ROSTROS DEL RENACIMIENTO. RAFAEL VISTO POR MENGS
20/05/2015
La Obra Social de Ibercaja presenta la exposición Rostros del Renacimiento. Rafael visto por Mengs, que se puede visitar en el excepcional Patio de la Infanta (San Ignacio de Loyola, nº 16), en la sede central de la entidad (horario: lunes a viernes, de 09:00 a 14:00 y de 17:00 a 21:00 horas; sábados, de 10:00 a 14:00 y de 17:00 a 21:00 horas; domingos y días festivos, de 11:00 a 14:00 horas). La exposición, que se puede visitar desde hoy 20 de mayo al 3 de abril del próximo año 2016, muestra los dibujos que realizó Anton Raphael Mengs sobre algunos rostros de la famosa Escuela de Atenas, obra pintada por Rafael Sanzio de Urbino en las estancias vaticanas entre los años 1509 y 1510. El hijo de Anton Raphael, el pintor Alberico Mengs, dio estos retratos para que fueran convertidos en grabados, cosa que hizo Domingo Cunego antes del año 1785. El diplomático aragonés José Nicolás de Azara -que había apoyado la edición- envió los grabados a la Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País, que estaba muy interesada en adquirirlos para su Escuela de Dibujo. Por ello, en 1793 ya forman parte del patrimonio de la Real Academia de Nobles y Bellas Artes de San Luis, fundada por la Económica Aragonesa. En la muestra se incorporan además cuatro importantes trabajos de Isabel Guerra sobre fotografías elaboradas y texturizadas, realizados para esta ocasión presentando los rostros de Rafael Sanzio, Mengs, Azara y Francisco Bayeu, notable aragonés profundamente apoyado por Mengs cuando fue pintor de la corte de Carlos III, y que es el autor de los seis rostros dieciochescos que se incorporan al Patio de la Infanta complementando esta singular muestra que recupera el buen hacer de los ilustrados aragoneses, fundadores de Ibercaja. |
Los personajes de la exposición (por Domingo J. Buesa Conde)
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La historia de la Escuela de Atenas (por Domingo J. Buesa Conde) En 1508, el papa Julio II llama a Rafael para encargarle la decoración al fresco de las Estancias (actualmente conocidas como "Stanze di Raffaello") situadas en el segundo piso del Palacio Pontificio, en concreto la que se destina para albergar la biblioteca papal, aunque al final será empleada para la reunión del más alto tribunal pontificio, razón por la que pasa a la historia como la "Sala de la Signatura". Rafael tiene 25 años cuando acomete esta obra en la que -partiendo de la visión del teólogo que le propuso representar las tres categorías máximas del ser humano: la Verdad, el Bien y la Belleza- desarrolla cuatro grandes temas: la teología, la filosofía, la poesía y la justicia, que le van a hacer gozar de la admiración papal y tener que seguir decorando otras dos estancias vaticanas en la que se incluyó la famosa pintura del "Incendio del Borgo". Las cuatro paredes de esta estancia vaticana -la "Estancia del Sello"- albergan cuatro escenas, cuyos contenidos pudieron ser diseñados cuidadosamente por el papa, en las que se sugiere una concepción de la Teología como una combinación de la revelación divina y de la humana búsqueda de la verdad. La Verdad marca la escena de la "Disputa del Sacramento", que planteaba el triunfo de la Eucaristía. La escena de "El Parnaso" apuesta por la Belleza y traza esa apasionante búsqueda de la inspiración que algunos personajes -volviendo sus ojos- parecen buscar en el cielo. En la pared opuesta al Parnaso, la escena de "Las Virtudes" recoge la reflexión sobre el Bien, y enfrente de la escena de la Eucaristía -en realidad "El triunfo de la Iglesia"- en una de las dos paredes sin ventana se pintó el monumental fresco de la "Escuela de Atenas" que nos presenta a sus miembros bajo una impresionante arquitectura renacentista, que sabemos se inspiró en el proyecto de Bramante, su amigo y protector, empeñado entonces en la renovación de la basílica paleocristiana de San Pedro de Roma. El techo de la sala se enriquece con cuatro grandes medallones con las alegorías de la Teología, de la Poesía, de la Filosofía (que está encima de la escena de la "Escuela de Atenas") y de la Justicia. En esa impresionante arquitectura renacentista se desarrolla el trabajo intelectual de los filósofos que componen la Academia de Atenas, fundada por Platón a finales del siglo IV a.C. y cerrada por el emperador bizantino Justiniano en el siglo VI cuando decidió prohibir el estudio de la filosofía griega. En ella se estudiaban cosas muy diversas, incluyendo