EXPOSICIONES EN EL CENTRO ANDALUZ DE ARTE CONTEMPORÁNEO

25/11/2013


 

 
 

Kunak

José Miguel Pereñíguez
2011
Pasta de modelar y acuarela
7 x 18,7 x 12,5 cm

 

Lo Otro. Una Exposición de Artes Aplicadas (hasta el 23 de febrero de 2014)

El Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (CAAC) presenta la primera exposición individual en un museo de José Miguel Pereñíguez (Sevilla, 1977). El artista hispalense, que entre otros méritos y premios obtuvo en 2006 la prestigiosa Beca Velázquez del Ministerio de Cultura, presenta en el CAAC su primera exposición individual en un museo. En la muestra se pueden contemplar alrededor de cuarenta obras entre dibujos, conjuntos escultóricos y un proyecto específico realizado para las salas del Monasterio de la Cartuja.

La obra de Pereñíguez tiene siempre una enorme base en la reflexión sobre algún aspecto, en este caso literario, elegido por el artista, que de esta manera transporta su interpretación a lo visual. En esta exposición reflexiona, a través de claves literarias, sobre aquello que nos aventaja en barbarie o en refinamiento. También sobre la nostalgia del oficio. Sobre la geometría como instrumento de análisis y sometimiento de la realidad. Y, acaso, sobre el trabajo manual, preciso y exigente hasta el exceso, como forma de asumir un destino.

Desde esa reflexión, quien lea Hadjí Murat, novela corta de Lev Tolstói, tal vez repare en la abundancia de términos procedentes de diversas lenguas de la región del Cáucaso (ávaro, tártaro, persa, turco...) que aparecen en el texto sin traducir. Objetos, enseres, vestimentas o tipos: todas esas palabras, tomadas en conjunto, esbozan el paisaje material y humano de aquella región. Pero la precisión de ese vocabulario original se diluye por la ausencia de una imagen clara que pueda formarse en nuestra mente a partir de palabras extranjeras. Realidades concretas, designadas por términos de uso corriente en sus respectivos idiomas que, sin embargo, permanecen como enigmas, apenas aclarados por notas a pie de página. Este proyecto se propuso, en principio, buscar una equivalencia visual de cada una de esas palabras, ya fuera representando el objeto que éstas designaban o recurriendo a alguna clase de simbolización allí donde la equivalencia no fuese tan clara.

Un poco más tarde, a la labor de reconstrucción de las palabras extranjeras en Hadjí Murat se añadió otro grupo de obras. Estas eran, por así decirlo, comentarios en forma de escultura, en el espíritu casi de viñetas satíricas, sobre el trabajo de algunas figuras clave en la historia de la arquitectura y el diseño modernos. Así, a la formalización "natural" que las cosas y las personas adoptan en el seno de una cultura vernácula como la que Tolstói describe, se opondría este otro momento de la historia del arte, aún casi contemporáneo del nuestro, en el que todo objeto es ya una creación deliberada y artificiosa proveniente de un tablero de dibujo. Adolf Loos, junto con Heinrich Tessenow y Peter Behrens, eran las referencias de esas esculturas, que plantean una reflexión distanciada sobre la interferencia entre dibujo y objeto, entre artesanía y maquinismo.

José Miguel Pereñíguez es licenciado en Bellas Artes por la Universidad de Sevilla. En 2001 hizo su primera exposición, Let us compare Mythologies, para el Showroom de la Richard Channin Foundation en Sevilla, y desde entonces ha expuesto en galerías como Birimbao y Rafael Ortiz (Sevilla). Además de la Beca Velázquez, ha obtenido premios como la Beca Generación 2006 de Caja Madrid, el Primer premio del III Concurso de Arte Joven y Grúas Lozano. Sus obras forman parte de colecciones como el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, la Fundación Cajasol, Obra Social Caja Madrid y Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, entre otras.

 

 
 

Plato Combinado

Miki Leal
2013
Acrílico y acuarela sobre papel
150 x 220 cm

 

Plato Combinado (hasta el 2 de febrero de 2014)

También aquí hay que hablar de la primera exposición individual en un museo de un artista; en este caso, de otro hispalense: Miki Leal (Sevilla, 1974). La muestra, comisariada por el crítico Sema D'Acosta, está enmarcada en la sesión expositiva En torno a Figura. El asunto principal que hay que considerar de partida en la obra de Miki Leal es la pintura, motor y motivación de su trabajo. Sus imágenes consiguen cautivar por las sugerencias que desvelan y lo verdaderamente importante de sus cuadros no está vinculado de forma directa con los contenidos, sino más bien con las sensaciones evocadoras que logran despertar sus propuestas, un cúmulo de percepciones -interpretables en clave sensorial- donde el espectador queda atrapado casi sin darse cuenta. En este sentido, para esta exposición ha reunido un compendio de algunos de los temas recurrentes que conforman su particular imaginario visual, un repaso por las principales fuentes que constituyen esa cartografía personal, en la mayoría de los casos relacionadas con la memoria o su propia experiencia.

