EL COMISARIADO DE ARTE Y EL INTRUSISMO PROFESIONAL

Venancio Galán (04/04/2017)


 

 

Hemos llegado al punto en que nos creemos capaces de hacer prácticamente de todo. Pensamos que el comisariado o el montaje de una muestra es lo más fácil del mundo y que está al alcance de todos. Que es algo muy sencillo, como si un chiquillo pudiese hacerlo. Si total, es colocar cuadros, fotografías o esculturas en un sitio ¿Quién no puede hacer eso? Es lo mismo que cuando yo pongo cosas en mi casa, tampoco es para tanto, ni que para eso hiciese falta estudiar, solo hay que tener buen gusto...

El comisariar una exposición no es tarea fácil, créanme. Es un trabajo que lleva muchos meses, aunque la mayoría piense que nosotros decimos dónde van los cuadros, según nos gusten, el autor, estilo, escuela o época, pero no. El comisariado lleva una profunda labor de investigación para conocer al artista y su obra. Debemos ordenar cientos de ideas que tenemos que completar, en muchos casos, con el resto de un equipo.

No crean que el primer montaje que a uno le viene a la cabeza es el que finalmente se va hacer. Tras conocer la obra y el artista, existe un elemento condicionador: el espacio. El lugar donde va a tener lugar la muestra, su conocimiento y las condiciones que ofrece, es la pieza clave para decidirte por un discurso u otro. Un espacio en el que tenemos que ver, la luz existente, tanto natural como artificial, si existen ventanas, radiadores, puertas, accesibilidad... todo importa y tiene que ser estudiado y tenido en cuenta.

Cuando te proponen llevar a cabo una exposición, tu cabeza es un hervidero, se te agolpan las ideas y realizas al menos cinco proyectos, y en muchos de los casos, el resultado final será una mezcla de los mismos.

Por otro lado, siempre estará el que visite tu trabajo y diga: "Yo lo hubiera hecho de otra manera y seguro que estaría más bonica". Y es que seguramente, como tú lo hubieses hecho ya estaba contemplado por el comisario y si no se ha llevado a cabo tiene mil porqués.

¿Tan fácil es montar una exposición? Realmente no, y te das cuenta que, aunque en una carrera o en un máster te enseñen cientos de cosas para montar la exposición perfecta, cuando de verdad te enfrentas a una, entiendes cuánto te queda aún por aprender. La teoría se convierte en utopía, y cuando estás en contacto con la obra, el espacio, etcétera, te das cuenta de la importancia que tiene tu aprendizaje.

El saber de un comisario es esencial respecto a aspectos técnicos, de humedad, luz, conservación, diseño... pero también debe saber de técnicas artísticas, historia del arte, conservación, diseño, informática... Un comisario tiene que tener una preparación, unos conocimientos para saber afrontar los problemas, tomar decisiones y qué obra se expone y cual no, para que el resultado final no sea una cacharrería, sino otra obra de arte en sí.

Los museólogos somos magos, artistas, genios... Somos descendientes directos de Prometeo, ya que dotamos de vida a salas inertes a partir de una colección de obras de arte, arqueología, bibliografía, antropología, historia... todo ello muy bien presentado y estudiado. No, nuestro trabajo no lo puede hacer cualquiera.

 

Fotografía del Musée Rodin

 

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