Desde hoy se puede visitar en la Galleria Borghese de Roma la exposición Valadier. Esplendor en la Roma del siglo XVIII (Valadier. Splendore nella Roma del Settecento). En ella se exponen tres piezas de la Catedral de Santiago de Compostela. Se trata de la lámpara y los dos candelabros, realizadas en torno al año 1762, que ornamentan la capilla mayor de la basílica. Todas ellas fueron realizadas precisamente en Roma por Luigi Valadier, famoso orfebre, platero, ebanista y fundidor italiano y uno de los protagonistas del clima cultural que se había desarrollado en Roma a mediados del siglo XVIII.

Las piezas de la Catedral de Santiago se exponen junto con otras 84 y están siendo objeto de gran admiración, tanto por su tamaño como por su calidad. Fue un encargo del maestrescuela Diego Juan de Ulloa, quien realizó la donación a la basílica jacobea. La lámpara fue realizada en el taller ubicado en San Luigi dei Francesi, mientras que los dos candelabros ya se hicieron en el famoso estudio al que se mudó el artista en 1762, en Via del Babuino, uno de los lugares más visitados por la realeza, diplomáticos, coleccionistas, anticuarios y grandes turistas. Ambos obradores estaban ubicados en Roma.

La lámpara llegó a la Catedral de Santiago en 1761. Sin embargo, la llegada de las otras dos obras se demoró hasta diciembre de 1765, usando para su transporte desde Italia una estrategia exenta de impuestos que conllevó su traslado en barco desde Génova a Cádiz, y desde allí al puerto de El Ferrol a través de una embarcación real. Una vez en territorio gallego, hubo de construirse un carro para hacer llegar las cajas que custodiaban los candelabros a Santiago, debido a su peso y dimensiones. Llegados al templo y habiendo maravillado al arzobispo, este consideró oportuno que su destino fuese la Capilla Mayor.

Ahora, las tres piezas han realizado el camino a la inversa, en un traslado cuidadosamente organizado. Viajaron desmontadas, en 12 cajas, y realizaron el trayecto hasta Roma en camión (hasta Barcelona) y en barco (desde Barcelona hasta Civitavecchia, puerto cercano a Roma). En la Galleria Borghese, debido a su gran tamaño (pesan entre 400 y 600 kg), se exhiben colocadas en unas estructuras realizadas para su exhibición al público.

En la exposición Valadier. Esplendor en la Roma del siglo XVIII se muestran otras obras de Valadier, como el bronce de "San Juan Bautista" del baptisterio de Letrán, recientemente restaurado y por primera vez visible fuera de su emplazamiento original; pero también objetos más pequeños, como relojes, candelabros o centros de mesa, así como dibujos que muestran el proceso creativo de Valadier. La muestra, abierta hasta el próximo 2 de febrero de 2020, está comisariada por la directora de la Galleria Borghese, Anna Coliva.

En 1759, Luigi Valadier se hizo cargo del taller de su padre Andrea, un platero francés establecido en Roma en la segunda década del siglo XVIII. Los primeros trabajos realizados para los Borghese se remontan a ese año, dando comienzo a una intensa colaboración que acompañó al artista durante más de veinticinco años, hasta su muerte en 1785. La extraordinaria síntesis de versatilidad creativa e insuperable pericia técnica, junto con la capacidad de Valadier para interpretar el nuevo sentimiento de la antigüedad, dio lugar a una renovación del gusto que se estableció en Roma como modelo internacional.

Valadier compartió muchas de las principales empresas artísticas romanas con los artistas y artesanos más importantes de su tiempo, como el arquitecto Antonio Asprucci o el tallista del mármol Lorenzo Cardelli. La sede de la famosa galería romana, la Villa Borghese, es el mejor escenario para exhibir el trabajo de Valadier, un recinto que, como su propio arte, resume el gusto dominante de la Roma de mediados del siglo XVIII, donde los refinados aparatos decorativos reflejan un rococó en declive que coexiste con las nuevas tendencias estilísticas inspiradas en la antigüedad clásica, propias de la corriente del neoclásico.