Eugenio Azcue (Orio, 1822 - San Sebastián, 1890)
Considerado el punto de unión entre la
estética neoclásica y la romántica, es el primero de los pintores guipuzcoanos del siglo XIX.
Tras estudiar en la Academia de San Fernando, continuó su formación en Roma y en París,
iniciando un recorrido internacional que seguirían más tarde otros artistas de la provincia. A
su regreso se dedicó a la pintura religiosa y a la representación de personajes históricos y
como pintor de retratos realizó numerosas efigies retrospectivas de personajes
guipuzcoanos célebres.
Juan Brocheton (San Sebastián, 1826 - Madrid, 1863)
Primer joven guipuzcoano en
acudir a la Academia de San Fernando en Madrid (1843), donde se dedicó al retrato y a la
ilustración en diferentes publicaciones. A pesar de su prematuro fallecimiento tuvo un gran
prestigio como pintor de retratos que le solicitaron muchas familias de la burguesía vasca y
cántabra. Su estilo, influido por el de sus profesores Federico Madrazo y Antonio Esquivel,
está dentro del más puro lenguaje romántico con elegantes personajes que combinan el
naturalismo del rostro con el cuidadoso estudio de la indumentaria (Familia Vélez Agüero, imagen superior).
Antonio María Lecuona (Tolosa, 1831 - Ondarroa, 1907)
Se formó en Pamplona, Bilbao (con
Cosme Duñabeitia) y Madrid, donde obtuvo una plaza de dibujante científico en el Museo de
Ciencias Naturales. Tras una década se instaló en el Casco Viejo de Bilbao, donde se
dedicó a la docencia. De ideología carlista, pintó al pretendiente Carlos VII en varias
ocasiones y se centró en la representación de tipos populares vascos iniciando así la senda
del costumbrismo vasco.
Eugenio Arruti (Luanco, 1841 - San Sebastián, 1889)
De familia liberal (dos de sus
hermanos fueron ejecutados por la partida carlista del cura Santa Cruz), gracias a una beca
de la Diputación de Gipuzkoa estudió en la Academia de San Fernando con el famoso
paisajista Carlos de Haes, quien hizo evolucionar este género desde el romanticismo hacia
el realismo; una forma de trabajar que fue también la de Arruti, que junto a bocetos
preparatorios de gran soltura y toque desenvuelto, realizaba obras mucho más acabadas y
definidas, sin renunciar nunca a la captación de los cielos y de las luces propias de cada
momento del día.
Isidro Gil Gavilondo (Azkoitia, 1842 - Burgos, 1917)
Era hijo del médico del balneario de
Cestona. Estudió Derecho en Madrid y se formó también como pintor y dibujante. Por
razones familiares acabó instalándose en Burgos donde destacó por su labor como
historiador y estudioso del patrimonio monumental de la provincia, hasta ser director del
Museo de Burgos. Muestra de su extraordinario talento como dibujante son sus
colaboraciones con la revista “La Ilustración Española y Americana” y destacó por sus
cuadros de tema histórico y literario.
José Echenagusia (Fuenterrabia, 1844 - Roma, 1912)
Alternó en su juventud formación
artística y trabajo en Bilbao. La muerte de una tía (víctima de un bombardeo carlista) le
procuró una herencia que le permitió seguir su vocación en Roma, donde se instalaría de
forma permanente, convirtiéndose en el anfitrión y referente de todos los pintores vascos
que por ella pasaban. Su gran talento le permitió tener clientes y éxitos internacionales para
sus obras de temática muy variada propia de la pintura romántica: motivos religiosos (Sansón y Dalila, imagen inferior),
orientalizantes, históricos, vistas de Venecia, asuntos literarios, etcétera.
Pedro Venancio Gassis (Pasajes de San Juan, 1850 - Burgos, 1896)
Se formó como pintor
en la Escuela de Dibujo y Pintura de Bayona y en Madrid. Por influencia paterna fue militar
de profesión, combatió a los carlistas en la Tercera Guerra y llegó a comandante de artillería.
Compaginó el ejército con la pintura de paisaje, y en sus vistas de los puertos de San
Sebastián y Pasajes recogió los diferentes tipos de embarcaciones de pesca o de
transporte. Pasó largas temporadas de permiso en Venecia y sus cuadros con imágenes de
la ciudad fueron muy celebrados.