AMERICAN PEOPLE

17/07/2025


 

 

Varias décadas de fotografía documental, desde 1930 a 1980, dan forma a la exposición American People. Fotografía documental americana (1930-1980), que reúne hasta el próximo 13 de octubre 80 imágenes de 11 autores norteamericanos, referencias imprescindibles del género. Con esta muestra, compuesta íntegramente con obras de la Colección José Luis Soler Vila, el Museo Carmen Thyssen Málaga propone reflexionar sobre el documentalismo fotográfico norteamericano del siglo XX de la mano de una selección de los maestros del género. 

Un mosaico de rostros y personajes vistos e interceptados en calles y espacios cotidianos de Estados Unidos, inmortalizados por fotógrafos de referencia en su disciplina. Ejemplos de una mirada directa a la realidad que, con distintos objetivos y sensibilidades, todos compartieron e impulsaron, fascinados por capturar la vida con sus cámaras para, simplemente, mostrarla como se ve. Una miscelánea de instantáneas del AMERICAN PEOPLE y su vida cotidiana que permite descubrir la importancia y la evolución del género, además de "poner cara" a las distintas y complejas realidades sociales de Estados Unidos a lo largo de seis décadas.

A través de la captación de imágenes de la vida real, el documentalismo se reveló como un género híbrido permeable al testimonio histórico, al retrato, a la pulsión de la calle, a la investigación psicológica y sociológica, a la denuncia social, a la ironía, a la narración... Así, la convivencia y combinación de diferentes tendencias, desde el fotoperiodismo a la fotografía directa, humanista y callejera, enriquecieron la esencia documental y permitieron a los fotógrafos imprimir un sello personal a sus trabajos. En definitiva, partir de la realidad, reproducirla con exactitud e incluso dotarla de una dimensión enigmática como aspiración común de todos esos enfoques. Y mirar a lo ordinario, a lo que suele pasar inadvertido y hacer de la fotografía otra muestra más de la vida.

De este modo, la muestra en la Sala Noble plantea un apasionante recorrido que comienza con las piezas de los pioneros, como Walker Evans, Robert Frank o Louis Faurer, y finaliza con la producción a color de Harry Callahan, Anthony Hernández o Tod Papageorge a partir de los años 60.

La popularización de las cámaras compactas de 35 mm revolucionó la práctica fotográfica y propició un modo eficaz de captar el "instante decisivo", que, unido a la eclosión de las revistas ilustradas de gran tirada, significó el triunfo de la fotografía como medio de comunicación universal durante la primera mitad del siglo. Se produjo entonces un cambio sustancial en la imagen fotográfica, que pasó de ser percibida como una unidad aislada a alcanzar un mayor potencial visual en el concepto de serie, es decir, en la ordenación y agrupamiento en forma de relato y reportaje gráfico. Partir de la realidad, reproducirla con exactitud e incluso dotarla de una dimensión enigmática.

 

 

Desde los años 30 asistimos al desarrollo de un nuevo tipo de fotografía de estilo documental que reivindicaba la simplicidad, la nitidez y el registro de la realidad. Una expresión visual en la que primaba la claridad compositiva y el interés por los motivos cotidianos. Su primer valedor fue Walker Evans (1903-1975), quien sentó las bases de un género utilitarista que adoptaba el estilo artístico, una fotografía rigurosa y no exenta de lirismo. En 1935 fue reclutado por la Farm Security Administration, una agencia gubernamental, para atestiguar la crítica situación de los agricultores durante la Gran Depresión. De aquella aventura surgió un memorable fotolibro, "Elogiemos ahora a hombres famosos" (1941), con fotografías de Evans y textos de James Agee. Fueron años en los que triunfaron en Estados Unidos proyectos como la Photo League, con fotógrafos y cineastas que concebían el reportaje como un medio de denuncia social. Los tiempos de la fotografía honesta y directa, que pusieron el foco en las clases populares, tanto urbanas como rurales.

De esa órbita surgieron propuestas como las de Helen Levitt (1913-2009), autora de la llamada fotografía humanista, que en los años 40 fijó su mirada en las calles del extrarradio neoyorquino y produjo una obra que armoniza el compromiso con las minorías y la poética de la cotidianidad.

