Escribo este artículo para mostrar mi indignación ante la politización que está sufriendo la Semana Santa en estos días previos a los desfiles penitenciales, los cuales ocurren en la calle, que es espacio de todas las personas, cada una de ellas con su diferente ideología, pensamiento y opinión.

Me refiero exactamente al rechazo por parte de algunas hermandades a la próxima modificación de la Ley del Aborto, a través del lazo blanco colocado en los pasos o tronos que componen sus cortejos.

Como Licenciado y Doctorado en Bellas Artes, profesión muy relacionada con la Semana Santa, me indigna la doble moral política de estas cofradías (formadas en su inmensa mayoría por seglares), no respetando las libertades individuales como a ellas se las respeta, desde el plano público, para que en la calle, espacio como ya digo de todas/os, hagan sus ritos de fe religiosa.

Más concretamente me indigna que, en un acto público y auspiciado por los ayuntamientos, se politice a favor de unas ideas que no representan a todas/os los ciudadanos/as; no sólo a las/los integrantes de las cofradías, sino también a quienes no forman parte de ellas, hiriendo de esta forma sensibilidades ajenas.

¿Por qué tales asociaciones no se han implicado en otras causas colocando lazos de color en sus pasos? Ahí está, por ejemplo, el lazo rosa, símbolo de las mujeres afectadas por el cáncer de mama, o el lazo rojo, en solidaridad con los portadores o enfermos del SIDA (causa que yo reivindico como artista plástico a través de intervenciones en el ámbito público), claro que, en este caso, no dejaría de ser una ironía, pues los mismos que ahora dicen defender la vida, se siguen encargando de dar tintes moralistas a dicha pandemia.

¿Por qué tampoco esas hermandades no reivindicaron, hace ya varios años, la no participación de España en la guerra de Irak? Deberían haberlo hecho en pro de la paz, bonito nombre, por cierto, que llevan muchas populares devociones, Cristos y Vírgenes, de nuestra Semana Santa.

Vaya mi enhorabuena y mi apoyo a las cofrades que están en su libertad de expresarse como quieran, pero rechazan exhibir lazos blancos en una procesión, en un espacio público, por considerarlo un contrasentido, tanto para la población, como de cara al turismo que viene a contemplar nuestras procesiones.