MUSEO DE HISTORIA DE MADRID. NUEVA MUESTRA PERMANENTE DE ARTE SACRO
29/05/2025
El Museo de Historia de Madrid presenta una muestra de arte religioso en el espacio de la Capilla. El objetivo de la muestra es el de dar a conocer la colección de arte religioso del Museo de Historia de Madrid, que ha incorporado en marzo de 2025 algunas piezas excepcionales que aportan un extraordinario valor artístico a la Capilla. Se trata de la Custodia procesional, de las esculturas de San Joaquín y la Virgen Niña y San Marcos, que se han acompañado de dos figuras de los fondos del museo que representan a San Isidro y a un ángel de alas policromadas colocados en sendas vitrinas a lo largo de la nave, a la que dan una mayor prestancia. En el crucero, bajo la cúpula, se ha ubicado, recientemente, la Custodia procesional, cuya ejecución fue encargada por el Concejo madrileño en el reinado de Felipe II, con destino a la procesión del Corpus Christi. Esta tradición aún se mantiene, ya que la Custodia sale todos los años en procesión por las calles de Madrid el día del Corpus. Tras finalizar la procesión de 2024, se sometió a una profunda restauración y limpieza y, para preservarla, se ha decidido cubrir la pieza con una vitrina especial que la proteja. Realizada en plata, en parte dorada, se compone de tres piezas: andas, custodia de asiento y custodia portátil. Las dos primeras fueron realizadas por el platero Francisco Álvarez, entre 1568 y 1574, en un elegante estilo renacentista donde predominan las formas arquitectónicas clásicas en las que se mezclan motivos eucarísticos (espigas, uvas, profetas, ángeles) con otros de carácter humanista (sibilas, sabios, músicos). El gran templete exterior constituye las andas, destacando ocho columnas corintias, las figuras de los cuatro evangelistas sentados en la cornisa y la de Cristo Salvador rematando el conjunto. En su interior se halla la gran custodia de asiento, con forma de doble templete y labrada en la base con cuatro expresivas escenas: la Santa Cena, el Lavatorio, la Oración en el Huerto y el Prendimiento. Arriba, remata la figura del Resucitado. En el interior, rodeada de ángeles músicos, la custodia de sol o portátil, realizada en el siglo XIX por Francisco Moratilla. En 1668, la Congregación del Ave María, dedicada a repartir comidas a los más necesitados, elevaba a la autoridad municipal un "Memorial de Esclavitud del Ave María" en el que se recomendaba la creación de un hospicio para pobres. Consiguió que la reina Mariana de Austria ordenase desplegar un censo de todas las personas que pedían limosna en las calles de Madrid. De un registro de unas 1800 personas, fueron reconocidas como pobres 800. Era necesario un hospicio para albergarlas. Con el apoyo de la Corona, su construcción dio comienzo en la segunda mitad del XVII, finalizando las obras a finales del XVIII, constituyéndose, en 1673, la Congregación del Ave María y San Fernando, para velar por la buena marcha de los trabajos. En los primeros proyectos del edificio, los planos de la Capilla, realizados por varios arquitectos, no fueron llevados a cabo; habría que esperar hasta 1699, cuando se obtuvo licencia del arzobispo de Toledo, para construir la iglesia que recibió la advocación de san Fernando. Las obras, siguiendo la planta del arquitecto Felipe Sánchez, finalizaron en 1703, por lo que José de Ribera, autor de la actual fachada, solo realizaría obras de rehabilitación y consolidación, ya en la segunda década del siglo XVIII. La Capilla tiene planta de cruz latina, de una sola nave, a la que se abren espacios entre los arcos formeros y rematados por arcos de medio punto. La nave se cubre con bóveda de cañón, separada en tramos por arcos fajones. Está perforada por lunetos que iluminan el interior. En la cabecera la bóveda es vaída y alberga el cuadro-altar obra de Lucas Jordán. Sobre la nave del crucero se apoya una hermosa cúpula encamonada, característica del barroco madrileño. En ella se abren cuatro lunetos y una linterna, circular en el interior y octogonal en el exterior. Toda la decoración es de yeso y estuco. Las pechinas se adornan con las imágenes de los cuatro evangelistas, acompañados de sus símbolos parlantes: San Marcos, el león; San Mateo, el ángel; San Lucas, el toro y San Juan, el águila. Además de la Custodia bajo la cúpula, en el crucero, en el lado del Evangelio, está instalado el Belén napolitano que sigue fiel la tipología de estos belenes del siglo XVIII, tanto en la escenografía como en los personajes, evocando un día de mercado en la ciudad de Nápoles de aquel siglo. Se abre al público en Navidad, desde el 1 de diciembre hasta el 2 de febrero, Día de la Candelaria. El resto del año, por razones de conservación, dada la fragilidad de las figuras, permanece cerrado y debidamente protegido. En el lado de la Epístola, el crucero acoge la reciente instalación de dos imponentes figuras de San Joaquín con la Virgen Niña y San Marcos. Restauradas en 2018, están ejecutadas a gran escala, con gran naturalismo y exquisito tratamiento en los rostros y en las vestiduras de gran amplitud. La minuciosidad del trabajo del estofado en las telas y la carga psicológica en los rostros de los santos, denotan la ejecución por artistas de excepcional virtuosismo con la madera. Ambas representan un magnífico ejemplo de la escultura barroca madrileña. Al comenzar la restauración, las tres figuras se encontraban en un buen estado de conservación, sin apreciarse ataques de xilófagos. Las manos están talladas aparte y se insertan en los brazos a través de una espiga o "pasador". La riqueza de la policromía y el delicado trabajo del estofado en la decoración de los mantos han sido recuperados gracias a la minuciosa tarea de limpieza de polvo y suciedad adheridas, retirada de repintes, así como fijación de los elementos de color desprendidos. San Marcos, atribuida al escultor Alonso de Villabrille y Ron, está realizada en madera tallada y policromada, tiene unas dimensiones de 180 cm de alto, 75 cm de ancho y 70 cm de profundidad. Va acompañado de su atributo, un león agazapado bajo el manto, cuya melena y alas trabajadas con gran naturalismo confieren a la talla relieve y movimiento. San Joaquín y la Virgen Niña presenta un trabajo excepcional en el estofado de la túnica de San Joaquín y en la de la Virgen Niña, destacando el delicado estampado floral de su túnica. |
