EXPOSICIONES EN LA BIBLIOTECA NACIONAL DE ESPAÑA

30/01/2017


 

 
 
Alfonso X. Estoria de España. BNE.

 

El hallazgo del pasado. Alfonso El Sabio y la Estoria de España

La Biblioteca Nacional presenta mañana, 31 de enero, y hasta el próximo 16 de abril, El hallazgo del pasado. Alfonso El Sabio y la Estoria de España, una muestra de la selección de piezas manuscritas e impresas ligadas a la labor histórica del monarca Alfonso X, y en particular a una obra de referencia inexcusable para la literatura hispánica medieval: la Estoria de España.

Centrada en el pasado de los pueblos que dominaron la Península Ibérica desde el principio del mundo hasta la época del propio monarca, la muestra expone la selección de manuscritos e impresos que cubren varios aspectos concernientes a la Estoria de España: sus fuentes, su relación con la General estoria, la existencia de tres versiones del texto, la proliferación de crónicas generales postalfonsíes o las ediciones impresas de la obra.

La amplitud, diversidad y profundidad de los conocimientos reunidos, elaborados y transmitidos por iniciativa de Alfonso X (1221-1284) no tienen paralelo en todo el Occidente plenomedieval y constituyen en sí mismos una contribución incuestionable al patrimonio intelectual de la humanidad. En el contexto hispánico, su legado es uno de los fundamentos básicos de la tradición escrita en español, hasta el punto de que la actividad llevada a cabo en su entorno supone una verdadera edad de oro de la cultura española de todos los tiempos. En efecto, actualmente hay unanimidad en el reconocimiento de las impagables aportaciones del Rey Sabio en campos tan diversos como el derecho, la ciencia, la poesía, la música, las artes plásticas, la lengua o la historiografía.

A pocos años de cumplirse los 750 de la puesta en marcha, hacia 1270, del llamado "taller historiográfico alfonsí", la BNE presenta en El hallazgo del pasado. Alfonso El Sabio y la Estoria de España una selección de piezas manuscritas e impresas ligadas a la labor histórica del rey, y en particular a una obra de referencia inexcusable para la literatura hispánica medieval: la Estoria de España. Centrada en el pasado de los pueblos que dominaron la Península desde el principio del mundo hasta la época del propio Alfonso X, la composición de la Estoria puso en marcha un proceso de recopilación, cotejo y armonización de textos que, por su cantidad y calidad, supera todos los esfuerzos de reconstrucción del pasado hispánico previos al taller alfonsí.

La selección de manuscritos e impresos realizada para El hallazgo del pasado. Alfonso El Sabio y la Estoria de España pretende cubrir varios aspectos concernientes a la Estoria de España: sus fuentes, su relación con la General estoria, la existencia de tres versiones del texto, la proliferación de crónicas generales postalfonsíes o las ediciones impresas de la obra. Entre otras piezas, pueden observarse varias de las alrededor de veinte copias de la Estoria que posee la BNE, y que corren de los siglos XIV al XVIII.

La muestra coincide con el lanzamiento de la edición digital de la obra a cargo de un equipo dirigido por el profesor Aengus Ward, desde la Universidad de Birmingham. Para la ocasión, se ha preparado asimismo una exposición digital a la que los visitantes podrán acceder a través de sus dispositivos móviles o bien desde su casa. En ella se amplían los contenidos de la muestra presencial con textos, imágenes, audios y actividades relacionadas con la figura y el legado de Alfonso el Sabio, y con la Estoria de España en particular.

La exposición coincide en el tiempo con las que tendrán lugar en otras bibliotecas que atesoran también códices de la Estoria: la Biblioteca General Histórica de la Universidad de Salamanca, la Biblioteca de Menéndez Pelayo de Santander y la Biblioteca de la Universidad de Minnesota en Estados Unidos.

La Estoria de España supuso el mayor esfuerzo de nuestras letras medievales por "inventar" (término entendido en el sentido etimológico de "descubrir", "hallar") y transmitir el relato del pasado hispánico. Ello implicó una enorme tarea de recopilación, selección y armonización de datos cuya vigencia histórica y literaria alcanzó hasta bien entrada la Edad Moderna. Entre las muchas fuentes de la obra que han podido ser identificadas, sobresale la Historia de rebus Hispaniae (Historia de los hechos de España, 1246) del arzobispo de Toledo Rodrigo Jiménez de Rada, llamado "el Toledano", que constituye su fuente estructural básica. Le sigue de inmediato el Chronicon mundi (hacia 1238) de Lucas de Tuy, conocido como "el Tudense", que sirvió para completar la obra del Toledano allí donde esta resultaba insuficiente. Sobre este cañamazo se fue bordando el texto de la Estoria de España por incorporación de materiales de muy distinto origen.

