MIRAR UN CUADRO. LA ROLDANA Y LOS SENTIMIENTOS

17/01/2021


 

 

Mirar un cuadro es un ciclo de conferencias en el que un especialista analiza en profundidad una obra de la colección o que se encuentre en préstamo en el Museo de Bellas Artes de Sevilla. El ciclo se encuentra patrocinado por la Fundación Cajasol, la Fundación "la Caixa" y la Asociación de Amigos del Museo.

En su primera sesión, titulada La Roldana y los sentimientos, el experto Alfonso Pleguezuelo Hernández ha analizado esta mañana los distintos estados de ánimo que la escultora sevillana Luisa Ignacia Roldán (Sevilla, 1654 - Cádiz, 1704), apodada La Roldana, imprimía en sus obras.

Lo anterior ha partido de la escultura "San Juan Bautista Niño" o "San Juanito" (imagen superior), la única pieza de la artista que posee la referida institución. Una obra de la que solo queda el busto con algunas mutilaciones, pero que en origen debió ser de cuerpo completo. Es una imagen sola, exenta, que no forma parte de ningún grupo escultórico y que el museo sevillano tiene previsto exhibir en los próximos meses.

La figura de "San Juanito" ejemplifica la capacidad de La Roldana para reflejar e inducir sentimientos en sus obras, para lo cual pudo leer los tratados sobre fisiognomía y expresión de Carducho, Martínez, García Hidalgo y Palomino, entre otros; de hecho, a estos dos últimos es muy probable que los tratara personalmente durante su estancia en Madrid cuando trabajaba para la Corte como Escultora de Cámara.

Pleguezuelo hizo referencia al único dibujo que se conserva de La Roldana y su parecido con los realizados por García Hidalgo en sus tratados. Dicho dibujo fue hallado en el reverso del papel en el que aparecía la firma de la escultora, durante la restauración de una de sus obras más conocidas: el "Ecce Homo" que se conserva en la Catedral de Cádiz, labor que corrió a cargo del historiador y restaurador José Miguel Sánchez Peña.

Respecto a la formación de La Roldana, el experto afirmó que sigue siendo desconocida, pero que seguramente tuvo que ser en el taller familiar fundado por su padre Pedro Roldán, junto al mismo, al igual que su hermana Francisca, pintora. Pleguezuelo duda seriamente que formara parte de las sesiones de trabajo que tenían lugar en la academia de artes fundada por Bartolomé Esteban Murillo debido a su condición de mujer.

 

 

Entre los estados de ánimo que La Roldana plasmaba en sus creaciones destacan la dulzura (grupo de "Santa Ana y la Virgen Niña"), la ternura (grupo del "Nacimiento de Cristo" de las carmelitas de Madrid en la imagen superior, obra de reciente adjudicación), la delicadeza ("San José con el Niño"), el dolor ("Ecce Homo"), la honestidad, identificada en su tiempo con la pureza carnal ("Inmaculada Concepción"), y la maternidad; éste último el más frecuente de todos, visible en sus numerosas terracotas realizadas durante su periodo madrileño, el tramo de su trayectoria mejor estudiado; además, según Pleguezuelo, todo un antecedente del arte rococó.

No obstante, Pleguezuelo considera que esta faceta de la maternidad en sus obras, en la que lógicamente influyó su condición de madre, ha eclipsado notablemente otras cualidades de La Roldana, como el dolor que plasmaba en sus tallas pasionistas, obras de imaginería policromada a tamaño natural que iban destinadas a las procesiones de Semana Santa y cuyo mensaje era muy diferente al de sus maternidades.

En sus obras pasionistas, como el mencionado "Ecce Homo" de Cádiz, el "Ecce Homo" de Córdoba -mejor conservado que el anterior- o el "Nazareno" de Sisante (Cuenca), vemos en la escultora el deseo de reflejar un gran dramatismo y una violencia expresiva que resulta mucho mayor que en las obras de su padre.

Al respecto, Pleguezuelo ensalzó en la conferencia el "Nazareno" de Sisante, una hechura que estremeció al propio Palomino y que ha estado durante mucho tiempo olvidada y denostada, hasta el punto de que algunos expertos dudaron de su autoría (imagen inferior). Asimismo, confirmó que la "Virgen de la Estrella" de Sevilla, cuyo semblante es un calco del rostro del "Niño Nazareno" del templo madrileño de San Fermín de los Navarros, es de La Roldana, como en su momento también afirmaron otros historiadores, y rechazó que la popular "Virgen de la Esperanza Macarena" hubiera sido esculpida por la artista.

Otras piezas destacadas por Pleguezuelo fueron los "Relieves" de la hermandad sevillana de la Exaltación, obras juveniles en las que comenzó a ensayar la expresividad desplegada en piezas posteriores como "El Entierro de Cristo", otra reciente atribución perteneciente a su última etapa; cuya primera versión, cercana a la que hizo su padre para el retablo de la Caridad, fue para uno de los citados "Medallones" de la Exaltación.

