RESTAURACIÓN DE LA FUNDACIÓN SANTA MARÍA DE ALBARRACÍN PARA TERUEL

14/01/2019


 

 

El último de los trabajos encargados al Centro de Restauración de la Fundación Santa María de Albarracín ha sido la restauración de esta importante obra del siglo XVI, perteneciente al templo parroquial turolense de San Pedro. Se trata de una de las grandes joyas de esta iglesia, constituyendo uno de los legados renacentistas de mayor interés que alberga el templo junto a su retablo mayor, ambos atribuidos a Gabriel Yoly, escultor de gran trascendencia artística que dejó un magnífico legado en Teruel.

Frente a las grandes proporciones del retablo mayor, también restaurado en su día por el centro de Albarracín, el concluido ahora es de pequeñas proporciones (unos dos metros de ancho por tres de altura), y se presenta extraordinariamente policromado. El retablo mayor de San Pedro está igualmente tallado en madera de pino, aunque contrariamente al que acaba de ser restaurado, aparece sin policromar.

 

 

Este pequeño retablo destaca por la gran calidad de las tallas que relatan algunos episodios de la vida de los santos de su advocación principal, junto con un magnífico Descendimiento central en el banco. A un lado y otro de los Santos Cosme y Damián, que ocupan lógicamente la hornacina original, se localizan las tallas de San Lucas y Santa María Magdalena, en ambas calles laterales. Queda presidido en el ático por un extraordinario Calvario con Cristo crucificado, enmarcado en una trabajada hornacina redonda.

La mazonería es igualmente espectacular, con columnas y entablamentos ricamente decorados entre fondos con tonos blancos, rojizos y azules, siempre bajo el dorado dominante de recubrimiento generalizado. Tanto el altar, como el sotabanco de apoyo, son piezas posteriores, muy intervenidas, y de menor calidad.

 

 

La necesaria intervención del retablo no sólo queda justificada por la importancia de la pieza, sino también por el más que evidente deterioro que manifestaba: serio ataque de carcomas que le había afectado seriamente, además de desprendimientos de policromías y desajustes de su estructura. Ahora bien, una vez iniciado el proceso de restauración, otro de los aspectos que en mayor medida ha complicado la ejecución, han sido los numerosos repintes que poseía, ocultando la minuciosidad decorativa de las vestimentas por ejemplo, a veces ocultas con repintes de tonos distintos al original.

Los rostros y los cabellos de las tallas principales habían sido transformadas, de manera que, debajo del negro dominante, aparecieron brillantes oros rubios en San Cosme concretamente. También la mazonería había sido recubierta parcialmente con tonos diferentes al original. Desmontaje, desinsección y limpieza, recuperación de policromías originales, fijación y reintegración parcial de color y volumen, así como el acabado final y su reinstalación, han sido los trabajos más importantes que en síntesis se han abordado, por un presupuesto de algo más de 30.000 euros, financiados por la Fundación Amantes de Teruel, tutora de este monumento.

 

 

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