NUEVA OBRA DE JOSÉ ANTONIO JIMÉNEZ MUÑOZ

Genoveva Gallardo Martín (18/02/2018)


 

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La nueva obra de José Antonio Jiménez Muñoz, titulada El Patrocinio de la Virgen María sobre la Orden de Predicadores, ha sido realizada para el convento la Santísima Trinidad de Baza (Hermanas Dominicas). Jiménez Muñoz demuestra una vez más, su maestría pictórica en la temática religiosa, en este gran lienzo de 320 x 360 cm, en el que destaca su particular síntesis de su pincelada en las figuras, fondos, luces y sombras.

El formato casi cuadrado del lienzo recoge la idea del palíndromo cristiano, originario del "cuadrado mágico" o también conocido como "cuadrado SATOR-AREPO" romano y que la tradición cristiana adaptó creando dentro del cuadrado una cruz, formada con la palabra "PATERNOSTER" entrecruzada.

El tema de las representaciones de los santos bajo el manto de la Virgen proviene de la antigua Bizancio en la que existía devoción por el velo de María, pasando a Rusia en el siglo XII. Posteriormente son las órdenes las que se apropian del privilegio de cobijarse debajo del manto de la Virgen. Empezando por la orden del císter, predicadores, jesuitas, cartujos, carmelitas... convirtiéndose en piadosas rivalidades ante el fervor en la conquista de un lugar bajo el manto. Esta iconografía trata de exaltar el gesto caritativo y misericordioso de la Madre, mostrando su poder de intercesión y mediador en la causa espiritual de la humanidad.

Esta pintura representa en concreto una de las visiones de la vida de Santo Domingo y que se describe en uno de los libros de la Historia de la vida de Santo Domingo de Guzmán, fundador de la Sagrada orden de predicadores, escrito por Fr. Serafín Thomas Miguel:

 

"Volviéndose entonces Santo Domingo a la oración, donde antes estaba y puesto en ella, súbitamente fue llevado en espíritu delante de Dios. Vio al Señor en Majestad, y a la Beatísima Virgen, que estaba a su diestra, vestida de una capa de zafir (esto es, de color azul, con flores o matices de oro). Y mirando a todas partes el Santo, vio ante el Señor, Religiosos de todas las Órdenes, menos de la suya, que no vio ninguno. Empezó por ello a llorar amargamente, y estaba encogido, y retirado, sin osar acercarse al Señor, ni a su Santísima Madre. Le hacía una señal con la mano nuestra dulcísima Patrona, que se acercase a ella. Más no osaba moverse el Santo, hasta que Jesucristo le llamó. Entonces Santo Domingo se llegó, e hizo humilde postración de Jesús, y de María, llorando amargamente. Le mandó Cristo levantar y cuando levantó en pie le preguntó: Domingo, ¿de qué lloras tan amargamente? Señor (respondió) porque ved aquí de todas las Órdenes, y de mi Religión no veo ninguno. Añadió Jesucristo ¿quieres ver tu Orden? A lo que temeroso y reverente respondió: Si Señor. Puso luego el Salvador del mundo la mano sobre la espalda de la Virgen Santísima y le dijo: la Orden tuya la tengo encomendada a mi Madre. Diciendo esto volvió a preguntarle: De modo que en todo caso ¿quieres ver tu orden? Y respondiendo el Santo, que sí, abrió luego la beatísima Virgen aquel rico mando de azul y oro, que mostraba tener vestido, explayándolo delante de Santo Domingo: y era tan grande y dilatado que parecía cubrir toda aquella patria celestial. Debajo de este rico manto vio nuestro Santo, con innegable gozo espiritual, muchedumbre de Religiosos de su Familia. Y sin dilación alguna, arrojándose en postración dio gracias al Señor, y a su Beatísima Madre."

 

En este caso, José Antonio compone esta visión colocando a Santo Domingo en primer término, arrodillado a la izquierda, con los brazos abiertos y gesto sorpresivo. Centrando la escena la Virgen, con las manos en actitud intercesora. Vestida con túnica de color rosácea, cubre con su gran manto azul a la orden de Predicadores. Está orlada por el triángulo de la Santísima Trinidad, haciendo hincapié en la denominación del convento al que iba dirigida esta obra, y por diez rosas, símbolo de las cuentas del rosario.

Debajo de su manto se cobijan los santos dominicos, destacándose Santo Tomás de Aquino (representado con un sol radiante en la muceta), Santa Rosa de Lima (coronada por flores), Santa Catalina de Siena (con corona de espinas, azucenas y llagas en las manos) y la beata Juana de Aza (madre de Santo Domingo).

En la parte superior sobre cúmulos de nubes, a la izquierda se sitúa Dios Hijo, bendiciendo con su mano derecha y con la izquierda por la Cruz, atributo de su Pasión, y a la derecha Dios Padre, sentado sobre el orbe del mundo, ordenando a los ángeles levantar el manto de la Virgen. Entre ambas representaciones el Espíritu Santo en forma de paloma, simbolizando la tercera persona de la Trinidad.

La festividad del Patrocinio de María sobre la Orden se celebró en la liturgia coincidiendo con el aniversario de la bula de la fundación de la misma, el 22 de diciembre del año 1216, pero ante la inminente cercanía de la fiesta de la Navidad, se cambió para el 8 de mayo, mes dedicado a la veneración especial de María.

 

Nota de La Hornacina: acceso a la galería fotográfica de la obra a través del icono que encabeza la noticia.

 

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