NUEVAS OBRAS DE PINTURA Y ESCULTURA SACRA

Con información de sus autores (19/01/2019)


 

 

Luis de la Pura

Pintura para el cartel que anuncia el XX encuentro de Hermandades y Cofradías del Rosario de Andalucía, que se celebrará en la localidad de Brenes (Sevilla) el próximo 9 de Febrero. Ha sido encargado al artista Luis de la Pura por la hermandad del Rosario de Brenes, anfitriona del evento.

Realizado en técnica mixta sobre papel de acuarela de grano medio y ramaje alto, muestra en su centro el escudo dominico, de cuya parte superior emerge la actual imagen de la Virgen del Rosario, ataviada como la desaparecida en los disturbios de 1936, plasmando así el artista brenero el ayer y hoy de dicha corporación. En la parte inferior, centrada, la leyenda del encuentro; y en la parte superior, como coronación de esta pirámide dominica, la estrella de ocho puntas que simboliza a Santo Domingo de Guzmán.

Como colofón y enlace a estos elementos, aguadas en ocre, amarillo y el rojo que siempre caracterizó a la hermandad del Rosario de Brenes, como un estallido de júbilo plasmado en los más vivos colores.

 

 
     
     
     
     
 

 

Jesús Arcos de la Rosa

Niño Dios en terracota policromada al óleo. Modelado con nube de querubines basados en modelos naturales, diferenciándolos de la idealización del pequeño Jesús. Hasta el pasado 12 de enero ha estado expuesto en la muestra "Dios ha nacido" (ver enlace superior), organizada por la hermandad malagueña del Sagrado Descendimiento. El Niño, de tipo pasionario, mide 75 cm de altura (90 cm incluyendo la cruz).

 

 
 

 

Antonio Díaz Arnido

Del sevillano presentamos dos obras. La primera, una pintura titulada "Mirada de amor, esperanza y oración" para el cartel del 75 aniversario fundacional de la hermandad almeriense de los Estudiantes. Ha sido realizada en acrílico, grafito y óleo sobre tabla montada en bastidor, encolada y estucada. Su composición es sencilla, sobria y directa, con un mensaje sintético y claro. El principal reclamo es el cruce de miradas entre la Virgen del Amor y la Esperanza y el Cristo de la Oración en el Huerto, tratados de forma naturalista sobre fondos cromáticos neutros. Cromáticamente, hay un predominio del blanco y el negro, destacando las dos grandes bandas en rojo y verde. Colores sobrios y elegantes, acordes a la idiosincrasia de la Hermandad de los Estudiantes. Asentando la base del esquema compositivo aparecen tres elementos vectorizados que representan de forma gráfica y neutra tres grandes símbolos históricos de la citada corporación: el incensario, el libro y la cruz. Un gran vacío intermedio equilibra la composición, y permite utilizar gráficamente la obra para diversos fines publicitarios. Se pretende así una creación dinámica y versátil.

La segunda obra, en técnica mixta sobre tabla tipo 3D (65 x 25 cm), muestra sobre fondo negro el perfil del Nazareno de la Humildad (Juan Manuel Miñarro, 2004), titular de la hermandad sevillana del Cerro del Águila. En ambos casos, las fotografías han sido realizadas por Carlos Roncero Mesa.

 

 
     
     
 

 

Ángel Arroyo

Imagen del sumo sacerdote judío Caifás para la asociación cofrade Pasión y Humildad de Jerez de la Frontera. Es una figura de vestir a tamaño natural de 180 cm de alto, realizada en madera de cedro y con policromía al óleo. Está ataviado con ricos ropajes propios de la tipología de la imagen, plasmando así la opulencia del personaje. Se ilustra el momento en que Caifás recoge la sentencia de la mano de Poncio Pilato, mientras escucha atentamente lo que el prefecto romano de Judea tiene que decirle. Caifás forma parte de un misterio que representará la escena en la que Cristo es condenado a muerte. La hechura cristífera ocupará la delantera del paso e irá acompañada de dos soldados romanos, disponiéndose en la trasera Caifás entablando el mencionado diálogo con Pilato, rematando el conjunto escultórico un trono. Las fotografías son de Ángel Aparcero.

 

 

Adrián Riquelme

En el año 2011, Miñarro (autor de la talla del Nazareno del Cerro del Águila) daba clases de Procedimientos escultóricos a Riquelme en la Facultad de Bellas Artes. El pintor le mostró la portada del boletín de aquella Cuaresma en la que pintó el perfil del Santísimo Cristo del Desamparo y Abandono cuando por entonces se cumplían 30 años de su llegada (ver enlace inferior). Estuvieron hablando del estado en el que llegó el crucificado en 1981 y de la restauración a la que fue sometido por Miñarro. Al finalizar, el escultor le dijo: "Cuando salga el Nazareno lo pintas en la portada". Y Riquelme aceptó el compromiso. Ocho años después se hace realidad aquella propuesta que la Junta del Cerro ha tenido a bien aceptar.