Quizás el aspecto más novedoso de la muestra sea la inclusión de pequeños bodegones realizados con barro cocido, piezas hasta la fecha inéditas en su carrera con las que Miki Leal continúa investigando en torno a las posibilidades del medio, capaz de trascender una superficie bidimensional.

El título elegido para la ocasión, Plato Combinado, es un nombre irónico donde Leal mira hacia sí mismo con humor, una original asociación que hace alusión al modo desinhibido con el que mezcla ingredientes dispares, tanto en su producción sobre papel, como ahora en estos nuevos objetos de cerámica. Este juego de palabras también apunta a un rasgo característico de su personalidad artística: su inusual capacidad para compartir sinergias con otros creadores e implicarse en proyectos compartidos.

Por otra parte, en esta exposición Miki Leal ha realizado dos instalaciones de gran formato. La primera, una instalación específica para el espacio junto al monumento a Colón de los jardines del Monasterio de la Cartuja, utilizando para ello materiales como pvc espumado, madera e impresión digital. Y la segunda, instalada en la Capilla de Afuera, lleva por título Inventario Aproximado y ocupa casi por completo el espacio central de la misma. Ambas piezas han sido realizadas en colaboración con el artista Cristóbal Quintero.

Miki Leal es Licenciado en Bellas Artes por la Universidad de Sevilla. Realizó su primera exposición individual en el año 2000, titulada Proyecto para un Oasis, en la desaparecida galería Isabel Ignacio de Sevilla. En el año 2001 presenta el primer proyecto de la iniciativa Richard Channin Foundation, junto a otros tres artistas, titulado Patrulla RCH2001, en la desaparecida galería Cavecanem de Sevilla. Posteriormente ha trabajado con distintas galerías en Madrid, Barcelona y otras ciudades, así como Berlín y Milán. Actualmente trabaja con las galerías Fúcares y Rafael Ortiz; de Madrid y Sevilla, respectivamente. Sus obras están en las colecciones de museos como el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León (MUSAC), Colección Artium de Vitoria, así como en colecciones de fundaciones y empresas. A lo largo de su carrera ha participado en numerosas exposiciones colectivas, entre otros eventos.

 

 
 

Felicity Rainnie Recostada

Sylvia Sleigh
1972
Óleo sobre lienzo
107,3 x 152,4 cm

 

Sylvia Sleigh: La Mirada Inoportuna (hasta el 2 de febrero de 2014)

Esta muestra está organizada por el CAAC, CAPC Musée d'Art Contemporain de Bordeaux, Tate Liverpool, Kunst Halle Sankt Gallen y Stiftelsen Kunstnernes Hus. Se trata de la exposición más completa de la pintora figurativa Sylvia Sleigh, fallecida en 2010, celebrada hasta la fecha en Europa.

Nacida en Gales en 1916, la primera parte de la vida de la artista transcurrió en los sombríos años de las dos guerras mundiales hasta que a comienzos de los 60 fijó su residencia en Nueva York, en un mundo de gran optimismo cromático y social. Sin embargo su llegada coincidió con el momento de mayor dominio en el ambiente artístico de una abstracción de carácter fuertemente masculino. Sleigh vivió y trabajó en Nueva York hasta su muerte a los 94 años, y toda su vida se mantuvo fiel a la pintura figurativa, desempeñando además un importante papel como agente, retratista y defensora del movimiento feminista neoyorquino de los 70, donde llegó a crear distintas asociaciones de artistas mujeres que fueron decisiva en el desarrollo del panorama creativo norteamericano de la época, reclamando desde un trabajo político, el papel de la mujer. Con todo, la suya fue a veces una posición ambigua, atrapada entre las categóricas concepciones de los más decididos partidarios de la abstracción y las de cierta crítica feminista. Sleigh además, reclamó la mirada erótica del retrato masculino, hasta entonces sólo contemplado desde el punto de vista femenino por pintores varones.

