INTERVENCIÓN DE DA VINCI RESTAURO PARA MADRID
14/06/2025
Gracias a un meticuloso proceso de restauración por parte de la empresa madrileña Da Vinci Restauro S.L., el altar mayor y el camarín de la Basílica de Nuestra Señora de Atocha, ubicada en pleno corazón de Madrid, han recuperado el esplendor perdido con el tiempo. Más que una intervención estética, este proyecto es un tributo al arte sacro y a la preservación de objetos litúrgicos que forman parte del legado espiritual y artístico de generaciones. El altar mayor de la Virgen de Atocha, situado a siete metros de altura, ha sido sometido a un proceso de restauración que honra su valor como pieza central del templo. Bajo capas de polvo y repintes poco afortunados, se revelaron molduras doradas y detalles ornamentales que habían sido opacados por el paso de los años. Se han restaurado las peanas que componen el altar, y se han recuperado los volúmenes perdidos de las molduras en escayola mediante la aplicación de técnicas tradicionales, como la realización de volutas y el uso de moldes de silicona. La aplicación de pan de oro falso ha devuelto el brillo a elementos clave, garantizando su durabilidad con barnices naturales como la goma laca. La mesa del altar, marcada por el paso del tiempo y los traslados de la Virgen durante las procesiones, ha sido restaurada mediante técnicas de marmolizado que recrean vetas naturales en óleo, aportando belleza y resistencia. Los arcos que enmarcan el camarín han sido cuidadosamente tratados para resaltar su majestuosidad. La aplicación de dorado al mixtión ha permitido recuperar su brillo, mientras que el trabajo minucioso en sus detalles ha revivido el espíritu artístico de este espacio de oración. Más allá de la restauración arquitectónica, el cuidado de objetos litúrgicos es fundamental para preservar la identidad visual y espiritual de los espacios de culto. Cada pieza intervenida en este proyecto de Da Vinci Restauro para Atocha, desde los ángeles decorativos hasta la corona real restaurada, cuenta una historia de fe y tradición que sigue viva gracias al trabajo de artesanos y expertos en arte litúrgico. |
La devoción a la Virgen de Atocha, que se veneraba ya en época medieval en una ermita situada en las inmediaciones de la actual basílica, fue muy destacada entre los reyes españoles desde el reinado de Carlos V. Fue este monarca quien, en 1523, concedió el permiso para que la ermita de Nuestra Señora de Atocha, propiedad en ese momento de la abadía de Santa Leocadia de Toledo, fuera cedida a la Orden de Predicadores u Orden Dominicana, que pronto inició la construcción del nuevo convento de dominicos. El diseño de la iglesia primitiva se atribuye a Francisco de Mora, autor del retablo mayor. A su muerte, continuó la obra su sobrino Juan Gómez de Mora. A lo largo del tiempo intervinieron en el edificio o en su decoración artistas como Bartolomé Carducho, Pompeo Leoni, Sebastián Herrera Barnuevo, Francisco Herrera el Mozo, Francisco Rizzi, Juan Carreño de Miranda, Luca Giordano, Luis Salvador Carmona, Juan Pascual de Mena o Isidro Velázquez, entre otros. Durante la ocupación francesa el edificio fue utilizado como cuartel y muchos de sus bienes desaparecieron. Su progresivo deterioro llevó al planteamiento de un nuevo proyecto, encomendado en la década de 1890 al arquitecto Fernando Arbós y Tremanti, aunque del conjunto que ideó solo se llegaron a levantar el campanile y el entonces denominado Panteón de Hombres Ilustres. Entre 1924 y 1926 los dominicos reedifican parte del convento e iglesia ocupando la esquina de Ciudad de Barcelona con Julián Gayarre, al sur del Panteón, sin seguir la traza de Arbós, con proyecto de su discípulo Emilio Antón Hernández, en estilo "romano oriental". Incendiada en 1936, se reconstruye de 1946 a 1951 por Diego Méndez, arquitecto de Patrimonio, aprovechando parte de los muros preexistentes y eliminando cualquier vestigio de decoración románica o bizantina. La iglesia tiene nave única, capillas laterales y galerías entre contrafuertes, bóveda rebajada con lunetos y camarín semicircular en cabecera. La fachada a los pies, de corte clasicista, está rematada con frontón triangular y flanqueada por dos torres con chapitel de pizarra al "estilo de los Austrias", toda ella revocada. Del edificio del siglo XVII solo se han conservado los escudos en piedra de la Orden de Santo Domingo y de la villa de Madrid que se disponían en la fachada, ahora situados en la escalera de acceso al recinto de la basílica. Junto a ellos, han sobrevivido, aunque en muy mal estado, las esculturas, también en piedra, de la Virgen con el Niño y de Santo Domingo. Si bien, además de la escultura de la Virgen de Atocha, la imagen mariana más antigua que se conserva en Madrid fechada a finales del siglo XIII, Patrimonio Nacional conserva numerosos bienes que formaron parte de su culto y ornato, así como donaciones que se hicieron a la imagen a lo largo del tiempo, entre las que destacan las joyas entregadas por Isabel II, tras haber salido ilesa de un atentado, o los vestidos de las reinas María de las Mercedes y María Cristina de Austria, con los que se confeccionaron diversas prendas para la Virgen y el Niño Jesús. Las joyas se custodian habitualmente en el Palacio Real de Madrid y se exhiben en ocasiones excepcionales. |
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