INTERVENCIÓN DE BATEA RESTAURACIONES PARA EL BURGO DE OSMA

10/12/2020


 

 

El viceconsejero de Cultura de la Junta de Castilla y León, Raúl Fernández Sobrino, ha presentado hoy las obras de restauración efectuadas en el retablo de la capilla del Cristo del Milagro de la Catedral de El Burgo de Osma. En el acto, el viceconsejero ha estado acompañado por el obispo de Osma-Soria, Abilio Martínez, el presidente del Cabildo Catedralicio, Jesús Lapeña, y el alcalde burgense, Miguel Cobo.

La intervención en el retablo del Cristo del Milagro, dañado por las filtraciones de la capilla que permanecía cerrada desde hace más de cuatro años, ha logrado preservar la integridad de la obra, tras una inversión por parte de la Consejería de Cultura y Turismo de la Junta de Castilla y León de más de 80.000 euros.

La obra presentaba graves problemas estructurales relacionados con las mencionadas filtraciones en la cubierta de la capilla. Tras llevarse a cabo la restauración de la misma por parte del Cabildo Catedralicio el pasado año, la Consejería de Cultura y Turismo acometió las actuaciones de restauración en el retablo que han devuelto la integridad física necesaria para que perdure en el tiempo y, en lo posible, garantice la estética perdida.

El retablo, realizado principalmente en madera tallada y ensamblada sobre la que se aplican diferentes capas de estuco y policromía, se halla catalogado entre los años 1714 y 1725. Parte de un sotabanco o pedestal que reproduce la arquitectura del plinto del primer cuerpo del retablo, es decir, se establece en planta en una línea en dos planos que plantea una continuación (en otro material) de la geometría que tiene por encina, en torno a una mesa de altar construida con sillares reaprovechados quizás del anterior retablo. Esta mesa está revestida con un frontal textil (compuesto de piezas de telas reaprovechadas) tensado sobre un marco de madera.

El retablo se estructura en su primer cuerpo en torno a una gran hornacina central crucífera de ápices curvos flanqueada de dos pares de columnas salomónicas lisas por delante de retropilarcillos. La hornacina (y su marco) tiene el doble de la anchura de cada par de columnas. La basa de todo este cuerpo dispone sendos plintos para cada columna, reservando la parte central (por debajo de la hornacina) para una urna donde se dispuso la figura de un Yacente. El remate del primer cuerpo la compone una cornisa por encima de un arquitrabe que comprende las columnas y el ajuste a los muros laterales, cornisa que desaparece encima de la hornacina central. Las columnas constan de seis espiras de sentido ascendente (dextrógiras) las interiores, y en el contrario las exteriores, produciendo un curioso efecto visual que, desde lejos, lo asemeja a la contemplación de un baldaquino, como los aragoneses que se estaban levantando por esas fechas. Los fustes están realizados con mármol negro, así como los capiteles, de orden compuesto, si bien las basas con jaspe. Cornisa y arquitrabe también son de mármol negro, con ocho modillones avolutados de función exclusivamente decorativa. El fondo de la arquitectura del retablo es de alabastro (los retropilarcillos y el marco de la hornacina, profusamente decorado con motivos vegetales y un amorcillo en la parte inferior de cada una de las jambas). El fondo de la hornacina es de mármol gris. El efecto del blanco y negro se altera significativamente con el dorado de algunos elementos: relieves de los frentes y laterales de los plintos, cenefas vegetales y amorcillos, capiteles y modillones. Por encima de la hornacina, en el centro del frontoncillo circular, una tarjeta de alabastro muestra, con letras negras inscritas, la leyenda INRI.

El segundo cuerpo se sitúa sobre el espacio que ocupa la hornacina central (ocupada por la efigie de Santo Domingo vestido de canónigo) y las columnas interiores del cuerpo bajo. Nuevamente se abre una hornacina en el eje, rematada por arco de medio punto, flanqueada simétricamente (de dentro a afuera) de dos imágenes en bulto, dos columnas lisas (situadas en el eje de las columnas salomónicas interiores) y dos floreros flamígeros, casi a modo de pináculo sobre las columnas salomónicas exteriores. Este cuerpo alto, planteado sobre una arquitectura de placas de alabastro, se remata con una cornisa sobre arquitrabe (menos moldurados que los del cuerpo bajo) y, a modo de ático, un frontón circular con escudo episcopal tras una gran Santa Faz en su centro sostenida por dos ángeles tenantes, y dos pequeños flameros en los extremos de tal cornisa. Las columnas son de sencillísima basa sobre plinto, y fuste liso de mármol negro con un motivo decorativo de alabastro simulando paños plegados y motivos florales suspendidos de una argolla, y capiteles de orden compuesto. Se doran (siempre de alabastro) los capiteles, nueve modillones en la cornisa, y elementos decorativos: en los frentes de los plintos, uno en cada fuste de columna, dos cabezas aladas de querubines en las enjutas del arco de la hornacina, y partes de otros relieves alabastrinos, contrastando con su propio color.

La intervención, realizada por Batea Restauraciones, ha consistido, respecto al retablo, en la eliminación de morteros inadecuados, reducción de salinidad, limpieza de material pétreo, consolidación, adhesión de fragmentos, sellado de uniones, grietas y fisuras, instalación de elementos pétreos desmontados, reposición de elementos perdidos, reintegración de volumen y estucado de juntas, fijación y consolidación de estratos pictóricos, limpieza de dorados y policromías, reintegración cromática, aplicación de capa de protección, y montaje de la talla del Santo Cristo, de 147 cm de altura.

Respecto al tratamiento efectuado por Batea Restauraciones en la bóveda y paramentos verticales, ha comprendido la retirada de morteros degradados, desinfección, consolidación, limpieza de bóvedas y paramentos verticales, mortero de sellado en juntas y nivelación de lagunas en la pintura mural, entonado de nuevos morteros, entonado de paramentos y tratamiento en los cerramientos de los óculos.

El Santo Cristo del Milagro es la escultura más antigua que se conserva en la Catedral de El Burgo de Osma. Es una talla románica de procedencia francesa realizada hacia el año 1100. Según las crónicas, ante ella oró Santo Domingo de Guzmán. Tanto la cronología de esta escultura como su origen, lo relacionan directamente con la figura de San Pedro de Osma y la construcción del templo catedralicio románico.

 

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