La imagen de Nuestro Padre Jesús de la Misión Redentora representa el encuentro del Nazareno con su Madre en la Calle de la Amargura. Captado en el momento en que está a punto de caer desplomado, Cristo es visto por el espectador prácticamente desfallecido, con el gesto jadeante y las extremidades temblorosas, incapaz por más tiempo de seguir su camino y llevar a cuestas el instrumento de su martirio.

La figura, bañada en sangre por los latigazos de los soldados, el roce del pesado madero y las penetrantes espinas de la corona, que se hincarán más en sus carnes una vez dado el fuerte golpe en tierra, será presentada hoy en la iglesia sevillana del Santísimo Cristo de la Expiración (El Cachorro), y formará parte de un importante proyecto escultórico cuyo destino son los desfiles penitenciales de Jerez de la Frontera, del que les informamos en La Hornacina el 20 de octubre del pasado año 2010 (ver enlace).

Labrado en madera de cedro policromada al óleo, con un tamaño ligeramente superior del natural (con su postura encorvada la imagen alcanza los 168 cm de altura), para la asociación que lleva su nombre, situada en la Parroquia del Corpus Christi del barrio jerezano de Picadueñas, estará acompañado en un futuro por las imágenes del Stabat Mater y los soldados que custodian su triste andadura.

Tanto la peana como la tosca cruz, a medio camino entre la arbórea y la cepillada, han sido realizadas en pino por el tallista Enrique Gonzalves, autor de las barrocas andas sobre las que procesionará el misterio. La corona, superpuesta, muestra entre sus ramas un caracol y una serpiente, símbolos cristianos de la ascensión y el pecado, respectivamente. Las austeras ropas han sido confeccionadas por Macarena Salvador, esposa del escultor, quien considera la presente pieza su mejor creación hasta la fecha.