Con esta portada, Adrián Riquelme ha querido "devolver" -de alguna manera- al Nazareno de la Humildad a la atmósfera de la que se inspiró Miñarro cuando vio el cuadro "Cristo con la cruz a cuestas" del veneciano Sebastiano del Piombo en el Museo del Prado en diciembre del año 2002. La obra de Riquelme ha sido realizada con pintura acrílica y tinta indeleble sobre un lienzo de 55 x 46 cm y en ella intenta representar cómo pudo verse Nuestro Padre Jesús de la Humildad en la imaginación que proyectó su propio autor antes de realizarlo.

 

     
     
 

 

Pablo Gallardo Outerelo

La última obra del sevillano es un Nacimiento de vestir de poco más de 50 de altura. Las imágenes, modeladas en barro y policromadas al óleo, responden a los modelos estilísticos de la escuela barroca sevillana, tomando como referencia a autores como Pedro Roldán, Pedro Duque Cornejo o José Montes de Oca. La Virgen, representada como una bella joven de apenas 18 años, de piel fina y sonrosada, se encuentra de rodillas a la derecha de la cuna, levantando con sus finas manos la sábana de la cuna del Niño. En pie, a la izquierda de la cuna, vemos la imagen de San José, de suave modelado y dulce expresión nos presenta al pequeño Jesús con la zurda, mientras que en la diestra sostiene la vara florida en azucenas. En el centro de la composición observamos al Niño envuelto en sábanas de encajes. El Divino Infante, que no alcanza los 17 cm, alza su mano derecha mostrando sus dos realidades, el ser a la vez Dios y Hombre verdaderamente.

 

 

David Conejo

Pintura con la que felicitamos las pasadas Navidades en nuestra red social de Facebook. La imagen nos ofrece una representación de la Natividad del Niño Jesús en la que se adivina la intención de evocar la tradición iconográfica oriental, con sus fondos dorados que representan la divinidad y la dimensión espiritual. La referencia a esta tradición milenaria, la cual no perseguía el realismo, sino que conservaba únicamente los elementos necesarios para presentar las realidades de fe, contrasta con el realismo con que se ha retratado la figura del pequeño Jesús. Este elemento quiere conjugar la riqueza de la espiritualidad oriental con la occidental, con su inclinación a buscar elementos tangibles y concretos para satisfacer las exigencias de su mentalidad, más proclive a racionalizar sus experiencias, incluida la de la fe.

El hilo conductor de la pintura es la etimología de la palabra "Belén": "Casa del pan". De ello nos hablan, en primer término, las espigas de trigo que rodean al infante, pero también un elemento que podría pasar inadvertido: el niño está envuelto en lienzos blancos, que recuerdan la blancura del pan, la pureza y lo muestran como "pan" listo para ser servido y presentado a la mesa de los convidados al banquete del Señor. El niño, además, está fajado, lo cual, además de obedecer a una antigua costumbre que se tenía con los recién nacidos, recuerda que el Jesús adulto será un día amortajado para la sepultura, una vez consumada su Pasión y muerte. A la meditación del sacrificio del cordero inocente también nos conduce el símbolo de las espigas, trituradas para convertirse en pan que sacia a los hambrientos.

Estas espigas están acompañadas por cinco amapolas rojas. Estas flores crecen comúnmente en los campos de trigo, y al florecer en primavera, se relacionan con el tiempo de Pascua. La amapola simboliza además el amor perenne y la vida que no puede ser aprisionada, ideas asociadas a Cristo resucitado. Su número se corresponde con las cinco llagas del Señor, conservadas después de su resurrección. Aparecen entrelazadas con el trigo, dando a entender que el sacrificio de Cristo no es una muerte infructuosa, sino que lleva el germen de la vida.

El nimbo cruciforme, típico de las representaciones de Cristo Pantocrátor, nos deja ver dos de los brazos de la cruz. Este símbolo indica que ese pequeño niño es aquel que ha sido constituido Señor y Salvador de todo lo creado. Por último, la estrella de ocho puntas refiere el pasaje de los Magos, quienes vieron en ella el signo del nacimiento del Redentor, y los hizo salir de su tierra para buscarlo y adorarlo. La estrella, que en esa ocasión mostró dónde estaba Jesús, es también un símbolo común para representar a la Virgen Madre, en cuyo seno se encarnó el Verbo, y que, como lo hizo la estrella, nos guía hoy hacia su hijo Jesús, el Emmanuel prometido desde antiguo, Dios en medio de su pueblo para la salvación de todos los que lo buscan con fe y esperanza.

 

 
     
     
 

 

Rafael Gata Blanco

Imagen de San Juan Evangelista, de tamaño inferior del natural (mide 78 cm de altura), realizado en terracota para vestir, con brazos articulados y policromía al óleo. Su destino es la colección particular de un sacerdote en la ciudad de Sevilla. Acompaña a una Virgen Dolorosa que el cordobés Rafael Gata hace dos años.

 

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