NUEVA OBRA DE FERNANDO MURCIANO PARA ALMERÍA

26/02/2009


 

Galerķa de Fotos

 

Se trata de dos Arcángeles Seráficos para la Cofradía del Prendimiento. Ambos están realizados en soporte de madera de cedro del Líbano, de 95 cm de altura, aproximadamente. El policromado del estofado está realizado al temple al huevo, y la policromía, de técnica oleosa, se halla pulimentada con corete tipo animal. El dorado es en oro fino de 24 kilates. La orfebrería de los faroles, en plata de ley, corresponde a los Hermanos Delgado.

El Arcángel Uriel (Rostro de Dios) es uno de los siete Arcángeles que están al pie en el trono del creador de Dios y uno de los Arcángeles principales que sirven a la humanidad. Es a la vez Serafín, Querubín y Príncipe de las Dominaciones. Conocido como Arcángel de la Salvación, está considerado como el Ángel del arrepentimiento y de la retribución. Uriel ayuda a cumplir los objetivos y misiones de la vida cristiana, proveyendo de ideas transformadoras. Además, atrae la buena suerte y la opulencia bien merecida. Cuenta la tradición que San Cayetano fue guiado por Uriel cuando estuvo en la tierra. Uriel gobierna el plano mental de los individuos, los pensamientos y las ideas, la creatividad, las perspicacias y el juicio. Lleva túnica de color rojo, con forro celeste.

Por su parte, el Arcángel Zadquiel es también Príncipe de las Dominaciones, así como auxiliar de las emergencias y procesos que implican un juicio. La influencia de Zadquiel se hace sentir en el momento que los cristianos transitan por situaciones penosas, ya que su misión es la del auxilio para que alcancen el perdón de Dios y llevar sus cargas espirituales. Además, se considera que desata la verdad, promueve la capacidad de perdonar, la transmutación, la misericordia, la compasión y el arrepentimiento. Se le invoca cuando se hace necesario un cambio en situaciones o con personas negativas. Viste túnica de color violeta, con forro bermellón.

Si pulsan en el icono que acompaña la noticia, podrán ver una galería fotográfica de dos figuras que toman como referencia la composición dinámica del barroco italiano, mostrando una concepción más sobria e intimista Uriel sobre Zadquiel. El autor pormenoriza en el retrato psicológico de los dos arcángeles, su exquisito modelado y una composición digna de los máximos cánones escenográficos, acertando a su vez en la ornamentación y recreándose en los momentos propios de la escena en cuestión. Así mismo, desarrolla distinciones, tanto en el tratamiento de los ropajes como en la composición y los volúmenes de los Arcángeles.

 

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