La imagen de la Inmaculada Concepción que se conserva en el templo hispalense de San Nicolás de Bari es una escultura ubicada en la hornacina central del ático del retablo mayor.

De un tamaño menor a un metro de altura, está realizada en madera de cedro, estofada y policromada, siendo un claro ejemplo de la riqueza del barroco sevillano, pudiendo atribuirse al insigne escultor Benito de Hita y Castillo (1714-1784), del que ya en la iglesia de San Nicolás encontramos numerosas obras suyas -como casi toda la estatuaria de dicho retablo mayor-; pero además, por la morfología estilística con otras obras similares, donde vemos multitud de recursos característicos de dicho artista (ver enlace).

La talla presentaba multitud de deficiencias, tanto en el soporte como en la película pictórica, ya que fue intervenida en décadas pasadas -desconociéndose la persona responsable de dichos trabajos- modificándose la posición original de las manos y labrándose algunos dedos nuevos; asimismo, se realizaron determinados repintes en la túnica, manto y encarnadura.

Los principales daños a nivel de soporte eran la multitud de aberturas longitudinales en el mismo, como consecuencia de las dilataciones y contracciones de la madera, siendo éstas de mayor relevancia en la base. Igualmente presentaba multitud de pérdidas volumétricas en la túnica, el manto, la media luna y en los dedos de ambas manos. Como consecuencia de haberse revestido con telas, presentaba innumerables agujeros originados por la colocación de clavos, así como unas grandes pérdidas en ambos pabellones auditivos, los cuales se encontraban recompuestos con pastas y estucos.

A nivel pictórico, los daños más relevantes se encontraban en el rostro, donde existía una importante capa de suciedad superficial -al igual que en toda la talla-, así como multitudes de pérdidas, provocadas por roces y posibles limpiezas abrasivas. Igualmente, el cuarteado de la policromía se había acentuado especialmente en la frente, originando levantamientos y pérdidas de policromía. En las manos se había aplicado multitud de repintes sobre los dedos, así como en todas las aberturas de ensambles de la túnica. Por último, la nube, así como los tres rostros de querubines que emergen de ella, se encontraban en un estado muy deficiente, con un importante número de pérdidas pictóricas.

La intervención de conservación y restauración ha consistido principalmente en la fijación del estrato polícromo, la limpieza de la policromía y el estofado, y la eliminación de estucos y repintes añadidos, recuperando la riqueza original de la policromía.

Igualmente se han extraído diversos elementos metálicos procedentes de los clavos insertos en las pérdidas de la vestimenta y las manos; donde se han tallado los dedos faltantes, sustituyendo además ambos anulares ya que, anatómicamente, no se correspondían con los que debía tener.

Asimismo, se ha procedido a chirlatear todas las aberturas de ensambles para su consolidación, se ha recuperado la posición original de las manos, se ha repuesto la capa de estuco en las pérdidas cromáticas, y ha continuado la intervención con la reintegración cromática y el barnizado final.

Manuel Ballesteros Rodríguez y Alejandro Cascajares García son licenciados en Bellas Artes por la Facultad de Sevilla. Ambos están especializados en la Conservación y Restauración de Bienes Culturales.

Desde que finalizaron sus estudios, en julio de 2014, han trabajado conjuntamente en diferentes parroquias e iglesias de Sevilla y su provincia, así como en determinadas hermandades y cofradías, interviniendo bienes de tipo escultórico y pictórico; estos últimos, tanto pintura de caballete como pintura mural.

Entre las obras escultóricas intervenidas por Ballesteros y Cascajares destacan el conjunto atribuido a Juan de Mesa de "San José con el Niño Jesús"; la imagen de "Santa María Magdalena" (siglo XIX) perteneciente a la Hermandad de la Vera+Cruz de Aznalcázar (Sevilla); el conjunto de la "Piedad" (atribuido a Cristóbal Ramos, siglo XVIII), la imagen del "Señor Cautivo y Rescatado" (atribuido a Cristóbal Pérez, siglo XVII) y la imagen de "Nuestra Señora de la Soledad en su Esperanza" de la Parroquia de San Ildefonso (Juan de Astorga, 1843), todas ellas en el templo sevillano de San Ildefonso; la imagen de "Nuestra Señora del Mayor Dolor" de la parroquia sevillana de San Isidoro (atribuida a Cristóbal Ramos, siglo XVIII); o el conjunto de "San José con el Niño Jesús", también en San Ildefonso (anónimo, siglo XVII).

A nivel pictórico destacan los 18 lienzos de la Parroquia de San Nicolás de Bari de Sevilla (siglo XVIII), "El Triunfo de la Eucaristía" del templo hispalense de Santa María la Blanca (atribuido al círculo de Francisco de Herrera el Mozo, 1679), "La imposición del collar a Santa Teresa por la Santísima Virgen y San José", perteneciente a la parroquia sevillana de San Isidoro (anónimo, siglo XVIII), o las cuatro pinturas murales dedicadas a San Pedro, pertenecientes a la Universidad de Curas y Hermandad Sacerdotal de San Pedro ad Vincula, en la Iglesia de San Pedro de Sevilla (atribuidos al taller de Matías de Arteaga, siglo XVII).