EL REAL MONASTERIO DE SANTA INÉS DE SEVILLA. NOTAS HISTÓRICO-ARTÍSTICAS

16/12/2024


 

 

Escrito por el reconocido historiador sevillano Don Salvador Guijo Pérez, El Real Monasterio de Santa Inés de Sevilla. Notas histórico-artísticas del monasterio y su iglesia se publica bajo el mecenazgo de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Posee un magnífico aparato fotográfico de Don Daniel Salvador-Almeida González, y abunda en la proyección científica del conocimiento del pasado del cenobio, a raíz de la puesta en valor de su riquísimo patrimonio artístico.

La obra se abre con un muy necesario capítulo sobre la historia del monasterio que nos sitúa en el espacio y en el tiempo de Doña María Coronel, su fundadora, o mejor dicho, en los espacios y en los tiempos de las distintas comunidades que la rama femenina de la orden de Santa Clara ha conocido en la ciudad de Sevilla. Además, realizando un ejercicio de introspección y proyección, se nos sitúa en el núcleo de influencias mutuas entre el monasterio y la sociedad hispalense en todos los engranajes que articulaban su vida cotidiana.

A continuación, se presenta el primer catálogo en una apertura sin precedentes de las puertas monásticas, como siempre, para ofrecer al lector la riqueza de su patrimonio con su espectacular colección hagiográfica de representaciones franciscanas y dominicanas, titulado "Hagiografía mendicante".

Un segundo capítulo nos introducirá en la documentación artística sobre el patrimonio inmueble y mueble del monasterio donde se pretende que el lector vaya más allá de la obra artística y reflexione sobre lo que ve. Tras un segundo catálogo sobre los bienes suntuarios del convento, bienes recibidos a partir de donaciones y dotes de las religiosas entrantes a través de los siglos, se abre el tercer y último capítulo que nos muestra un patrimonio perdido que constituyó la gloria y esplendor de un monasterio medieval erigido como de los más importantes de la ciudad de Sevilla.

En conclusión, comprobará el lector en las páginas de esta obra que estamos ante un libro misceláneo que no solo pone en valor el patrimonio artístico del monasterio de Santa Inés, sino que al hacerlo también proyecta la historia de la ciudad de Sevilla con una síntesis expositiva e investigadora de fácil y amena lectura, en contemplación de lo hermoso y bello.

 

 

Con motivo del 650 aniversario de la fundación del Real Monasterio de Santa Inés, bajo el patrocinio de doña María Coronel en el año 1374, se publica este libro, actualizando y compilando lo publicado y estudiado hasta nuestros días. Si fueron numerosos los estudiosos, historiadores y literatos que generaron múltiples citas al respecto de este cenobio, tanto en la historiografía, como en la literatura, igualmente, sus religiosas aportaron datos históricos y poesía que nos narran el devenir de su casa, como comprobaremos a lo largo de esta obra. Entre todos y junto a los más conocidos, se sitúa la hermana Rosario, Francisca de Manjarrés Pérez de Junguito, en religión del Rosario y San Miguel, que con su ensayo poético, "Impresiones de mi convento", tanta luz y sabor nos ha aportado para la realización de este volumen. Del mismo modo su cronista fray Juan Francisco Muñoz, clavero del convento a finales del Setecientos que compiló la historia y arqueó la situación económica del monasterio hasta la fecha, nos aportará datos de enorme relevancia.

El origen del monasterio de Santa Inés se sitúa dentro de la reforma que se promovió en la propia orden entre los siglos XIV y XV. Durante la estancia de los visitadores de la Segunda Orden de San Francisco en Sevilla, la ilustre doña María Coronel presentó su proyectó fundacional. Esta que era religiosa profesa de la orden, tenía el respaldo del caudal económico y el posicionamiento social de su familia en la ciudad, viéndose beneficiada en su empresa religiosa por el deseo de restauración que existía dentro de la propia orden.

Los visitadores de monjas, los frailes Arnaldo y Bernardo, aprobaron el propósito de doña María, estipulándose que esta acogiera monjas procedentes de los distintos conventos de la custodia de Sevilla y de la provincia de Castilla, así como que la misma conservara los bienes heredados tanto por su marido, como por su legado familiar en Sevilla, Carmona y Mairena del Aljarafe. Con esta aprobación, el 2 de diciembre de 1374, tras la puesta a disposición de los bienes de la fundadora para la erección del cenobio, el arzobispo Fernando de Albornoz, concedió la licencia para levantar el nuevo monasterio. Enrique II, el rey, había liberado los bienes incautados por Pedro I a las hermanas Coronel, siendo seguidamente solicitada la bula fundacional al Sumo Pontífice Gregorio XI en 1375.

