INTERVENCIÓN DE VÍCTOR GARCÍA VILLALGORDO PARA ALICANTE

José Zamora (29/06/2017)


 

 
     
     
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La Virgen de la Soledad de Catral (Alicante), intervenida recientemente por el escultor torrevejense Víctor García Villalgordo, es una imagen de candelero realizada hacia 1940 en sustitución de la primitiva Soledad catralense destruida en agosto de 1936 y cuya datación se remontaba a la década de 1690.

Una vez acabada la contienda se encarga la hechura de una nueva imagen, con toda probabilidad al taller valenciano de Rabasa y Royo (por las similitudes tanto en el modelado del rostro con el resto de obras del mismo taller, como en la decoración repujada de la peana de la citada imagen mariana). Datos que salen a la luz gracias a dicha intervención.

Este icono mariano sigue el modelo de Soledad diseñado por el escultor Gaspar de Becerra, allá por el año 1565, para complacer los deseos de la reina Isabel de Valois, quién, junto a su Camarera Mayor, la condesa viuda de Ureña doña María de la Cueva, visten a la imagen tallada por Becerra con las tocas propias de las viudas nobles de la Corte de los Austrias, imprimiendo a dicha Soledad del Convento de la Victoria de Madrid de una poderosa sobriedad que pronto caló en el sentir del pueblo español, expandiéndose la iconografía por todo el territorio peninsular.

De tal modo, y manteniendo esa sobriedad enlutada propia de las celebraciones pasionales del Viernes Santo, la talla catralense de la Soledad necesitaba una intervención que le devolviera esa unción religiosa que toda imagen devocional transmite al pueblo creyente.

 

 
     
     
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Tras eliminar los repintes que la mascarilla había sufrido en diversas intervenciones durante las décadas de 1980 y 1990, la nueva policromía que Víctor García le ha imprimido al rostro (en sintonía cromática con la policromía original que conservaban las manos) ha resaltado el modelado, tanto de los volúmenes de los labios cómo de los pómulos, suavizando la dureza de la expresión de dolor contenida y recuperando la profundidad de su maternal mirada, mediante la reposición de las lágrimas y pestañas perdidas con el paso del tiempo.

La integridad de la estructura se conservaba en buen estado, a excepción de una pequeña grieta que recorría la parte posterior de la cabeza y que el artista torrevejense ha subsanado, con el fin de no generar más problemas a la hora de llevar a cabo su aderezo.

En definitiva, una interesante intervención que, si de por sí ha sido mínima, ha conseguido devolver a la Soledad catralense la profunda expresividad que toda imagen devocional requiere.

 

 
     
     
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