Esta intervención ha consistido principalmente en la elaboración de un nuevo cuerpo por Juan Manuel Parra Hernández, incluyendo las manos, los pies y la peana. Al escultor le llegó la cabeza de la imagen a partir de la mitad del cuello; ni siquiera la policromía del rostro era la original de Enrique Orce. El cuerpo elaborado ahora por Parra Hernández presenta mayor movimiento, así como armonía y composición con la cabeza. Está realizado en madera de cedro en su totalidad, respetando el movimiento primitivo de las piernas al haber sido concebido el Nazareno con el pie derecho adelantado, dándole Parra más inclinación para que la expresión corporal de la figura fuese más poderosa y acorde con el momento que representa.

Respecto a la cabeza del Cristo, su fisonomía ha sido respetada en todo momento, corrigiéndose solo algunos desperfectos: ajuste de la línea del pelo, bastante desplazada hacia la izquierda, lo que hacía que las potencias que lleva como presea también quedaran desplazadas; la adición de volumen al cabello, sobre todo en la parte posterior, para que así funcione la imagen en todo su conjunto; el arreglo de la corona de espinas, que es la primitiva, pero a la que se le han añadido algunas ramas y reparado otras para que fuese acorde con la línea del pelo corregida; y por último, la recuperación de los dientes inferiores, que Orce realizó pero habían sido ocultos posteriormente, siendo hasta la intervención de Parra la lengua que presentaba la imagen.