Doña María Coronel sufrió la Sevilla del siglo XIV, con una sociedad dividida en distintos estamentos sociales, desde los esclavos y pobres, hasta los denominados privilegiados. La existencia de la aristocracia urbana, que fue consolidándose a lo largo de toda esta centuria, los Guzmán, los Ponce de León, los Coronel, su familia, y de forma puntual los Medinaceli o los Stuñiga, sufrieron y sobrevivieron a la tiranía de Pedro I, por el que fueron alejados de la vida social. La difícil personalidad del rey, hijo de Alfonso XI y María de Portugal, generó una política focalizada en su persona, apoyada por personajes, considerados de segunda categoría, expertos en el mundo de las finanzas, los judíos, o por nobles que apoyaban su poder absoluto. El rey contrajo matrimonio en dos ocasiones con Blanca de Borbón en 1353, y un año más tarde, con Juana de Castro. A pesar de esto la historia relata un elenco de persecuciones a jóvenes doncellas, con las que atormentó, entre otras, a las hermanas Aldonza y María Coronel.

Desde Juan de Mena, en "El laberinto de la fortuna y Ortiz de Zúñiga", en sus "Anales eclesiásticos y seculares de la muy noble y muy leal ciudad de Sevilla", así como Manuel Cano y Cueto, en su libro "Doña María Coronel, Muñoz y Pavón", en "Menudencias Épicas" con su leyenda "La mujer fuerte" o Chaves Nogales, en "La ciudad", recogen la historia del martirio sufrido en vida por doña María Coronel, formando parte de las memorias sevillanas. Su historia, ha sido narrada por otros muchos cronistas y escritores desde Carlos Ros, sin olvidar a Ladero Quesada, Rafael Sánchez Saus, Ángel Pérez Guerra o José María de Mena, e incluso, por insignes pintores como Domínguez Bequer o Grosso.

En 1349, contrajo matrimonio y quedó viuda ocho años después, tras la ejecución de su esposo por orden del monarca Pedro I, quien lo capturó entre Trigueros y Beas. La constante persecución del rey llenó de miedo a doña María Coronel, quien buscó refugio en la ermita de San Blas, propiedad de su familia y que posteriormente poseyó el monasterio de Santa Inés. Temiendo ser descubierta, se trasladó al convento de Santa Clara, donde su hermana Aldonza también se escondió. Allí se introdujo en una oquedad de su huerta junto a la torre de don Fadrique, siendo cubierta milagrosamente por una planta de perejil cuando los emisarios del rey llegaron en su búsqueda. A pesar de sus esfuerzos, fue descubierta y para evitar perder su honor se quemó el rostro y sus atributos femeninos con aceite hirviendo, destruyendo su belleza y logrando la pérdida del deseo de su rey.

A esta heroica mujer de virtudes y tesón en un mundo de hombres debemos esta obra. Nunca quiso reconocimiento, no existieron grabados ni pinturas coetáneas de su rostro, hasta la de Domínguez Bécquer es un falso histórico. Su voluntad fue la de preservar su honor y dignidad sirviendo a Dios por encima de todo. Tras ella otras muchas vinieron y grandes familias protegieron este cenobio, destacando a las Enríquez de Rivera que desde la casa de Pilatos con los duques de Alcalá llegaban a profesar a este paraje. La próspera situación económica de las familias de este cenobio lo situaron en una posición privilegiada. El siglo XVI traería la modernización a la manera renacentista del monasterio y el consiguiente decoro del mismo por Francisco Herrera el Viejo. Se encargaron valiosos objetos religiosos que favorecieron la práctica litúrgica y del culto, así como nuevos negocios que implicaron un mayor crecimiento y prosperidad, poseyendo una ganadería con hierro propio con fincas dedicadas a las diferentes cabañas ganaderas en el Aljarafe de Sevilla. Las religiosas aspirantes con sus dotes y los propios fieles, sobre todo, con donaciones "pro remedio animae", contribuyeron en la ejecución de estos encargos artísticos y en las donaciones para el monasterio, constituyendo la gran colección artística que este posee y que en El Real Monasterio de Santa Inés de Sevilla. Notas histórico-artísticas del monasterio se muestra.  

 

 

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