La corriente fotográfica humanista y el interés por la vida urbana son la base de la obra de Louis Faurer (1916-2001), referente de la fotografía callejera de Nueva York hasta los años 50. Compartió estudio con Robert Frank (1924-2019) y ambos hicieron de la psicología uno de los grandes temas de su obra: la vulnerabilidad y el aislamiento del individuo en la multitud, pero sin descuidar los aspectos puramente formales. Frank acometió una visión revolucionaria del "american way of life"; con punzante ironía reparó en sus tópicos y paradojas tras viajar durante dos años por el país, y el proyecto cristalizó en una obra esencial, "The Americans" (1958). Esa mirada al estadounidense medio, aislado el individuo anónimo mediante retratos robados, fue también uno de los grandes hallazgos de Harry Callahan (1912-1999). En sentido opuesto, la iconografía radiante de una estelar Marilyn Monroe, fotografiada por Garry Winogrand (1928-1984) durante el rodaje de "La tentación vive arriba" (1955). De Winogrand, en la exposición American People se alternan sus imágenes históricas como fotoperiodista con la estricta fotografía callejera.

En los años 60 irrumpe un nuevo documentalismo más subjetivo, cuyo principal impulsor fue Lee Friedlander (1934), autor de un repertorio desconcertante, que se interesa por aspectos en principio menos llamativos de la realidad y con un total abandono del sentimentalismo. En ese momento conviven diversos estilos fotográficos, pero con un apego común por el retrato callejero espontáneo, desde Imogen Cunningham (1883-1976), referente histórico de la fotografía, a Tod Papageorge (1940), quien aporta una sugerente visión en color del paisanaje neoyorquino.

En los primeros años 70 una joven Susan Meiselas (1948) acometió el ambicioso proyecto "Carnival Strippers" durante cinco veranos. El resultado fue un repertorio sórdido sobre la América profunda y aún hoy referencia visual por los derechos de las mujeres. También constituye un episodio referencial la serie "Rodeo Drive" (1984) de Anthony Hernández (1947). Un desenfadado catálogo de ricos y "fashion victims" pululando por Beverly Hills. Imágenes que sobreexpuso ligeramente para acentuar el color y en las que subyace una crítica social por la desigualdad racial y de clase.

De los años 80, y con el color como medio de expresión principal, American People muestra unas originales obras del entonces veterano fotógrafo callejero Harry Callahan, en las que se sirvió de la exposición múltiple, una técnica que ya usaba en los años 40.

En 1978 Tod Papageorge (1940) cruzó el célebre cordón de terciopelo de la entrada de la discoteca Studio 54, que tantos desearon franquear durante los escasos tres años de actividad del local y que marcaba una especie de frontera fabulosa entre la Nueva York real y el universo salvaje y selecto que se desplegaba en el interior. Inspirado por las imágenes del París de Brassaï en los años 30, que había visto en una exposición en el MoMA, y pertrechado, como Brassaï, con una cámara de formato medio, Papageorge vio desfilar ante su objetivo en el legendario "night-club" entre 1978 y 1980 a una variopinta clientela de celebridades, personajes extravagantes y rostros anónimos, privilegiados admitidos a aquel santuario de la libertad y el placer.

Desde su apertura el 26 de abril de 1977, en el 254 de la calle 54 oeste, en Manhattan, hasta su clausura, en febrero de 1980, Studio 54 concitó, por rigurosa invitación, a la "beautiful people" que vivía o pasaba por la ciudad, famosos o desconocidos esperando dejar de serlo, que querían ver y ser vistos. Personalidades del cine, la música, las artes, la moda o la política y fiesteros de todo pelaje recalaron en el local de moda del momento y se sumergieron en su ambiente único de euforia, diversión y desenfreno. Moviéndose por los espacios cuidadosamente decorados y pensados para el disfrute (la pista de baile, el bar, las zonas VIP y la terraza), Papageorge inmortalizó la realidad intensamente terrenal de aquel paraíso efímero de la vida noctámbula neoyorquina, del que American People expone una breve muestra.

 

 

Volver          Principal

www.lahornacina.com