Nuestra Señora del Olvido (Murcia)

El pasado 10 de marzo fue bendecida la representación pictórica de la titular de la Hermandad de Nuestra Señora del Olvido (Murcia) que centra el nuevo estandarte de la Virgen, estrenado en la procesión de esa misma tarde. Esta pintura ha sido realizada al óleo sobre lienzo adherido a tabla, siendo un óvalo de 32 x 35 cm.

La imagen de la Virgen aparece representada con los colores propios de la Inmaculada Concepción, vestido en hilos de oro y plata manto de terciopelo azul, y con la luna a los pies. Esta figuración inmaculista supone un guiño al propio origen de la advocación, la talla de una pequeña inmaculada olvidada en un arcón y que una vez descubierta que recibiera tan curioso nombre en el madrileño convento de San Francisco "El grande". Testimonio de aquella devoción concepcionista son las numerosas representaciones pictóricas repartidas en distintas fundaciones franciscanas, como la conservada en la murciana iglesia de la Merced.

Sirve de escenario a la Virgen una composición de nubes y cortinajes de sedas que sustentan dos querubines a la derecha de la imagen y un pequeño ángel a la izquierda de la misma.

Nuestra Señora del Carmen (Beniaján)

Representación del conjunto escultórico que ostenta el patronazgo de la pedanía murciana de Beniaján, en el que se muestra el descenso de la Virgen del Carmen al purgatorio, donde las ánimas imploran por su salvación. Dos ángeles mancebos ayudan en la tarea del rescate de las almas, mientras cinco querubines se acomodan entre las nubes.

Se trata de la pintura central del estandarte que la Cofradía del Carmen estrenará el próximo mes de julio, realizada al óleo sobre lienzo adherido a tabla, con unas dimensiones de 32 x 49 cm.

Al igual que en el estandarte que poseía hasta el momento la corporación, se ha optado por reproducir el grupo escultórico destruido parcialmente en 1936 (imagen superior). De aquella obra del siglo XVIII sobrevivieron distintas piezas como los querubines, el Niño Jesús y una de las ánimas, fragmentos que se incorporaron en la obra realizada por José Sánchez Lozano en 1956; la cabeza calcinada de la Virgen sirvió para sacar de puntos la imagen actual, cuya fisonomía es la que se ha reproducido en la pintura.