Con motivo de su festividad, el escultor malagueño presenta hoy esta efigie de la Inmaculada Concepción, su última obra, realizada para manos privadas, con la que sigue abriendo nuevas vías en su trayectoria. Se trata de una pieza de terracota esmaltada en blanco craquelado y azul cobalto de unos 50 cm de altura.

Muy interesado últimamente en el tema de los esmaltes, Juan Vega ofrece una pieza que recuerda los modelos renacentistas esmaltados. "Una técnica nada fácil si uno no es ceramista, ya que primero hay que cocer el barro y luego hay que esmaltar y cocer de nuevo", según nos explica el artista.

La galería fotográfica que acompaña la noticia incluye instantáneas del modelado sin esmaltar de un simulacro inmaculista que se asienta sobre peana con el anagrama de María. El rostro de la doncella, joven y bello, queda enmarcado por el cabello suelto y muestra la icónica expresión del éxtasis místico.

La Inmaculada Concepción está representada de pie, sin cruzar las manos sobre el pecho, abriéndolas hacia la gloria celestial. Su cuerpo se cubre por la túnica animada por los pliegues del manto, cuyo contraste con el resto de la pieza se debe no solo al movimiento, sino también al intenso azul frente a la blancura general.

La sensación de dinamismo se completa con las dos figuras angélicas que sobrevuelan por ambos lados de la sinuosa silueta mariana. El conjunto se completa con el orbe terráqueo entre nubes, decorado con cabezas de querubines alados, que la Virgen pisa descalza aludiendo a la visión apocalíptica de San Juan.