Para la historia romana, los historiadores alfonsíes se sirvieron tanto de autores clásicos (Floro, Veleyo Patérculo, Justino y Eutropio), como de textos tardoantiguos (sobre todo, la Historia adversus paganos de Paulo Orosio, pero también las crónicas de Paulo Diácono, Eusebio-Jerónimo, Jordanes o san Isidoro). Otros autores más modernos utilizados son Sigeberto de Gembloux, Hugucio de Pisa, Martín Polono o Vicente de Beauvais, cuyo célebre Speculum historiale permitió a Alfonso incorporar indirectamente otras obras importantes, como el De vita Caesarum de Suetonio. Por lo demás, entre las fuentes de la latinidad clásica destacan dos textos poéticos: la Farsalia de Lucano y las Heroidas de Ovidio. Para la historia medieval hispánica, aparte del Toledano y el Tudense, la Estoria incorporó entero el Poema de Fernán González y aprovechó la Historia Roderici o la de Ibn Alfaray sobre la Valencia del Cid. A ello hay que añadir algunos detalles puntuales incluidos desde el Liber regum o desde varios anales y cronicones, e incluso algunas noticias de tradición oral.

Pero, por lo que a las fuentes se refiere, la gran aportación de la Estoria de España fue la incorporación de extensos pasajes procedentes de los cantares de gesta o narraciones orales de tema épico "histórico" cantadas por los juglares. A pesar de la negativa valoración que de ellos hace el texto en algún momento (pues contrapone "la verdat" de las historias latinas a la versión vulgar de los sucesos que difundían los cantares), varios son recogidos en la Estoria, a buen seguro por formar parte ya de la memoria colectiva, así como por el afán alfonsí de incluir la mayor cantidad de información posible. De hecho, el propio rey los consideraba útiles y recomendables para la educación caballeresca en la Segunda Partida, donde aconseja que se les canten a los caballeros durante la comida.

Una de las más impagables deudas que la cultura hispánica -y en particular la historia de la literatura medieval- mantiene con la Estoria de España es la de habernos salvado del olvido varios cantares de gesta a través de sus refundiciones en prosa, cuyo contenido, de otro modo, se habría perdido para siempre, pues de casi ninguno de ellos se conservan testimonios épicos independientes (fuera de las escenas aisladas que transmite el Romancero). En efecto, la Estoria de España incorpora detalles o narraciones por extenso de sucesos relativos tanto a temas de la épica francesa (Mainete, Bernardo del Carpio y Roncesvalles) como a otros hispánicos (Los infantes de Lara, La muerte del infante García, Las particiones del rey don Fernando y Mio Cid).

Hoy sabemos que las dos obras históricas alfonsíes, la Estoria de España y la General estoria, comenzaron a redactarse al mismo tiempo. Como curioso ejemplo de la labor de rebusca que los colaboradores del rey emprendieron entre los fondos bibliográficos de la España de la época, se ha conservado la noticia documental del acuse de recibo regio al cabildo de la colegiata de Albelda y al monasterio de Santa María de Nájera de un ejemplar de la Farsalia de Lucano y otro de las Heroidas de Ovidio, para su uso paralelo en la Estoria de España y la General estoria. Este documento, datado a principios del año 1270, sirve para fechar el arranque del "taller historiográfico alfonsí". En definitiva, una vez reunidas las fuentes, llegaba la hora de jerarquizarlas y armonizarlas. De la dificultad que debió de entrañar esta tarea para los miembros del taller da cuenta una cita espigada del propio texto en la que, para dirimir la espinosa discusión en torno a qué ciudad debía ostentar la primacía eclesiástica de España, Toledo o Sevilla, se afirma:

 

"Mas los escriptos son muchos e cuéntanlo de muchas guisas, porque la verdad de la estoria a las vezes es dubdosa. E por ende el que lee meta mientes cómo de las mejores escripturas tome lo que deve provar e leer."

 

 
 
Grabado de Gustav Doré en L'Espagne, de Davillier.

 

Patrimonio Flamenco. La historia de la cultura jonda en la BNE

La Biblioteca Nacional de España (BNE) dedica entre el 27 de enero y el 2 de mayo de 2017 una exposición que recorre la historia de una de las manifestaciones culturales más reconocibles del mundo.

Patrimonio Flamenco. La historia de la cultura jonda en la BNE realiza un viaje de 400 años a través de libros, manuscritos, grabaciones, partituras, dibujos y pinturas, fragmentos de cine, fotografías o portadas de discos y carteles. Los fondos pertenecen en su mayoría a las colecciones de la Biblioteca Nacional, que se completan con préstamos del Museo Picasso de Barcelona, el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, La Fundación Cante de las Minas de La Unión y diferentes colecciones particulares.