 

 

También recientes para la fortuna crítica de La Roldana son las cabezas de "San Pedro" y "San Pablo" de la Hispanic Society of America, unas tallas magistrales que no solo están entre las primeras representaciones escultóricas del tema, sino que, en opinión de Pleguezuelo, destacan por su dureza extrema.

Fue igualmente La Roldana precursora de otro tipo de movimiento anímico: las cabezas de angelitos o querubines llorosos que sirven de peana o escabel para sus "Nazarenos Niños", los cuales comparten la pena de los dos ejemplares infantiles que se conservan en Granada (imagen inferior) y Madrid.

El estado de ánimo que nos queda por describir es el de la risa, la sonrisa o el sentido del humor, muy frecuente en La Roldana pese a ser un sentimiento reprimido por la Iglesia de su tiempo, que apostaba más por el miedo y la sumisión, y que es el que podemos ver en el "San Juanito" del Museo de Bellas Artes de Sevilla.

La escultora, frente a la opinión del clero de su época, siempre apostó por la risa y el humor en sus obras, sobre todo en relación a lo anecdótico, lo cotidiano y lo intranscendente, algo muy propio de La Roldana -con lo que también abrió un precedente- y que no pudo aprender de su padre Pedro Roldán ni de otros de sus coetáneos como José de Arce, Alonso Martínez o Felipe de Ribas. De ello encontramos ejemplos en varias de sus terracotas: el querubín que pide silencio al espectador en la "Sagrada Familia con ángeles" de Guadalajara, el perro y el gato que se pelean en el grupo de "San Joaquín y Santa Ana con la Virgen Niña", o el querubín que, jugueteando con el manto de la Madre, distrae al Niño Jesús en el grupo exento de la "Virgen de la Leche".

 

 

Pero no solamente se refleja ese humor en las terracotas, sino también en otro tipo de piezas como los dos relieves del retablo mayor de la Iglesia Colegial de Zafra (Badajoz) que Pleguezuelo le atribuyó hace unos años: en el de la "Adoración de los Pastores" vemos un ángel, que lejos de adorar al Niño, huye del aliento del buey que cada vez se arrima más a su cabeza, y en el de la "Adoración de los Magos", vemos al rey Baltasar pisando el pie de su paje para recriminarle la risa que le distrae de la adoración al recién nacido.

Son detalles irónicos los anteriores e inéditos para su época, que incluso pudieran haberse interpretado como frívolos por el clero y que, curiosamente, fueron pasados por alto. El gesto malicioso del "San José con el Niño" que sostiene un pájaro en su mano derecha es otro llamativo ejemplo de esas licencias.

Según Pleguezuelo, no podemos hablar en La Roldana de sonrisas esbozadas, sino de expresiones risueñas claramente definidas, que los estudiosos identifican con la inteligencia humana, rozando incluso la carcajada en obras como "San José con el Niño" de Antequera (imagen inferior).

Debemos suponer, por tanto, una relajación en las costumbres morales de esos años, ya que hay que tener en cuenta que la risa no solo era condenada por la Iglesia en esos años por ser un sentimiento liberador, sino que los estratos sociales más elevados la tenían como un atentado contra el orden y una alteración del decoro.

 

 

Para el experto, la risa en las obras de Luisa Ignacia Roldán refleja también el sentir propio del pueblo andaluz y el humor de las comedias de autores contemporáneos como Lope de Vega. Sin embargo, ello solo lo plasmó Murillo en la pintura y Luisa Roldán en la escultura, seguramente para alegrar la triste vida de la ciudad de Sevilla del último tercio del siglo XVII, diezmada por las epidemias, el hambre y la pobreza. De nuevo hablamos de otro aspecto artístico en el que nuestra artista fue precursora.

Pleguezuelo finalizó su intervención, realizada como actividad paralela a la exposición Un Nacimiento de La Roldana (ver enlace), mostrando su intención de publicar a la mayor brevedad un corpus de obras de la escultora, aunque reconoce que es una tarea lenta y compleja.

Alfonso Pleguezuelo Hernández es Catedrático del Departamento de Escultura e Historia de las Artes Plásticas de la Universidad de Sevilla (US) hasta su jubilación. Su labor investigadora se ha centrado fundamentalmente en la cerámica, aunque ha tratado otros temas como la arquitectura o la escultura.

Gran conocedor de la trayectoria artística de La Roldana, Alfonso Pleguezuelo, que también forma parte de la Comisión Técnica del Museo de Bellas Artes de Sevilla, ha divulgado la obra de la escultora a través de varias publicaciones como "Luisa Roldán y la iconografía de Jesús Nazareno", "Cuatro belenes inéditos de la Roldana", "Luisa Roldán en Sevilla y San José con el Niño Jesús: atribuciones e iconografía", "Los cuatro Reyes Magos de Luisa Roldán", "Entre el decoro y la licencia: nuevas obras atribuibles a Luisa Roldán en Zafra (Badajoz)", "Luisa Roldán y el retablo sevillano" y "Ut pictura sculptura. Murillo y la Roldana".

 

 
 
Detalle de la Adoración de los Pastores (Colegiata de Zafra)

 

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