NUEVA OBRA DE SALVADOR MADROÑAL

Enrique Ruiz Portillo (18/03/2015)


 

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La Hermandad del Rosario de Alcalá de Guadaíra (Sevilla) presentó el pasado 7 de marzo en su sede canónica, la Capilla del Carmen, la nueva imagen de San Pedro, última de las obras que componen el proyecto de renovación del apostolado del paso de misterio de la cofradía, tras la presentación de la imagen de San Juan Evangelista en la Cuaresma de 2013 y la de Santiago el Mayor en 2014. Concluido el conjunto, procesionará el próximo Domingo de Ramos, coincidiendo con el Cincuentenario fundacional de la Hermandad.

La imagen de San Pedro ha sido realizada en madera de cedro tallada y policromada por el escultor sevillano Salvador Madroñal Valle. Viste ropajes de terciopelo en los colores de su iconografía, morado y amarillo albero, y porta el nimbo alrededor de su cabeza, obra de metal plateado repujada por el orfebre sevillano Joaquín Ossorio Martínez, donada por el Grupo Joven de la Hermandad.

El grupo de los apóstoles dormidos en el conjunto del misterio de la Oración en el Huerto se basa en el relato evangélico, especialmente en el de Mateo (26, 36-46). San Pedro, también llamado Simón o Cefas, era pescador en el mar de Galilea cuando recibió la llamada de Cristo para seguirle como apóstol. Su fuerte personalidad y cercanía a Cristo lo convierten en uno de los apóstoles más destacados, sobre todo a partir de que Jesús le ponga el sobrenombre de Pedro, al señalarle como la piedra sobre la que se edificaría la iglesia. A partir de su vocación son muchos los momentos en los que está presente en el Evangelio durante la vida pública de Jesús, como la pregunta sobre el tributo de la moneda, la Transfiguración en el Monte Tabor, la oración y el prendimiento en el Huerto de los Olivos, en la Última Cena y en Pentecostés. Entre ellos destacaremos sus negaciones, cuando al salir Jesús apresado del palacio de Caifás, niega conocerlo, como había anunciado Cristo en la cena. Su arrepentimiento le llevó a fortalecer la fe extendiendo el evangelio.

Salvador Madroñal ha realizado esta nueva imagen a tamaño natural, en madera de cedro, estucada y policromada para ser vestida, siguiendo las pautas de las imágenes de candelero, esto es, cabeza, manos y pies perfectamente representados, mientras que el resto del cuerpo se modela a grandes rasgos sin mucho detalle ya que están destinados a ser ocultos por las prendas que los sostienen.

El imaginero lo representa adulto, casi anciano, y dormido. Se sienta sobre una pequeña roca en la que se queda dormido junto a Santiago, lo que le hace inclinar su torso hacia un lado, girando el cuello. La imagen ha sido concienzudamente estudiada en su postura, disposición y modelado, dado que la imagen deberá ser contemplada en todo su derredor, evitando la visión frontal propia de otro tipo de imágenes religiosas.

Sobre las rocas se la peana quedan los pies descalzos, que dejan ver sus plantas pues no tocan el suelo al estar sentada la figura. Sobre los muslos descansan sus manos, llenas de expresión al flexionar sus dedos. Manos y pies muestran las arrugas y las manchas en la piel que el sol y la vejez han dejado.

La cabeza, de rasgos muy clásicos, se muestra erguida y girada, intentando vencer al sueño y mantener la atención a cuanto ocurre. El giro del cuello permite mostrar la tensión de la musculatura de la zona. Sus rasgos son ya de anciano, con facciones en las que marcan las arrugas de la vejez. El pelo canoso es corto en la nuca y se peina hacia adelante, marcándose con menudas guedejas en la frente, donde se nota que las entradas son ya profundas. Los mechones de cabellos son cortos y rizados. Las arrugas de la frente marcan la expresión de la imagen, que se refuerza con las cejas que se ondulan en forma de "S". Los ojos cerrados muestran, como en las otras imágenes, el vivo lagrimal brillando. La nariz es más gruesa pero mantiene la corrección y la elegancia. La barba es corta, rizada y redondeada y el bigote cae en mechones muy lacios, rizándose hacia la boca. La boca se cierra, apretando ligeramente los labios, en ese intento de mantenerse alerta.

Sobre sus ropajes diremos que han sido realizados en terciopelo de algodón de alta calidad y siguen la estética que Renacimiento y Barroco definieron para el Colegio Apostólico: túnica o chiton anudada en la cintura cubierta por mantolín o himation, tomando como modelo a los altos dignatarios del mundo grecorromano. Tampoco su cromatismo es fruto de la casualidad, el capricho o el gusto estético, sino que, muy al contrario están cargados de significados que hunden sus raíces en el barroco: el morado de la túnica representa la penitencia y la melancolía debido a su arrepentimiento después de haber traicionado a Cristo en sus negaciones; por otro lado, el mantolín, en color amarillo dorado, es símbolo de la riqueza y el lujo celestial, aludiendo a la condición de primer Papa y príncipe de la Iglesia que tiene San Pedro. También simboliza la luz y la verdad revelada, en contraste con la oscuridad y verdad oculta que representan sus negaciones.

 

Nota de La Hornacina: acceso a la galería fotográfica a través del icono
que encabeza la noticia. Enrique Ruiz Portillo es Licenciado en Historia del Arte.

 

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