EL ENTORNO ARTÍSTICO DE JUAN DE JUNI

30/07/2006


 

 

El siglo XVI es una de las etapas más atractivas en la historia española de las artes, por lo que tiene de confluencia, de síntesis, de intercambio y de resultados. La perduración de los esquemas tardogóticos, la tardía incorporación a las novedades del lenguaje renacentista, las relaciones políticas con Flandes o con Italia y la circulación de artistas, dieron como fruto un lenguaje lleno de diversidad y de sugerencias que trasciende los límites de lo local.

En este panorama, el ámbito pictórico se presenta muy deudor de tiempos pasados, con una clara primacía del sentido narrativo y con el acento puesto en la temática religiosa que era la reclamada por la clientela del momento.

En Castilla, algunos pintores de procedencia centroeuropea se asentarán con fortuna, incorporando tímidamente las peculiaridades de un nuevo vocabulario, sin olvidar una formación basada en el preciosismo formal y en la serenidad compositiva. La familia de los Borgoña, primero en Toledo y después en el área de Toro (Zamora) es ejemplo patente de ese proceso evolutivo de adaptación.

Muy pronto los viajes a Italia de algunos maestros singulares plantearán una verdadera revolución en las formas, superpuesta e imbricada con la tradición, como expresión de una característica personalidad. Alonso Berruguete es la expresión más clara de esta idea, formado en el taller paterno pero en contacto directo y fructífero con los genios italianos a comienzos del XVI. La obra realizada a su regreso es una suma del dramatismo medieval y de las nuevas pautas estéticas ocasionadas por el feliz descubrimiento del mundo clásico y de su reinterpretación. El tratamiento lumínico, la libertad de la pincelada y el atrevimiento cromático son claves en estos nuevos planteamientos.

La escultura sufría el mismo proceso de evolución. La fuerte imprenta del detallismo flamenco y centroeuropeo, con tanto peso en la herencia plástica hispana, forma un sustrato al que se van añadiendo signos geniales de novedad. Figuras como Fray Rodrigo de Holanda, delatada su procedencia por su apellido, ejemplifican ese papel de bisagra entre dos culturas. De este modo en su obra, el uso de las fuentes impresas como motivo de inspiración, evoluciona de Lucas de Leyden a Marcantonio Raimondi, de lo germánico a lo italiano.

Y en este ambiente, la llegada a España de Juan de Juni significa un acontecimiento de primer orden, que ahonda en esa peculiaridad de síntesis elevándola a una excepcional dimensión a través de su habilidad en el manejo de los materiales. Sus creaciones escultóricas rebasan los límites del estereotipo, buscan lo escenográfico y conectan los diferentes modos de entender el lenguaje renacentista. Todo ello con una prodigiosa habilidad para la captación del instante en beneficio de un concepto del verismo que se anticipa a los postulados del barroco.

Instalado en Valladolid, donde la demanda de su obra adquiría dimensiones de las más amplias expectativas, Juni escala hasta los puestos de un imaginario escalafón hasta hacer exclamar al propio Alonso Berruguete que “no ha venido a Castilla otro mejor oficial extranjero... que el dicho Juan de Juni”.

La exposición El Entorno Artístico de Juan de Juni, comisariada por Jesús Urrea, director del MNE de Valladolid, está compuesta por diez obras: el Calvario de Juan de Juni (en la fotografía), la Crucifixión de Alonso Berruguete, el Entierro de Cristo de Juan de Borgoña (hijo), la Oración en el Huerto y la Flagelación del Maestro de Toro, Llanto sobre Cristo Muerto, de autor anónimo castellano, y la Oración en el Huerto, Camino del Calvario, Cristo Injuriado y Flagelación de Fray Rodrigo de Holanda. Todas las piezas proceden del MNE de Valladolid.

 

Hasta Noviembre en el Palacio de los Águila de Ciudad Rodrigo (Salamanca)
Calle Juan de Arias, nº 2. Teléfono de Contaco: 923-463022.

 

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