En la nave del Evangelio encontramos tres espacios que albergan tres lienzos procedentes de la parroquia de la Casa de Campo, conocida como La Torrecilla y construida en 1788. Los tres cuadros son obras de Salvador Maella: San Antonio sosteniendo al Niño Dios, San Francisco de Asís y La Purísima Concepción, fechados en 1787. Maella representa a la Inmaculada en su iconografía habitual, sobre el globo terráqueo, pisando la serpiente, rodeada de angelotes, algunos con los símbolos de la letanía mariana (palma de martirio, rosas, un espejo) y coronada por estrellas. San Francisco y San Antonio se han ejecutado con una delicada aplicación de colores y luces, que envuelve a las escenas de cercana espiritualidad. Cercano a la Virgen, se ha instalado la escultura de un elegante ángel que adorna la nave, destacando sus alas desplegadas y policromada, así como el movimiento de los paños. En el lado de la Epístola, la nave también tiene tres espacios donde se alojan otros tres lienzos, dos de ellos dedicados a San Isidro, El milagro de San Isidro y El milagro del pozo, acompañados de El Nacimiento de la Virgen. El milagro de San Isidro es réplica de una obra de José Leonardo, sin fecha. Representa el brote del manantial tras las plegarias del santo, para saciar la sed de su amo, Iván de Vargas. En aquel lugar, la emperatriz doña Isabel de Portugal mandó levantar la ermita de San Isidro, en 1528. El milagro del pozo es un cuadro de autor anónimo, fechado hacia 1700 y depositado por el Museo Nacional del Prado en el Colegio de San Ildefonso, desde donde pasó al Museo de Historia de Madrid. Representa el momento en que estando santa María de la Cabeza trajinando en su casa, su hijo cayó al pozo y fue salvado por su padre por intercesión de la Virgen de la Almudena. El Nacimiento de la Virgen, también obra anónima, transforma el acontecimiento divino en una escena doméstica de interior, en la que unas mujeres se aprestan a lavar y vestir a la recién nacida. Al fondo, Santa Ana, en el lecho, es atendida por una sirvienta que le acerca algunas viandas en una bandeja ante la mirada de san Joaquín. En esta misma nave de la Epístola, enfrentado al ángel del lado del Evangelio, destaca la figura de San Isidro, una talla de madera estofada, de autor anónimo, fechado entre 1601-1725. Se representa al santo de pie, vestido a la usanza del XVI, con un instrumento de labranza en la mano derecha, a modo de cayado. Cabeza y manos son desmontables. El cayado que lleva en la mano derecha es una aportación posterior de inferior calidad al resto y se puede quitar. A los pies de la nave, en la parte superior se sitúa el coro. La puerta de entrada está flanqueada por dos benditeras que daban la bienvenidas a los fieles. Presidiendo el altar mayor, el lienzo San Fernando ante la Virgen, obra realizada por Lucas Jordán. Posiblemente se trate de un encargo real, dado el interés de la Familia Real en la fundación, mantenimiento y gestión del hospicio. La advocación fernandina del Hospicio viene a avalar esta hipótesis del encargo real. Fechado hacia 1700, para algunos historiadores Lucas Jordán lo pintó mientras realizaba los frescos de San Antonio de los Alemanes; por el contrario, otros piensan que lo realizó en 1702, en Nápoles, a su vuelta a la ciudad tras su estancia en Madrid. Fue instalado en los primeros años de construcción de la Capilla, entre 1699-1703. Este gran lienzo constituyó, desde su colocación en la capilla hacia 1703, una de las joyas del Hospicio madrileño. Famoso ya en tiempos de Palomino, había llegado hasta nosotros cubierto de un tosco repinte que, a juzgar por su "estilo" debe corresponder a finales del siglo XIX. En la escena se representa al Rey Fernando III, arrodillado entre nubes y rodeado de ángeles ante la figura de la Virgen con el Niño, quien atraviesa con una lanza a un monstruoso dragón. El monarca les ofrece la ciudad de Sevilla tomada en 1248 a los almohades, en su última campaña de la Reconquista. La agitación de la batalla en la parte inferior o de la gloria de la parte superior en la que numerosos ángeles flotan alrededor de María, generan un movimiento helicoidal ascendente que une toda la composición, desde la implorante gestualidad de San Fernando en el plano inferior hasta la delicada figura de María en el espacio celeste. Todo siguiendo la estética del barroco más esplendoroso. La iconografía de la Virgen con el Niño, alanceando éste al demonio en forma de dragón, es un motivo muy característico de la devoción del siglo XVIII. La rapidez de la técnica y el tratamiento de los colores, la convierten en una de las piezas más importantes de este pintor en España, testificando su fecundidad y genialidad inventiva. Dirección y horarios: Fuencarral, 78. Martes a domingo, de 10:00 a 20:00 horas. Entrada gratuita. |
www.lahornacina.com