EL CRISTO DE LA EXPIRACIÓN DE MORÓN DE LA FRONTERA
¿EL CRUCIFICADO DEL SIGLO XX?

Sergio Parra Medina


 

 

 

Existe en Morón de la Frontera (Sevilla), una verdadera obra de arte que es sacado en procesión los Jueves Santos. Es una magnífica imagen, y a pesar de ser de pueblo (sin descalificar) podría encajar perfectamente en la mejor Semana Santa del mundo, o en cualquier prestigioso Museo de Arte.

Para empezar diremos que es un Crucificado de nuestro gran sevillano Antonio Illanes Rodríguez, es el tercero de su ingente y variada producción artística. Realizado entre 1929 y 1930, posteriormente al de La Lanzada y al primero de las Aguas, desaparecido por accidente.

Antonio Illanes realizó numerosos Crucificados más, a cuál más interesante, destacando principalmente el segundo para la Hermandad de las Aguas del año 1941 (premiado en Concurso Nacional) y el muy personal y original Cristo de la Expiración del año 1966.

De todos ellos, se puede rescatar su correcta construcción, la "severa elegancia" (como así definió Illanes a su Cristo de la Lanzada), el estudio anatómico, su impronta valiente, rica en proporciones y modelado, así como la garantía de un verdadero maestro de la escultura y la imaginería andaluza.

Existe en él algo más que la imagen de un hombre crucificado. Es una escultura con calidad, con historia, con plasticidad porque se puede apreciar armonía en su conjunto de formas, donde el volumen está tratado con sensibilidad, envolviendo perfectamente la carne con la estructura ósea, delicadeza y buen gusto en la distribución del sudario, movimiento serpenteante que se mantiene en tensión, interpretación consciente y magistral del cuerpo humano masculino por ser rotunda su percepción.

El Crucificado de la Expiración de Morón de la Frontera, el tercero de los Crucificados labrados por Antonio Illanes, impone por todas estas características palpables en toda la producción de su artista y sobrecoge por una tremenda carga de espiritualidad y religiosidad que toda imagen debe poseer. Su estilo es Neobarroco, pero guarda en su modelado la huella moderna del escultor, inseparable del conjunto de su obra escultórica, propiamente de estilo "illanesca".

El rostro del redentor, está perfectamente concebido, tanto por su estructura morfológica, como por su divina expresión dramática de angustia, que plasma la agonía del que está a a punto de morir...

El Cristo de la Compañía, como así se le conoce en Morón de la Frontera, despierta la admiración de todo quién lo ve en su altar o en su paso, así como en su Vía Crucis anual, tremendamente sobrecogedor. Es por ello, por lo que la aproximo al pueblo sevillano, en general, así como a invitarles a que la vean directamente, para que conozcan una de las más acertadas imágenes del Siglo XX, verdadera obra de Arte que pertenece al mundo de las Cofradías... Crucificado de por siempre... Entre la vida y la muerte.

 

Nota de La Hornacina: Sergio Parra Medina es Licenciado en Bellas Artes, Especialidad de Escultura.

 

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