Esta cautivadora alegoría en talla completa lleva por título Dulce Nombre de Jesús y muestra a Cristo niño llevando la cruz del sacrificio venidero sobre un risco florido, caminando a su lado el alma cristiana que se representa bajo la forma de un humilde cordero, en alusión a sus palabras de aceptación recogidas por el evangelista San Mateo: "tomad sobre vosotros mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas, porque mi yugo es suave y mi carga ligera" (Mt 11, 28-30).

La obra mide 110 cm de altura. Ha sido tallada en madera de cedro y policromada al óleo por el escultor, imaginero y pintor torrevejense Víctor García Villalgordo para el paso infantil de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús de la Caída de su localidad natal, que el pasado mes de diciembre le otorgó su más alta distinción, el premio Diego Ramírez Pastor. La sede canónica de dicha corporación de penitencia se encuentra en el templo parroquial de San Pedro y San Pablo, donde la figura del Niño Jesús acaba de ser presentada.

Este tipo de piezas son portadas por los niños de las cofradías de Semana Santa, de ahí que su tamaño suela ser inferior del natural, y su iconografía siga, por lo general, la del titular de la hermandad en cuestión; en este caso, el Caído realizado en 1955 por los hermanos Rafael y Fulgencio Blanco, que el propio Víctor García restauró 40 años después. De ahí que el Dulce Nombre aparezca también en tierra y abrazado al madero.

La naturaleza divina de Cristo se impone a la inocencia de su infancia terrena, de ahí que clave su mirada alzada en la del Padre para afianzar su compromiso en la obra asignada de cara a la salvación humana, al tiempo que confía en su ayuda con el fin de llevarla a cabo victorioso. Tal y como profetizó Isaías, "mi Dios será mi fuerza" (Is 49, 5), y la fe, la paciencia y la constancia que Cristo recibió del Padre le hicieron triunfar sobre todos sus males y heridas, tomando desde niño constancia de ello como se representa en esta imagen.