El Vaticano, a veces, parece vivir fuera del mundo. En el otro, como reza la canción. Ni preservativos, ni derecho al propio cuerpo, ni matrimonios homosexuales, ni pensar con independencia... Quizas los papas creen vivir antes de la abolición del poder divino por el pueblo soberano, pero lo que tengo muy claro es que este emporio actualmente no desciende del Dios amoroso y tolerante en el que muchos creemos ni mucho menos habla en su nombre.

Se celebran los 60 años de la Declaración de los Derechos Humanos, un papel mojado, una cortina de humo, un mero instrumento de ese silencio que sigue existiendo.

Me llama la atención la actitud del gobierno de Francia, cuna y patria de una revolución que dió lugar a otras. Le ha salido al Napoleón de pacotilla una ministra respondona, la de los Derechos Humanos precisamente; y claro, no se puede ofender a la gran China, no se permite decir que la mayoría de las ONG son tapaderas, que interesa que la pobreza siga existiendo, que en los paises islámicos se lapida a las mujeres, se las subalimenta, se las fuerza y se las invisibiliza, y que en dichos países, y en otros, torturan, meten en la cárcel o incluso suprimen a homosexuales, en su mayor parte hombres, hay que decirlo, porque las mujeres ni siquiera existimos para ese tema.

El Vaticano (vuelvo a él, aunque aclaro que no por inquina) todavía no se ha pronunciado condenando la pena de muerte. Al menos, podrían crear un nuevo pecado capital: la violencia de género. ¿Importamos las mujeres a la Iglesia? En ocasiones, creo que nada. Bueno, para poner flores al santísimo eso sí, así como para bordar sotanas y pluviales, y para procrear, eso por encima de todo.

Grecia arde en llamas y la vieja Europa eructa aburrida mirando a Angela Merkel para ver dónde está el Euribor, el paro, la desesperación... Soy incapaz de tomar partido en los sucesos de Palestina. Completamente ignorante en cuánto a quien es más culpable. Humanamente es terrible lo que sucede. Abominable que las vidas humanas valgan tan poco. Los dirigentes israelíes no tienen perdón, los de Hamás, quienes el 18 de diciembre decidieron romper el alto el fuego y amenazar con nuevos ataques suicidas, tampoco.

 

 

En España, las encuestas apuntan a una masa joven ausente de la realidad. Piden pena de muerte, aumentan los abortos y quieren seguir en casita, lará-lará-larita. Por lo demás, casi más de lo mismo que en ediciones anteriores: la hija del asesino saca un best-seller, la reina, tras su deposición confesional, sigue casi muda (¿se quedará como Masako?), la crisis es un alien que nos penetra catártica y globalmente, el CGPJ sigue en el limbo (aunque El Vaticano, y dale yo, diga que no exista), en las televisiones ya hasta se escupen a la cara y estamos empezando a creer que Obama quizás no es tan puro ni emblemático como se pensaba.

En fin, aunque sea un asco todo y pese a todo, esperanza, fraternidad y solidaridad para todo el año 2009, no solamente las reservemos para las fechas navideñas.

 

Obras de las Fotografías: Esperanza, de Miró y Bellosillo.

 

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