NUEVA OBRA DE IGNACIO PIZARRO ORTEGO

17/03/2018


 

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Tríptico realizado en madera, con las tablas realizadas con grafito, acrílico y carboncillo sobre Papel Canson. Se representa siguiendo las líneas tradicionales del arte gótico pictórico entre mediados del siglo XIV y lo que duró desde el XII hasta el XVI en algunos países de Europa. Queda envuelto por un halo lúgubre y oscuro, propio del motivo a representar: la epidemia de peste que asoló Sevilla en 1649, y en la que la ciudad vivió distintas procesiones de rogativas, siendo la más conocida la del 2 de julio hacia la Catedral.

La obra, titulada Sevilla, 1649, constituye un homenaje conciso y atrevido a aquellos trípticos que poblaron de belleza y enseñanzas los templos en la Europa del medievo. Siendo el tema de la epidemia de peste bubónica, el motivo principal para realizar dicha obra y que la incursión del Crucifijo de San Agustín fuera determinante para el futuro de la ciudad en su fe y esperanza por sobrevivir a la enfermedad que asolaba la ciudad.

Cuando se encuentra con las tablas cerradas, el tríptico muestra la inscripción "Copiosa relación de lo sucedido en el tiempo que duró la epidemia en la grande y augustissima ciudad de Sevilla Año de 1649". El texto aparece en letras doradas enmarcado a su vez por un fino marco del mismo color que bordea todo el frontal de la obra. La parte posterior se encuentra lisa en color negro.

Siguiendo la estética y el lenguaje propio de los manuscritos y obras pictóricas del XIV, en la tabla central se muestra el protagonista de la obra, el Santo Crucifijo de San Agustín, de rostro dulce y humilde, ante la mirada de Dios Padre, que lo presenta, arropa y sujeta su cruz para mostrarlo al mundo, y que con su intercesión y la del Espíritu Santo, representado a la derecha de Jesús, sanen a Sevilla del mal que la carcome. Cuelga del crucificado un paño de tiniebla blanco, representando la luz y pureza que desprende su poder. El sol y la luna son metáforas de que Cristo es principio y fin, día y noche. En sus pies, aparece un querubín -referencia del primitivo que poseía en su peana- sujetando la cruz con su cabeza y mostrando a los lados del rostro dos medallones representando el Alfa y Omega, símbolos de Cristo y sus seis alas, características de estos seres. Hace referencia al primitivo querubín que poseía el cristo en su peana. Aparece también un grupo de fieles y enfermos -reflejo de la sociedad sevillana de aquellos días-, la lucha entre un ángel y la muerte, y la procesión funeraria del arzobispo Agustín de Spínola Basadone, que murió aquel año. Toda la escena se encuentra enmarcada por un paisaje oscuro que muestra edificios como la Puerta y los Caños de Carmona, y el Convento de San Agustín, lugar donde se encontraba el Crucifijo en el siglo XVII. El terreno presenta una serie de colinas que se repetirán a lo largo de toda la obra. A la derecha, a lo lejos, podemos ver a un ángel arrastrando un carro de cadáveres intentando salvarlos del más allá para conducirlos hacia el paraíso de la salvación eterna.

La tabla izquierda representa el Triunfo de la Vida y la Salvación. En un primer plano conversan San Agustín y Diego Ortiz de Zúñiga, figura importante en la Sevilla del Siglo de Oro. Entre los árboles que simulan el Jardín del Edén, podemos vislumbrar un unicornio, símbolo de pureza mística, sanación y vida eterna. Sin embargo, el protagonista de la escena es un gran corazón llameante, símbolo agustino con la leyenda en su interior "Yo soy el camino, la verdad y la vida", haciendo referencia a Jesús como salvador de la humanidad. A lo lejos y suspendido en el cielo, un círculo oscuro con un resplandor circular al fondo, que es la entrada al paraíso de Cristo. Una corte de ángeles transporta las almas hacia una vida eterna en el reino de los cielos.

Por último, la tabla derecha representa el Triunfo de la Muerte y la Peste. Una escena cargada de dramatismo, un paisaje trágico, tétrico y lúgubre, donde la Muerte es la protagonista e injusta vencedora. Entre los personajes, vemos dos figuras que portan dos ataúdes pertenecientes a la Hermandad del Santo Crucifijo y Pura y Limpia de Nuestra Señora, la cual se extinguió debido a que todos sus integrantes murieron de peste en aquellos días. El esqueleto que transporta cuerpos en una balsa por el Guadalquivir hace alusión a Caronte, el barquero que llevaba las almas de los muertos al inframundo. Al fondo, la Torre del Oro, y a sus espaldas una vista de la ciudad con sus edificios, entre los que se distinguen la Catedral a la izquierda junto a la Giralda.

En definitiva, una obra cargada de simbolismo que se puede ver actualmente en la muestra Asilo y Protector. Santo Crucifijo de San Agustín 2018 del Círculo Mercantil e Industrial de Sevilla (ver enlace) y que ha servido de homenaje a la profunda pasión del artista sevillano por el arte gótico, el misticismo y la obra de autores flamencos como Van der Wayden o artistas como El Bosco. 

 

Nota de La Hornacina: acceso a la galería fotográfica a través del icono que encabeza la noticia.

 

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