matemáticas, medicina, retórica o astronomía, funcionando como una autentica universidad que se levantaba -al norte de Atenas- en el olivar sagrado que se había dedicado a Atenea, diosa de la sabiduría. Uno de sus alumnos, más tarde profesor en ella durante muchos años, fue Aristóteles quien al final de su vida fundaría otra escuela para estudiar filosofía conocida como el Liceo, que se haría famosa como escuela peripatética o itinerante, porque los alumnos y profesores discutían y explicaban mientras andaban en grupo bajo los soportales o protegidos por los espacios enramados. En la Escuela de Atenas estudiaron y estuvieron todos los grandes pensadores y científicos del mundo antiguo, razón por la cual el pintor puede ofrecernos un muestrario de ellos tan amplio en el tiempo. Rafael en esta obra, punto de partida para su consideración como gran pintor renacentista, recrea un momento de la actividad de la Escuela de Atenas de Platón introduciendo a sus personajes en un llamativo espacio arquitectónico inspirado por su amigo Bramante, el arquitecto que está renovando la basílica paleocristiana de San Pedro. En este escenario presidido por las estatuas de Apolo, a la izquierda, como responsable de la inspiración divina (dios de las artes y de la música) y por Minerva (diosa de la sabiduría y de la inteligencia), a la derecha, se mueven un conjunto de grandes personajes de la civilización occidental. Todo ello presidido por los dos grandes pensadores que dialogan, mientras caminan lentamente, y que tienen posición protocolaria de acuerdo con la nueva moda: el anciano Platón está a la derecha por ser el primer filósofo para el Renacimiento, y Aristóteles a su izquierda como referente medieval. Platón lleva en la mano su famoso diálogo "Timeo", en donde reflexiona sobre el origen del Universo o la naturaleza humana, y está señalando con su mano al empíreo o cielo donde Dios creó las ideas, está indicando lo que entendía como fuente suprema de inspiración. Su rostro no está idealizado, puesto que parece ser el del genial Leonardo da Vinci, al que Rafael quiso rendir un homenaje por considerarlo el intelectual más sublime de su tiempo. Aristóteles, apoyándolo sobre su pierna, lleva el libro de la "Ética" señalando con su mano abierta a la tierra como única fuente de conocimiento, indicando la realidad física. La lograda perspectiva renacentista, guiada por esas bóvedas del edificio, nos lleva hasta un cielo azul que contribuye con su iluminación posterior a remarcar las dos figuras de los indiscutibles maestros. Rodeándolos, una muestra de los más notables pensadores de la Antigüedad que constituyen el homenaje, pensado por Rafael, a la investigación racional de la verdad. Entre ellos podemos descubrir algunos personajes del mundo renacentista, contemporáneos del autor como el propio Miguel Ángel, que -según Pijoan- bien pudiera aportar su fisonomía a la imagen de Heráclito, o el de Bramante que da rostro a Euclides, o el autorretrato del propio Rafael con bonete al lado de Tolomeo. |
La Escuela de Atenas en los grabados de Mengs (por Juan Carlos Lozano López y José Ignacio Calvo Ruata) En mayo del año 1784 se envió carta a Azara, por entonces alto funcionario de la embajada española en Roma y próximo a ser nombrado su embajador (1785), para solicitarle "algunos principios o dibujos del célebre don Antonio Rafael Mengs". El destinatario atendió la petición remitiendo a Zaragoza ocho modelos de dibujo o cabezas de Rafael dibujadas por Mengs, que resultaron ser estampas grabadas por Domenico Cunego en 1781, obrantes hoy en las colecciones de la Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País. La Económica conserva además 35 estampas de "Le LII teste della celebre Scuola d’Atene dipinta da Rafaello Sanzio da Urbino nel Palazzo Vaticano disegnate in XL Carte dal cavalier Antonio Rafaello Mengs incise da Domenico Cunego", obra en la que este artífice trabajó entre los años 1782 y 1785, más un grabado de la tumba de Mengs y una dedicatoria a Azara escrita por Alberico, hijo de aquel y responsable de la edición (Roma: Raimondo Ghelli, 1785), por lo que es muy probable que la serie fuera enviada desde Roma por el propio Azara para la Escuela de Dibujo de la Aragonesa, si bien sabemos que las estampas de las teste fueron llegando a España en pliegos sueltos con anterioridad a su publicación completa, como demuestra el anuncio publicado en el Mercurio de España de agosto del año 1784:
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