semana Santa castellana y la andaluza, la talla malagueña, de marcado perfil hebraico, vino a constituir una interpretación vestidera y más dulcificada, aunque no por ello menos realista, del conjunto escultórico Redención para Zamora, labrado por Benlliure entre 1926 y 1931.

Es lógico que la devoción del pueblo regale a sus dioses las más valiosas prendas y los más rutilantes accesorios para su ornato. Ha sido así desde la Antigüedad y, en el caso de las imágenes cristianas como el Nazareno del Paso, piezas como la túnica bordada o el madero con los remates dorados representen, además de un símbolo de su divinidad mediante el más preciado de los metales, una especie de alivio para el sufrimiento en su Pasión.

Sin embargo, lo que debe ser excepcional, tratándose en este caso de un modelo ideado por su autor, no se puede convertir en una costumbre, aunque ello haya sido tradición en Málaga desde el barroco, cuando, junto a los elementos anteriores, los cristos comenzaron también a adornarse con ricas pelucas de tirabuzones, finos encajes y coronas de espinas cinceladas en oro.

Lejos de esta concepción tradicional, el Nazareno de Benlliure posee una estética personalísima, formalmente más austera pero en absoluto por eso menos bella, que se ha visto prácticamente marginada a lo largo del tiempo y, aunque sea con alternancia, debería recuperar el sitio que le corresponde en cada procesión.

 

Acceso a El Cabildo

Escrito publicado en El Cabildo

 

Fotografía inferior de B. LaFuente (Diócesis de Málaga)

 

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