DOLOROSA DE RUBÉN FERNÁNDEZ PARRA

08/03/2010


 

 

El 15 de Abril de 2009, un incendio fortuito arrasó el edificio colonial del centro de Comayagua (Honduras) que albergaba la sede de Cáritas, el Obispado de la Diócesis de Comayagua, la Capilla del Carmen y el Museo Colonial Eclesiástico. Del amplio inmueble, construido en el año 1775, sólo quedó en pie la fachada, perdiéndose techos, paredes y buena parte del valioso patrimonio mueble y documental que conservaba en su interior.

Entre las esculturas destruidas se encontraban las imágenes de San Pedro, Santa María Magdalena, una Virgen de los Dolores que desfilaba en la popularmente conocida como "Procesión del Via Crucis", y la Virgen del Carmen con el Niño, titular de la capilla donde, seguramente, se originó el cortocicuito causante del desastre.

Afortunadamente, el escultor e imaginero sevillano Ruben Fernández Parra, por encargo expreso del obispo de Comayagua, Roberto Camilleri, ha reemplazado ya todas estas imágenes desaparecidas por otras de su propia producción, de las cuales les daremos amplia información a partir de hoy y en los próximos días. Las obras le fueron encargadas el pasado mes de junio, cuando dio comienzo el proceso de reconstrucción del conjunto.

 

 

Comenzamos con la Virgen de los Dolores, la única de todas las nuevas obras que reproduce el simulacro perdido en el incendio, debido a su gran veneración en la ciudad hondureña. Es una talla mariana de candelero para vestir, realizada en madera de cedro, con ojos de vidrio que miran al cielo y policromía al óleo. Su ejecución ha sido muy compleja, pues, pese a la devoción que poseía, el material gráfico existente de la imagen anterior es muy escaso.

Según Fernández Parra, la primitiva Dolorosa podría ser obra del XVIII, siglo de apogeo del arte colonial en Honduras. La exageración del dramatismo (el "tremendismo indio", en palabras del historiador sevillano Juan Martínez Alcalde), tan típica en las obras pasionistas de los artistas latinoamericanos, se manifiesta en la enorme hinchazón de los rasgados ojos, especialmente del párpado inferior, y la presencia de diez lágrimas de cristal situadas justamente debajo del mismo, todo ello fruto del deseo de impactar profundamente a los fieles.

No cabe duda que la primitiva Virgen fue labrada por un artista autóctono y es fiel reflejo de la honda religiosidad de una época en la que también se llevaron a Honduras un buen número de esculturas sacras procedentes de España y de la vecina Guatemala. Como hemos apuntado, la nueva Dolorosa es la única reproducción llevada a cabo por Fernández Parra en este grupo de obras hondureñas, ya que el resto se confiaron a su creatividad artística.

 

 

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