NUEVA OBRA DE ANTONIO JESÚS YUSTE NAVARRO PARA CIEZA (MURCIA)

Enrique Centeno (02/10/2010)


 

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Si no temiera la justa protesta de los entusiastas del Jesús Despojado de Cehegín (Murcia), podría reclamar para este Monumento al Nazareno la condición de obra más sobresaliente del joven artista Yuste Navarro, que ofrece un grupo escultórico de primer orden en homenaje a la Semana Santa de su ciudad natal, Cieza (Murcia).

Acaso sin pretenderlo, la pieza irrumpe en la manida discusión sobre las diferencias que pueden apreciarse entre el oficio de escultor y el más específico de imaginero, en la medida en que nos encontramos ante un obra de naturaleza civil y que, sin embargo, ha sido abordada por el artista con los planteamientos propios del lenguaje procesional. A diferencia de lo que sucede con mayoría de creaciones de esta temática, Yuste Navarro emplea hasta cuatro figuras para lo que compositivamente puede considerarse un auténtico paso, concebido para la contemplación en redondo y sin que la frialdad del bronce sirva como excusa para un acabado más ligero en detalles y potencia emotiva.

Sorprende en este medio monumental la minuciosidad con la que el artista se ha preocupado por una pulcra terminación, que regala minuciosas recreaciones como el agremán que decora las túnicas, el asiento encordado de la destartalada silla, los afilados pliegues entre los dedos de los guantes o los mínimos del envoltorio de los caramelos que entrega el niño. Lo menudo, en este caso, no resta efectividad a los distintos y definidos estados anímicos de los participantes, que encuentran soberbio remate en ese asombroso prodigio de hondura comunicativa que el escultor logra en la cabeza enmascarada de la nazarena, mediante los únicos recursos de unos ojos femeninos y los rasgos insinuados bajo el capuz.

Por lo demás, el conjunto ofrece esa grandiosa plasticidad orgánica que a estas alturas se puede señalar como una de las cualidades más sobresalientes del escultor e imaginero Yuste Navarro. No hay el menor asomo de rigidez o hieratismo; todos los personajes rebosan naturalidad en los movimientos y rica y serena expresividad, siempre sorprendidos en levísimo anticipo: el andero levanta el índice antes de tocar el hombro de la nazarena sentada, mientras ésta se gira hacia el niño que, a su vez, extiende la mano con la dádiva al implícito espectador. Todo ello traza un arco de actividad que otorga variados puntos de vista, lo que complementa las satisfacciones que pueden encontrarse en el estudio detallado del componente puramente figurativo de la obra.

El artista aprovecha las mayores libertades que otorga el contexto monumental respecto de la pura imaginería para enriquecer metafóricamente el discurso. Así, además de la representación de la familia nazarena, con el reparto de roles tradicional de la tierra -hombres anderos, mujeres con capuz, niños repartiendo caramelos-, se incluye el atrevimiento de sentar al penitente, lo que encierra diversas propuestas llenas de intención, que van desde lo deseable del anonimato nazareno, aun habiendo terminado éstos su participación en el desfile, hasta la audacia de reivindicar al espectador como procesionista de la acera, paciente e indispensable participante de la Pasión.

Y es que Yuste Navarro ha querido subrayar en esta obra civil, la naturaleza religiosa que justifica las procesiones de Semana Santa, algo que ha querido enfatizar con la presencia dominante de la Cruz, que cierra el grupo estilizando su visión de conjunto. El componente alegórico lo aporta el ángel que se adelanta a la composición, de decidida vitalidad, que ofrece el texto conmemorativo dibujando un gesto de bellísima vehemencia.

Pulsando en el icono, podrán ver más fotografías de este grupo del ciezano Yuste Navarro, quien deja para su ciudad natal una obra de extraordinaria calidad en la que prueba lo desarrollado de sus virtudes creadoras.

 

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