En 2017 se cumplen 170 años de Escenas Andaluzas, un libro de gran importancia en la historia del flamenco. En él, Serafín Estébanez Calderón certifica la existencia del flamenco en sus descripciones de una fiesta en Triana, en la que ya aparecen artistas como El Fillo o El Planeta, que ya se ganan la vida con el cante. La muestra, comisariada por Teo Sánchez y David Calzado, se apoya en los protagonistas de esta cultura tan ancestral, así como la representación que de ellos hacen escritores, pintores, cineastas, fotógrafos...

La exposición Patrimonio Flamenco. La historia de la cultura jonda en la BNE cuenta con documentos como la Edición Príncipe de las Novelas Ejemplares o el manuscrito de Cartas Marruecas de Cadalso en el que, al final del capítulo 7, aparece la descripción de lo que sería una juerga flamenca de gañanía. Además de partituras con algunos ejemplos de música notada del siglo XIX. En cuanto a las artes plásticas, han de destacarse la estampa El Vito, de Goya, perteneciente a la etapa del preflamenco; otras obras de Fortuny y Lameyer, una obra de Antonio Saura perteneciente al Reina Sofía, un Tápies que fue el cartel del Festival de la Unión en 1996, o la obra que el artista urbano Suso33 le dedica a Enrique Morente.

El Museo Picasso de Barcelona aporta dos obras poco conocidas del pintor: el dibujo Bailaora (1899) y Figura, Cabeza y Guitarra (1902), que hasta el momento no había sido relacionada directamente con el flamenco.

La fotografía tiene un lugar destacado en la exposición, representada en obras de Beauchy, de la segunda mitad del XIX, y de autores como Gyenes, Ibáñez, Richard Avedon y James J. Kriegsmann, que nos ayudan a identificar a algunos de los protagonistas destacados del flamenco. Unos fragmentos de películas de Serrano de Osma, Edgar Neville, Val del Omar o Carlos Saura representan la cultura jonda en el cine. También se puede ver en este sentido la imagen de la primera mujer filmada de la historia, en la grabación que William K.L. Dickson hizo en 1894 en Nueva York de la bailaora almeriense Carmencita Dauset.

Entre los archivos sonoros destacan los cilindros de cera, las grabaciones más antiguas que se conservan del flamenco. Algunos de estos registros de finales del XIX de javeras, tangos, sevillanas o granadinas, pertenecientes a El Mochuelo, Encarnación La Rubia y El Sevillano, pueden verse y escucharse en la exposición. Además, una muestra de las pizarras de la colección de la BNE también está presente en los puntos de escucha de Patrimonio Flamenco. Firmas como Bécquer, Lorca, Gómez de la Serna o Chávez Nogales ayudan a entender con sus textos las distintas etapas por las que ha pasado este arte.

 

"No sorprende que el flamenco, durante mucho tiempo, haya sido malentendido y despreciado. Ni siquiera es, con frecuencia, gustado en su pureza por el pueblo. Porque no se trata de una música popular; no es un folclore: se levanta como un grito individual, aunque representativo de millones de gritos; como un alarido solitario, aunque invite a la solidaridad. Por eso el cantaor gesticula como un agonizante. Como si se estuviese muriendo a solas con nosotros, por redimirnos a nosotros, igual que un Cristo próximo e inasible".

 

Lo anterior lo escribe Antonio Gala en un texto inédito, escrito para el catálogo de Patrimonio Flamenco. La historia de la cultura jonda en la BNE, en el que habla de su relación con una expresión que le ha acompañado desde su niñez. El flamencólogo y profesor Faustino Núñez y los comisarios también escriben en el mismo.

Los comisarios de la muestra son Teo Sánchez (Madrid, 1966) y David Calzado (Andújar, Jaén, 1972). Teo Sánchez es Informador de RNE. Desde hace más de 20 años es la voz del flamenco en la radio y la televisión española. Desde esa fecha dirige y presenta el programa Duendeando, de Radio3. Ha publicado artículos y entrevistas en diferentes medios escritos nacionales e internacionales. David Calzado, periodista, es responsable de Comunicación de la Fundación Montemadrid y La Casa Encendida y profesor del Máster en Gestión Cultural, Música, Teatro y Danza de la Universidad Complutense. Colabora en la página cultural de ABC.

 

 
 
Lola Flores, fotografiada por Juan Gyenes.

 

Dirección y horarios: Paseo de Recoletos nº 20-22, Madrid.
Martes a sábado, de 10:00 a 20:00 horas; domingos y festivos, de 10:00 a 14:00 horas.

 

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