CLEOPATRA Y LA FASCINACIÓN DE EGIPTO

30/12/2015


 

 

No hay personaje que resuma mejor la fascinación histórica y unánime por la cultura egipcia que Cleopatra. Sólo la última representante de la dinastía ptolemaica ha alcanzado la categoría de mito, con su leyenda avivada a lo largo de los siglos por los argumentos de cronistas y literatos, la imaginación de los pintores o el poder evocador que poseen para los espectadores el teatro y el cine.

Es precisamente esa leyenda que tanto contribuye a universalizar el personaje la que también lo desfigura o distorsiona, acentuando unos rasgos de mujer fatal, intrigante y déspota, a los que la historia puede contraponer, o simplemente sumar, otros atributos: fue una intelectual cultivada y culta -la única de la dinastía de los Ptolomeos que aprendió la lengua egipcia-, una mujer ambiciosa e inteligente, que supo gestionar con acierto sus aspiraciones políticas. Si fue, como parece, tan seductora, se debió más bien a la fortaleza de su espíritu que a sus atributos físicos. Así, frente a la Cleopatra que rinde voluntades con su belleza voluptuosa surge otra Cleopatra que persuade con sus estrategias de estadista.

Cleopatra fue también hija de una época fascinante y convulsa -los últimos años de un Egipto amenazado por el imperialismo de Roma- y habitó un escenario, Alejandría, con una doble identidad griega y egipcia. La ciudad, situada en el delta del Nilo, había sido fundada por Alejandro III de Macedonia en el año 331 a.C. y se convertiría en la capital griega de Ptolomeo I Soter, quien construiría monumentos, museos y la gran biblioteca, y atraería a su corte a pensadores y artistas de todo el mundo helenístico. Sus sucesores gobernaron Egipto concediendo poca atención a la milenaria cultura faraónica, mientras Roma dominaba el Mediterráneo.

Con la dinastía ptolemaica, Alejandría fue el centro comercial, cultural y de conocimiento del mundo antiguo. Y Cleopatra, su última reina, compartió con Marco Antonio la aspiración de hacer realidad el sueño de Alejandro: un imperio oriental cuya capital fuese Alejandría.

Los Ptolomeos fueron derrotados y Egipto anexionado a Roma en el año 31 a.C., pero desde el trono Cleopatra había intentado por todos los medios reafirmar la independencia de su reino. En las artes de la política tuvo como mejor interlocutor y maestro a Julio César, quien se puso de su lado y le restituyó la soberanía frente a Ptolomeo XIII, el hermano y marido que la había derrocado y expulsado a Siria. Con el veterano político y militar, que se convirtió en su amante y con el que tuvo a Cesarión, el primero de sus hijos, Cleopatra debió aprender cómo debía comportarse una reina; y utilizó su influencia sobre él para alcanzar el mismo objetivo que la uniría después a Marco Antonio: restablecer la hegemonía Egipto en el Mediterráneo oriental.

Como final, unas aspiraciones truncadas y una muerte que pudo ser suicidio -mordedura de áspid o ingestión de otro veneno- o asesinato. Cualquiera de las dos opciones está a la altura de una historia en la que los personajes, las peripecias y los ambientes demandaban un final intenso, aunque fuese trágico. Y de ahí, a la construcción del mito. Los propios avatares de su existencia convirtieron a Cleopatra en una leyenda que se ha mantenido viva hasta el presente, periódicamente renovada por las artes plásticas, las artes visuales o las letras.

 

 

Probablemente no sea exagerado decir que Cleopatra ha sido el personaje histórico más adulterado de la Antigüedad. Denostada o malinterpretada por los cronistas romanos, que la presentaron como corruptora de las virtudes de sus representantes más ilustres, la literatura y el cine proporcionan algunas claves de la fascinación que ha ejercido y ejercerá: fue una mujer que gobernó por sí sola un reino en circunstancias extremadamente complejas; y aspiró a construir un imperio utilizando para ello a los hombres más poderosos de su tiempo. Por eso merece ser reivindicada su faceta política por encima incluso de la amorosa, ya que esta última ha colaborado en la construcción de la imagen más frívola y superficial de la última reina de Egipto.

Esta exposición, comisariada por los profesores Giovanni Gentili y Martín Almagro-Gorbea, supone una nueva resurrección del mito, como será también una oportunidad para descubrir a Cleopatra como figura histórica y aproximarse al momento que le tocó vivir. Y precisamente en esos ejes se apoya la propuesta expositiva que podrá verse en el Centro de Exposiciones Arte Canal hasta el 8 de mayo de 2016. El color y la luz, el mobiliario y las escenografías, los audiovisuales y la gráfica... todo ello se pone al servicio de esa reaparición estelar, que sin duda contribuirá a que sean muchos más los que sucumban a la fascinación de Egipto.