El papel crucial que Sleigh tuvo en el desarrollo de unos lenguajes estéticos feministas y de género a partir de los años 60 ha permanecido en una relativa oscuridad hasta hace bien poco. Sin duda ello se ha debido en parte a la celebridad de su esposo, el también británico Lawrence Alloway, conservador del Museo Guggenheim de Nueva York e inventor del término "Pop Art", y en parte, asimismo, al aplastante predominio dentro del mundo del arte de la abstracción de inspiración masculina.

La obra de la artista ha recibido un amplio reconocimiento crítico en los últimos años como resultado de recientes exposiciones de alcance internacional, como la pionera muestra WACK!: Art and the Feminist Revolution (MOCA, 2007). Gracias a la polifonía de los intereses, referencias y fuentes de la pintora, así como a su genérica inoportunidad estética, siempre a contrapelo de la práctica abstracta corriente en la época, aunque también con voluntad de existir conjuntamente con el continuum de la contemporaneidad, hoy se percibe a Sylvia Sleigh como una figura significativa de la reciente historia del arte.

El retrato que hizo Sylvia Sleigh del mundo del arte que tenía más cerca fue de naturaleza íntima: los críticos, coleccionistas y artistas (hombres y mujeres) -que presenta vestidos o desnudos- eran siempre amigos suyos o de su marido. La de Sleigh fue una posición inoportuna, formando parte a un tiempo de la escena artística neoyorquina y estando fuera de ella, dada su resuelta postura estética figurativa. En ese contexto la perspectiva feminista de Sleigh, irritante y sumamente personal, reclamaba un espacio innovador para la mirada de la mujer y se alzaba en el centro de un discurso arrollador, tanto en el ambiente artístico de Nueva York como en diferentes centros artísticos de todo el mundo, en torno a las cuestiones de jerarquía, representación y género. La obra de Sleigh adquirió una relevancia que todavía hoy se manifiesta en los creadores en ciernes.

El retrato tal como lo practicó Sleigh liberó a la pintura de la rigidez de una mirada dominada por los hombres y abrió un espacio para su propia mirada erótica, mientras recalcaba la importancia del diálogo contemporáneo con una tradición pictórica europea. Además de reinterpretar las poses y los complejos juegos visuales que conocidos pintores antiguos como Ingres, Manet o Velázquez asignaban a sus personajes femeninos, desarrolló también una forma de pintura histórica mediante una puntual documentación de su propia época y de los personajes y estilos de esta. Se ha descrito este tipo de pintura como una forma de "pintura del recuerdo", predominante en artistas como Manet, para quien el pasado es accesible a través de sus ecos en el presente, mientras que este último es reforzado por aquel.

Sleigh también demostró un interés particular por el movimiento prerrafaelista británico de finales del siglo XIX. Su modelo preferido, Paul Rosano, parece una reencarnación contemporánea de una de las musas favoritas de los prerrafaelistas, pero más significativo aún es que Sleigh compartía la fascinación del grupo por el diseño de interiores y la botánica y estructuraba sus composiciones con parecida tensión erótica. La afinidad con los prerrafaelistas no resulta sorprendente teniendo en cuenta que como jóvenes rebeldes de su época quebrantaron muchas de las convenciones pictóricas relativas al retrato y modularon sus obras con las tensiones de una sociedad victoriana en transformación, obsesionada por la jerarquía social, el género y la sexualidad.

Rabiosamente intimista, la obra de Sylvia Sleigh se estructuró conscientemente como una personal puesta en escena que funcionaba a través del gesto, el ornamento y la decoración. La forma tan sensual que tenía de abordar la pintura al óleo concedía gran importancia a los detalles. A veces toda la superficie del cuadro está densamente poblada, dando como resultado una composición de tipo patchwork en la que los detalles animados e inanimados tienen a menudo una trascendencia similar o determinan la presencia de todos los demás. A estos útiles se les asignaba un papel básico en la construcción de una nueva historia representacional donde se reflejaban de manera sensible los decisivos cambios de su tiempo y en la que la destreza, la naturaleza, la colectividad, el espacio social, el género y el papel del cuerpo en la sociedad se conjuntaban para abrir una nueva dimensión del discurso.

 

Dirección y horario: Monasterio de la Cartuja de Santa María de las Cuevas (Avenida Americo Vespucio, nº 2 y
Camino de los Descubrimientos, s/n) Martes a sábado, de 11:00 a 21:00 horas; domingos, de 11:00 a 15:00 horas.

 

 
 

Anunciación: Paul Rosano

Sylvia Sleigh
1975
Óleo sobre lienzo
228,6 x 132 cm

 

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