Representación de San Antonio de Padua para una colección particular de la localidad jiennense de Úbeda. La escultora hispalense lo ha labrado en madera de cedro, con el hábito franciscano y un cíngulo fuertemente amarrado a la cintura, en el que se observan tres nudos que aluden a la Santísima Trinidad.

Alrededor de su cabeza lleva un halo de plata que manifiesta su condición de persona divina. Dicha pieza, junto con la vara de azucenas que sujeta en su mano derecha, y las potencias y la ramita del Niño, han sido cinceladas en plata por el orfebre José Manuel Bernet. Las flores aluden a la pureza de ambos personajes.

Con esta talla completa policromada al óleo sobre peana de damero, de tamaño inferior al natural (80 cm de altura), la artista evita el estatismo vertical doblando la pierna izquierda de San Antonio, al tiempo que inclina ligeramente su cabeza y pone en fuga la figura del pequeño Jesús que sostiene sobre la mano izquierda.

A diferencia de lo habitual, el Niño no aparece sobre un libro o biblia (símbolo de la sabiduría del santo lisboeta por su condición de teólogo) sino sobre un lienzo rematado con encaje natural. La presencia de la figura infantil, que aparece totalmente desnuda, obedece a la aparición narrada en el Liber Miraculorum.