Un estudio del investigador Francisco Jesús Flores Matute, publicado en la revista científica De Arte, editada por el Departamento de Patrimonio Artístico y Documental de la Universidad de León (UNILEON), viene a posicionar en la escena artística malagueña de transición del siglo XVIII al XIX a un escultor, Salvador Gutiérrez de León (1777-1856), necesitado de una revisión profunda y meditada de su producción artística, revisando algunas de las piezas que se le tienen por ciertas o documentadas y logrando localizar y atribuir una serie de esculturas sacras de unos exquisitos acabados técnicos y formales que lo convierten, ciertamente, en uno de los más destacados escultores del primer tercio del XIX en Málaga y Andalucía.

Al revisar la extensa producción sacra que Flores Matute ha localizado y atribuido a Salvador Gutiérrez de León, podemos concluir varias cuestiones interesantes: por un lado, el enorme prestigio del que disfrutó este escultor malagueño desde muy temprano debido a la más que evidente calidad plástica y técnica que tiene su obra y que hizo que fuera reclamado por multitud de localidades de fuera de Málaga, como ya ocurriera con sus antecesores Fernando Ortiz, José Medina o la familia Asensio de la Cerda. Así, se encuentran obras suyas, aparte de en la provincia malagueña, en el sur de la provincia cordobesa (Cabra y Priego), en la suroriental gaditana (Tarifa, San Roque, La Línea de la Concepción), en la sevillana (Lantejuela) y en Granada capital.

Entre dichas atribuciones encontramos la popular "Virgen de la Amargura" (Zamarrilla) de Málaga, la "Virgen de la Paz" del convento de capuchinos de Granada, el "Nazareno del Paso" de Churriana (Málaga), la "Virgen de los Dolores" de la Hermandad del Nazareno de San Roque (Cádiz), una académica "Inmaculada Concepción" del templo malagueño de los Santos Mártires, la "Virgen de la Soledad" de Fuengirola (Málaga), la "Virgen del Mayor Dolor" de Lantejuela (Sevilla), la "Virgen de la Soledad" de La Línea de la Concepción (Cádiz), "Jesús de las Necesidades" de Cabra (Córdoba), el "Cristo de la Humildad y Paciencia" de San Roque, un pequeño "Calvario" del Museo de la Catedral de Málaga y dos pequeñas tallas de "San Ciriaco" y "Santa Paula", patronos de Málaga, que hace unos años salieron a subasta por la casa sevillana Isbilya.

Por otro, podemos comprobar los débitos estéticos que tiene Salvador Gutiérrez de León con respecto a su maestro, José de Medina, aunque no se convierte en un simple seguidor de su obra sino que, antes bien, denota personalidad propia y ganas de distanciarse de sus referentes desde el principio, como así demuestra su obra conservada más antigua, la Virgen de la Amargura de Tarifa (Cádiz).

Igualmente, es especialmente llamativo el aprecio que muestra Salvador Gutiérrez de León por plasmar la realidad cotidiana con gran maestría en su producción sacra, aportando a la vez extrema dignidad y riqueza a las imágenes de sus santos y, sobre todo, a las marianas y cristíferas mediante ropajes prácticamente dorados o con estofados muy ricos y plenos, así como dibujos hechos por incisión o mediante talla volumétrica que, no obstante, son prácticamente iguales y que se repiten en numerosas de las imágenes en el referido estudio citadas. Podríamos decir que gusta de recrearse en todos los detalles, sin reparar en el tiempo que le ocuparía ejecutarlos, amén de su gusto por reflejar la divinidad de sus imágenes a través del recurso polícromo, mientras que, a la vez, los humaniza por el mismo método. Es decir, su labor técnica refleja su eclecticismo.

En suma, nos encontramos con un autor sobresaliente en los prolegómenos del siglo XIX, siendo digno sucesor de los maestros que le antecedieron y que hubo de asombrar prontamente en su ciudad y fuera de ella, al punto de convertirse en uno de los escultores más importantes y prolíficos, sin duda, de la Andalucía decimonónica, junto a Juan de Astorga en Sevilla, José Fernández Guerrero en Cádiz y Manuel González en Granada.