Se trata de una talla de Niño Jesús en actitud itinerante, dispuesta de pie sobre una nube de la que surgen tres cabezas de querubines: uno de ellos dormido y apoyado sobre una de sus alas; otro mirando hacia arriba, con la punta de una de sus alas tocando el pie del Divino Infante, que pisa el orbe terráqueo, mientras la otra ala se enlaza con el tercer querubín que aparece en el dorso del simulacro.

El Niño, completamente desnudo, muestra un movimiento suave como si diera un paso al frente. Su mirada es dulce y tranquila. Con su mano derecha bendice y con la izquierda sujeta la cruz. La obra, de 1 metro de altura, está labrada en cedro real con policromía al óleo y estofados al temple sobre oro fino. Las pestañas superiores son de pelo natural, y las potencias y casquillos de la cruz son del orfebre José Manuel Bernet.