Las más de 400 piezas arqueológicas -procedentes de 80 museos y colecciones españolas e internacionales- cobran vida a través de una instalación que muestra una imagen de Egipto y el Nilo como gran cuna civilizadora; de Alejandría como encrucijada del mestizaje cultural; y de Roma como receptora de la influencia egipcia en aspectos que abarcaron desde la recaudación de impuestos a la introducción del culto a Isis. Sobre todo ello planea Cleopatra VII, última reina de Egipto; y no será una sola Cleopatra, sino muchas -la mujer, la soberana, la madre, la amante, la estadista-, tantas como han alimentado su leyenda.

El diseño expositivo es un cuento ilustrado que se inicia en la explanada exterior del recinto donde se ha instalado una reproducción a gran tamaño de un gato, el animal más sagrado en la cultura egipcia y por el que sabemos que Cleopatra tenía especial fascinación. Cuenta la leyenda que el que la acompañaba constantemente se llamaba Charmaine y le servía de inspiración para la pintura de sus ojos, imitando sus líneas sinuosas y oscuras, y buscando emular esa mirada felina y seductora.

Ya en el interior, la arqueología y las artes dan voz a un narrador imaginario y, por ello, la organización del recorrido mantiene una estructura sencilla y consecutiva. Los elementos construidos conducen de forma ordenada a los visitantes por los distintos capítulos de la historia. Aspectos como la transparencia, la escala y el color crean referencias visuales que ayudan al público a construir un mapa mental de la totalidad de la sala y de la historia que en ella se cuenta.

El recinto expositivo de Cleopatra y la Fascinación de Egipto tiene una arquitectura de la que es imposible sustraerse. Por eso, antes que negarla se ha optado por sacar partido a sus particularidades para desarrollar el recorrido. Abre el inicio de cada ámbito una imagen de gran formato con un texto explicativo que prepara al visitante para lo que va a encontrarse. La luz y el color son utilizados como identificadores de los distintos ámbitos, con una gama que recorre el turquesa, el tostado, el verde y el azul.

 

 

Los ámbitos de la exposición Cleopatra y la Fascinación de Egipto son los siguientes:

 

Cleopatra y la Fascinación de Egipto
Nos reciben un retrato helenístico de Cleopatra VII proveniente de los Museos Vaticanos y un audiovisual dedicado a la vida de la última reina del Antiguo Egipto, una de las figuras más populares de la Historia. Una producción de nueva creación plagada de imágenes sugerentes y escenarios creados a partir de partículas de polvo.

Egipto, Tierra del Nilo
El primer ámbito sitúa a los visitantes geográficamente en la génesis del cuento ilustrado que narra la exposición. La puerta de un templo egipcio marca el inicio de una aventura de 3.000 años de esplendor y decadencia, con las riberas del Nilo como escenario. Como bienvenida, dos esfinges flanquean la entrada a un espacio donde el visitante contempla una vista del río desde un recinto imaginario con piezas originales y alusiones al paisaje y sus moradores, como bandada de aves en pleno vuelo que indica el camino a seguir.

Los Ptolomeos, Reyes de Egipto
Una representación del mítico faro de Alejandría invita a adentrarse en el segundo ámbito, centrado en la dinastía de los Ptolomeos que gobernó Egipto durante el periodo helenístico, es decir, desde la muerte de Alejandro Magno hasta que en el año 30 a.C. Egipto se convirtió en provincia de Roma. Se trata del ámbito temáticamente más amplio de la exposición, con hasta siete apartados que recorren desde la figura del fundador de la dinastía hasta las artes de ese periodo, pasando por las creencias religiosas y el mundo funerario. El audiovisual que puede verse en este ámbito está dedicado a Alejandría, ciudad donde establecieron los Ptolemos su capital y que se convirtió en una de las principales metrópolis del mundo. Destaca uno de los primeros elementos que el visitante se encuentra, el árbol genealógico de los Reyes y reinas de la dinastía ptolemaica, presentado como si un libro de familia con retratos se tratase. Las piezas arqueológicas prestadas a la exposición que representan a algún miembro de la familia ilustran las complicadas ramas de parentesco de la dinastía. En la sección dedicada a la religión egipcia cobra un gran protagonismo el templo de Debod, bien conocido por los madrileños. Un audiovisual prepara al visitante para otro viaje en el tiempo: es la introducción a la visita de la capilla de Adikhalamani de dicho templo en su estado original, una reproducción a escala 1:1 del espacio y sus relieves, en los que figura traducido lo que aparece en los jeroglíficos.

La Última Reina de Egipto
Este espacio permite recorrer los momentos más álgidos de la vida de Cleopatra Filopátor Nea Theá o Cleopatra VII (hacia 69-30 a.C.) y su relación con los actores principales de su historia. El recorrido pasa por una sala inmersiva en la que se proyecta un audiovisual que describe el encuentro entre Cleopatra y Marco Antonio en Tarso, donde, lejos de presentarse como súbdita, la reina subyugó al conquistador con un despliegue fastuoso de riqueza y sofisticación. El trágico final de la protagonista, frustradas sus ambiciones políticas y sus deseos amorosos, se representa en otra sala con una serpiente en su punto central en la que lo primero que oye el visitante es el ataque de un áspid: un juego de luces, sombras y sonidos crea una sensación de misterio y oscuridad para representar el fin de una reina, y el principio de un mito. Cierra el ámbito la reproducción de los relieves de Augusto, el primer emperador romano, en el templo de Debod, personificado como faraón y en distintas escenas con otras deidades egipcias.

Egipto en Roma
Tras la muerte de Cleopatra desapareció la dinastía de las Ptolomeos y Egipto quedó incorporado como una nueva provincia al Imperio Romano a partir del año 31 a.C., pero la exótica personalidad de la cultura egipcia cautivó a Roma, a pesar del recelo que suscitaban sus diferencias con las tradiciones romanas. Este ámbito lo abre una imagen de gran formato del mosaico de Palestrina, el conocido como Mosaico del Nilo, muestra de que en Roma se pusieron de moda temas nilóticos en pinturas y mosaicos. En él el visitante puede asomarse a la fascinación que sentían los romanos por el exotismo de Egipto, una influencia que no sólo llegó al ámbito de la cultura, sino también al administrativo, social y sobre todo religioso.

Cleopatra, Inspiración de Artistas
Desde el Renacimiento hasta nuestros días, literatos, pintores, escultores, dramaturgos y cineastas han sido atraídos por la extraordinaria personalidad de Cleopatra. En este ámbito, mediante la escultura y la pintura, el público puede observar cómo la última reina de Egipto ha servido de inspiración a lo largo de la historia a través de obras como La Muerte de Cleopatra de Giovanni Pietro Rizzoli o Cleopatra de Carlo Maratta.

Cleopatra y las Artes Escénicas
Un universo de luces, rótulos y colores, donde el visitante se topa con un primer escenario teatral para cuya representación se ha utilizado el fondo de escenario de Léon Bakst y sus diseños realizados para el sarcófago y el vestuario de Fauno, así como las dos esfinges realizadas para el ballet de Antonio y Cleopatra de Beppe Menegatti. El ámbito gira en torno a una gran plataforma que acoge el vestuario de la película de Joseph Leo Mankiewicz de 1963, protagonizada por Elizabeth Taylor. Un nuevo viaje que, gracias a la escenografía de telones y rótulos luminosos, lleva al visitante a las bambalinas de un teatro o una ópera.

La Fascinación de Egipto en España
A modo de epílogo, el tramo final de la exposición permite al visitante recapitular la aventura que ha supuesto su "viaje" y la influencia que el Antiguo Egipcio ha tenido y tiene en nuestro país. Una influencia que comenzó en el I milenio a.C. con la llegada a la Península Ibérica de los primeros objetos egipcios, como amuletos, escarabeos y figuritas de bronce que resultaron muy apreciados por atribuírseles propiedades mágicas. En la época moderna se inicia el coleccionismo egiptológico, que se desarrolló más lentamente en España que en otros países, aunque pequeñas colecciones y algunas creaciones literarias indican el interés surgido desde el siglo XIX por la cultura faraónica. El éxito de las Campañas de Nubia en la década de 1960 y la donación por parte del Gobierno de Egipto a España del Templo de Debod suscitaron un renovado interés en los temas nilóticos que ha cristalizado en el creciente desarrollo de la Egiptología española. 

 

Hasta el 8 de mayo de 2016 en el Centro de Exposiciones Arte Canal
(Paseo de la Castellana 214, Madrid) Horario: lunes a domingo, de 10:00 a 20:00 horas.

 

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